sábado. 27.04.2024
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Tanto la hipertensión (HTA) como los trastornos afectivos, como la depresión, con frecuencia coexisten y se han identificado como únicos; así como combinados factores de riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV). Se ha descrito un mayor riesgo de HTA en pacientes con trastornos afectivos. Además, se ha sugerido que la carga de los factores de riesgo vascular, incluida la HTA, impulsa los síntomas depresivos en el envejecimiento a través del daño cerebral microvascular.

En contraste con estos hallazgos, algunos estudios mostraron que una presión arterial más alta se relaciona con un mejor estado de ánimo, un mayor bienestar y una menor angustia en la salud y la angustia en la salud y poblaciones clínica. Se han sugerido mecanismos barorreceptores para explicar estos efectos, ya que se ha demostrado que su señalización intrínseca e inducida experimentalmente ajusta de forma gradual los umbrales de sensibilidad al dolor, altera el procesamiento sensorial y emocional, disminuye la excitabilidad cortical e inhibe la actividad del sistema nervioso central.

Estas observaciones se han propuesto como un componente neuroconductual crítico en el desarrollo de HTA esencial. El alivio momentáneo de un estado adverso podría reforzar positivamente los comportamientos de elevación de la presión arterial y, por lo tanto, a través de circuitos neuronales mediados por barorreceptores, aumentar insidiosamente la presión arterial con el tiempo, lo que resulta en una 'hipertensión aprendida'. Sin embargo, aún no está claro si las elevaciones de la presión arterial y el desarrollo de HTA se relacionan con la salud mental y si dicha asociación se refleja en la función cerebral.

El primer objetivo del presente estudio fue describir sistemáticamente la relación de la presión arterial con los síntomas depresivos y el bienestar, al tiempo que se tienen en cuenta los posibles efectos de confusión de la ingesta de medicamentos y las enfermedades crónicas, como las ECV y la depresión clínica. Debido a los pequeños tamaños del efecto informados en investigaciones anteriores relacionadas con nuestro estudio, capitalizamos el diseño de estudio único ofrecido por el Biobanco del Reino Unido. El Biobanco del Reino Unido combina una cohorte longitudinal profundamente fenotipada con un alto poder estadístico de más de 500.000 participantes que permite la detección de pequeños efectos robustos.

Un estudio reciente del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas (MPI CBS) en Leipzig, Alemania, ahora muestra los vínculos entre la presión arterial más alta y los síntomas depresivos, el bienestar y la actividad cerebral relacionada con las emociones que pueden ser relevantes para el desarrollo de la hipertensión.

Varios estudios ya han reportado un vínculo entre la salud mental y la hipertensión, con resultados mixtos o incluso contradictorios.

En su estudio, los investigadores de MPI CBS han analizado profundamente la relación entre la salud mental, la presión arterial más alta y la hipertensión en personas de 60 años, utilizando extensos datos psicológicos, médicos y de imagen de la población de edad avanzada.

Una presión arterial más alta se asocia con menos síntomas depresivos, mayor bienestar y menor actividad cerebral relacionada con las emociones

Para obtener respuestas estadísticamente sólidas, se utilizó un tamaño de muestra extremadamente grande del Biobanco del Reino Unido con más de 500.000 participantes en el estudio. "Pudimos demostrar que una presión arterial más alta se asocia con menos síntomas depresivos, mayor bienestar y menor actividad cerebral relacionada con las emociones, lo cual es sorprendente al principio, pero puede explicarse por nuestros otros hallazgos", informa Lina Schaare, primera autora del estudio.

Curiosamente, los investigadores también encuentran que la amenaza de la presión arterial alta (hipertensión) está relacionada con una peor salud mental, incluso años antes de que se diagnostique la hipertensión.

"En la clínica, observamos que los afectados a menudo se sienten cansados y fatigados y luego no toman sus medicamentos contra la presión arterial más alta, porque esto también afecta su estado de ánimo", explica Arno Villringer, quien dirige el Departamento de Neurología de MPI CBS y es el último autor del estudio.

Por otro lado, los autores sospecharon que en las personas que se sienten bien mentalmente con presión arterial temporalmente más alta, el aprendizaje por refuerzo en última instancia contribuye al desarrollo de la presión arterial alta permanente. Esto se debe a que el umbral del dolor también aumenta con la presión arterial más alta. Esto se aplica no solo al dolor físico, sino también al sufrimiento en lo social o al mayor estrés. Así que soportan el dolor o el estrés y luego, diez años después, se les diagnostica hipertensión.

Los investigadores creen que estos hallazgos sientan las bases para un nuevo pensamiento sobre el vínculo entre la salud emocional y las causas de la hipertensión. Tal cambio de perspectiva podría permitir nuevos enfoques de terapia y prevención que se centren en la interacción de la salud emocional y física.

Por último, compartir esta reflexión socrática:

“Si alguien busca la salud, pregúntale si está dispuesto a evitar en el futuro las causas de la enfermedad; en caso contrario, abstente de ayudarle”.

Salud emocional e hipertensión arterial