viernes. 26.04.2024

28A: votar y saber votar

papeletas congreso

La primera condición es asistir a las urnas y animar a que así sea, sobre todo a los que peor lo pasan, porque como advertía Tony Judt “los pobres votan en mucha menor proporción que los demás sectores, así que penalizarlos entraña pocos riesgos”


Se acerca el 28 de abril. Diversas organizaciones sociales y culturales han coincidido en que estamos ante unas elecciones de enorme trascendencia, porque nos jugamos el modelo social y el protagonismo de las políticas públicas para los próximos años. “Pasado o Futuro, tú decides”, decía el lema de sindicatos y representantes de la cultura en un acto convocado el pasado 11 de abril. Y efectivamente, no es una frase hecha, estamos ante unas elecciones que pueden llevar a las derechas, que resumen sus tres marcas electorales, a sumar los escaños suficientes para gobernar. Y no estamos hablando de cualquier derecha, sino de la que impulsa alguno de los proyectos más reaccionarios de Europa. Y esto no lo podemos permitir.

Por lo tanto, la primera tarea que hemos de  exigir a cuantas personas se consideren de izquierdas, es la de votar y hacer que todos/as las ciudadanas a las que podemos llegar voten.

La segunda condición y no menor es saber votar. Las elecciones generales en España se regulan por una ley electoral que, en sí misma, no es especialmente dañina para la equidad y la proporcionalidad en democracia, pero que adolece de una injusticia básica: la circunscripción electoral, lo que dificulta a las formaciones más débiles acceder a un escaño. La dificultad deriva en un muro infranqueable cuando las candidaturas de las formaciones pequeñas (y no tan pequeñas) aspiran a conseguir un escaño en muchas de las provincias con menor población. Por eso, las izquierdas han de valorar con más cerebro que voluntad, si la división que exhiben es un ejercicio de sensatez, o un simple arrebato ideológico y partidario.

Ideas y voto

Comparto la reflexión de Judt cuando afirma que “sin idealismo la política se reduce a una forma de contabilidad social, y esto es algo que un conservador puede tolerar muy bien, pero para la izquierda significa una catástrofe”. Las ideas no viven sin organización, y es menester que la organización ayude  a canalizarlas en la sociedad y en las instituciones con diálogo y sentido común.

No hay tiempo que perder. A mi juicio, ya perdimos una oportunidad para consolidar una mayoría progresista en el Senado, concretando un diálogo y negociación entre las formaciones de izquierdas a fin de garantizar, especialmente en las pequeñas provincias, un voto mayoritario para un Senado de progreso. No está todo perdido, porque el primer partido en cada circunscripción, si fideliza el voto, se lleva los tres primeros senadores, y las encuestan apuntan a que en la mayor parte de las provincias el PSOE emerge como primer partido. Pero hubiera sido oportuno y necesario un pacto de las izquierdas.

Y en el Congreso de los Diputados/as, donde tienen lugar los más importantes debates parlamentarios y la aprobación de las más decisivas iniciativas y leyes legislativas, no nos podemos permitir ninguna aventura electoral. Las personas progresistas hemos de votar a los partidos y coaliciones de izquierdas que en su circunscripción, tengan asegurado uno o varios escaños. Si no lo hacemos así, y entiendo que haya formaciones políticas que en el ejercicio de su inalienable derecho democrático ignoren esta reflexión, corremos el riesgo de facilitar una victoria de los partidos ultras y reaccionarios.

No, no se trata del voto útil. Defiendo el voto del sentido común, no muy presente en campaña electoral, pero tan imprescindible en este tiempo.

PSOE, Unidas Podemos, Compromìs, son candidaturas con posibilidad de sumar escaños, y entre ellas, el PSOE tiene la responsabilidad de liderar un proyecto de progreso para España. Otras pequeñas formaciones, algunas de impecable trayectoria, aún tienen tiempo de parar y templar. Que no nos defrauden, ni unos ni otros.

28A: votar y saber votar