sábado. 27.04.2024

La psicopatía es un desorden mental caracterizado por unos rasgos de personalidad que ponen de manifiesto una acusada falta de empatía hacia las demás personas, así como ausencia de remordimientos o culpa cuando se daña a otros.

Otros rasgos de personalidad incluyen la facilidad para manipular a las personas, seducirlas o engañarlas; la impulsividad a la hora de comportarse; y la implicación en conductas delictivas o, cuando menos, antisociales.

Siguiendo este enfoque dimensional, en que todas las personas puntuaríamos algo en la dimensión de psicopatía, un reciente estudio de profesores de la Universidad Complutense de Madrid liderado por María Paz García Vera y Jesús Sanz (2022) ha cifrado la prevalencia clínica en aproximadamente un 0,55 % de la población española. Es decir, 1 de cada 200 españoles podría ser lo que se considera habitualmente un psicópata. La prevalencia subclínica, es decir, personas que tienen puntuaciones altas en esta dimensión de la personalidad, aunque no llegan a presentar propiamente el diagnóstico, llegaría al 1,65 % de la población; algo más de 3 por cada 200 habitantes.

Como todo problema de la personalidad, la psicopatía aparece en la infancia, aunque sería completamente erróneo decir de un niño que tiene un trastorno psicopático. Cuando en la infancia o en la adolescencia aparecen conductas de este tipo se suelen catalogar como “trastorno de la conducta.

La psicopatía es un desorden mental caracterizado por unos rasgos de personalidad que ponen de manifiesto una acusada falta de empatía hacia las demás personas

En la actualidad se está abriendo paso una concepción transdiagnóstica que defiende que, más que una cuestión de todo o nada, la psicopatía es un continuo que nos define, en mayor o menor medida, a todos los seres humanos. Según esta propuesta, igual que todas las personas tenemos una determinada altura y un determinado peso, todos también tendríamos un cierto nivel de psicopatía que cuando llega a ciertos puntos extremos puede llegar a causar graves problemas, especialmente a la gente que rodea a quien tenga esta dimensión de la personalidad disparada.

Aunque ha habido diversas clasificaciones de la psicopatía quizá la más interesante es que la diferencia entre la psicopatía “exitosa” y la que no lo es. En un primer momento se entendió que presentaban una psicopatología exitosa” aquellas personas que, teniendo el desorden, evitan ir a la cárcel. Posteriormente el concepto se fue ampliando para comprender en él a individuos que, con rasgos clínicos o subclínicos de psicopatía, logran un cierto éxito social.

En una investigación de Lasko y Chester (2021) las personas con más rasgos psicopáticos en su infancia pueden desarrollar también un mayor control de impulsos que, de alguna forma, les permite evitar la cárcel u otros problemas con la justicia. Es decir, los “psicópatas exitosos” vienen a desarrollar una forma de compensación, el control consciente de sus impulsos agresivos, que les protege de la cárcel.

Igual que todas las personas tenemos una determinada altura y un determinado peso, todos también tendríamos un cierto nivel de psicopatía​

No se conocen a ciencia cierta las causas de la psicopatía. Con todo, se han apuntado muchas y muy diversas, desde: la genética, trauma, la estructura cerebral y la exposición a la violencia desde la infancia.

Por ejemplo, desde el punto de vista de las estructuras cerebrales implicadas se ha destacado el papel de la amígdala, un área especialmente implicada en la respuesta social, la empatía y emociones como el miedo, ausentes todas ellas en las personas diagnosticadas de psicopatía.

Un estudio especialmente importante para entender las causas de la psicopatía fue el Estudio de Cambridge sobre el Desarrollo de la Conducta Delictiva (CSDD, por sus siglas en inglés). Se trata de un trabajo longitudinal que comenzó en 1969 y que evaluó a 411 hombres que vivían en Londres durante 9 distintos momentos en su vida entre los 8 y los 48 años, tratando de buscar qué factores les hacían llegar a tener conductas delictivas. Los niños que había sufrido algún tipo de abuso físico o abandono por parte de sus padres no sólo tendían a mostrar conductas delictivas posteriormente en su vida, sino que también tales experiencias eran capaces de predecir su nivel de psicopatía cuando se convertían en adultos.

La psicopatía era, tradicionalmente, difícil de tratar, aunque hoy se puede abordar a través de terapias cognitivo-conductuales, psicodinámicas o con la combinación de ambas, bien es verdad que sin grandes resultados terapéuticos, excepto en formas leves.

Un estudio reciente sugiere que un mal sentido del olfato puede ser un marcador de rasgos psicopáticos. Las personas con tendencias psicopáticas tienen un sentido del olfato deteriorado, lo que apunta a un procesamiento ineficiente en la parte frontal del cerebro, corteza orbitofrontal. Estos hallazgos de Mehmet Mahmut y Richard Stevenson, de la Universidad Macquarie en Australia, se publican en línea en la revista Chemosensory Perception.

Un estudio reciente sugiere que un mal sentido del olfato puede ser un marcador de rasgos psicopáticos.

Diferentes estudios han demostrado que las personas con rasgos psicopáticos tienen un funcionamiento deficiente en la parte frontal del cerebro, el área en gran parte responsable de funciones como la planificación, el control de los impulsos y la actuación de acuerdo con las normas sociales. Además, una disfunción en estas áreas en la parte frontal del cerebro está relacionada con un sentido del olfato deteriorado.

Mahmut y Stevenson analizaron si un alterado sentido del olfato estaba relacionado con niveles más altos de tendencias psicopáticas, entre 79 adultos no criminales que vivían en la comunidad. Primero evaluaron la capacidad olfativa de los participantes, así como la sensibilidad de su sistema olfativo. También midieron los niveles de psicopatía de los sujetos, observando cuatro medidas: manipulación; insensibilidad; estilos de vida erráticos; y tendencias delictivas. También notaron cuánto o qué poco enfatizaron con los sentimientos de otras personas.

Los investigadores encontraron que aquellos individuos que obtuvieron puntajes altos en rasgos psicopáticos tenían más probabilidades de tener dificultades para identificar olores y diferenciar entre olores, a pesar de que sabían que estaban oliendo algo. Estos resultados muestran que las áreas cerebrales que controlan los procesos olfativos son menos eficientes en individuos con tendencias psicopáticas.

Estos hallazgos proporcionan apoyo a la premisa de que los déficits en la parte frontal del cerebro pueden ser una característica de los psicópatas no criminales. Las medidas olfativas representan un marcador potencialmente interesante para los rasgos psicopáticos, porque las expectativas de rendimiento no están claras en las pruebas de olor y, por lo tanto, pueden ser menos susceptibles a los intentos de fingir respuestas buenas o malas.

Por último, compartir resta reflexión del filósofo alemán Immanuel Kant: “Obra siempre de modo que tu conducta pudiera servir de principio a una legislación universal”.

Olfato y alteraciones de conducta