viernes. 26.04.2024

Mañana, la igualdad

Cada año, en las fechas previas al Día de la Mujer, decenas de informes nos recuerdan el largo camino que queda por andar...

Ya ha pasado el 8 de Marzo. Cada año, en las fechas previas al Día Internacional de la Mujer, decenas de informes nos recuerdan el largo camino que queda por andar para alcanzar la igualdad real entre mujeres y hombres. Centenares de actos, encuentros, jornadas, actividades culturales, ponen de nuevo el acento en el lento proceso que vivimos, en los retrocesos a los que asistimos, en la cantidad ingente de años que tendremos que consumir para, si seguimos al mismo ritmo, poder decir que la igualdad de oportunidades es un hecho que no tiene vuelta atrás.

No hablamos sólo de España. Un reciente Informe del Parlamento Europeo, avanza que la igualdad salarial en la Unión Europea no llegará hasta 2084. Es decir, para cuando mi hijo esté a punto de cumplir 80 años. Largo me lo fiáis. En España las mujeres ganan una media de 6.144 euros menos al año que los hombres. Es decir, la brecha salarial alcanza el 31 por ciento. Y no es un problema de atraso económico. En una de las Comunidades más ricas de España, la de Madrid, esa brecha salarial es de 7.750 euros anuales, aunque al ser más rica, el porcentaje de esa brecha, sea del 27´5 por ciento.

Pero no es sólo el salario, es también el trabajo. Cuando se piensa en trabajos que no ocupen 8 horas de jornada laboral, los contratos a tiempo parcial, nos encontramos con que las mujeres obtienen tres de cada cuatro. Esto indica perfectamente a quien se le encomienda socialmente la tarea de atender a la familia, cuidar de las personas dependientes y eso que se ha dado en llamar conciliación de la vida laboral y familiar.

En tasa de actividad las mujeres obtienen un 54 por ciento y los hombres un 66. Pero es que además en la tasa de ocupación, esas mismas mujeres presentan una brecha de 10 puntos menos que los hombres. Si se quedan en paro, menos de la mitad recibe protección y, cuando la reciben, más de la mitad percibe tan sólo los famosos 426 euros.

Resulta curiosa alguna de las conclusiones del reciente informe de la OIT sobre “Brecha salarial de género y brecha salarial por maternidad”, según el cual las mujeres españolas están más capacitadas que los hombres, tienen “más capacidad humana”, pero sin embargo las empresas penalizan la maternidad y bonifican la paternidad. Dicho de otra forma, cuantos más hijos tiene una mujer, menos oportunidades de empleo, promoción y desarrollo en la empresa y cuantos más hijos tiene un hombre, más se valoran sus posibilidades de compromiso con la empresa.

Una discriminación laboral que tiene sus consecuencias en las prestaciones por desempleo, en las pensiones que perciben las mujeres, notablemente inferiores a las de los hombres. Una discriminación que se refleja en los recortes presupuestarios destinados a promover la igualdad, en las políticas educativas y que tiene sus consecuencias en las inaceptables cifras de denuncias por violencia de género, víctimas de malos tratos y muertes de mujeres a manos de hombres.

En las inmediaciones de cada 8 de Marzo, se multiplican las noticias sobre la igualdad y la discriminación de la mujer. Los encuentros, las jornadas, los informes, las ruedas de prensa. Los actos culturales de todo tipo, presididos por pancartas moradas. Las manifestaciones reivindicativas y festivas, a las que se suman no pocos hombres con sus camisetas, sus pañuelos de color lila, cuando menos un pin, una chapita… Sin duda alguna, constituyen un hito anual importante para exigir la igualdad. Una muestra del esfuerzo desplegado por organizaciones de mujeres y organizaciones políticas y sociales, que luchan cada día por la igualdad. Una demostración de fuerza, conciencia, lucha y esperanza en un futuro de igualdad.

Pero, una vez pasado el 8 de Marzo, la sociedad no puede pasar página y olvidar. Nos quedan por delante 365 días en los que se jugará el que al cabo de un año podamos constatar mejoras, o admitir retrocesos. Y éste que nos queda será un año marcado por la política, en el que los compromisos por la igualdad deben convertirse en algo más que unas líneas y unos cuantos párrafos en los programas electorales de todos los partidos, para pasar a ser contratos exigibles a quienes nos gobiernen en Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y en el Estado.

Todo un año que debemos utilizar a la manera en la que Beppo Barrendero explicaba a aquella magnífica niña llamada Momo, enfrentada a los “hombres grises”, especializados en la eficacia, la eficiencia y el ahorro de tiempo, la forma de afrontar una ingente tarea como la de barrer una larga calle:

 “Ves, Momo, a veces tienes ante ti una calle que te parece terriblemente larga que nunca podrás terminar de barrer. Entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle sigue igual de larga. Te esfuerzas más aún, empiezas a tener miedo, al final te has quedado sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer. Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Entonces es divertido: eso es lo importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser. De repente, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta de cómo ha sido, pero no se ha quedado sin aliento. Eso es importante”.

Pensé escribir, como casi cada año lo hago, un artículo sobre el 8 de Marzo y la lucha por la igualdad, pero al final me he inclinado por escribirlo sobre el día siguiente y todos los restantes días del año, que deberemos convertir en 8 de Marzo, paso a paso, inspiración a inspiración, barriendo una tras otra, todas y cada una de las desigualdades.

Mañana, la igualdad