martes. 19.03.2024

Querido rey no mago Felipe VI

En estos días de escribir cartas a los reyes, quiero remitirte la mía con la mejor de las intenciones. Decía Napoleón que al enemigo no hay que darle pistas cuando se equivoca y dejar que se estrelle. Para que veas que no te considero un enemigo te escribo unas pinceladas sobre los errores que estás cometiendo porque quiero pedirte este año una España mejor. Tú eres un simple instrumento y no un fin en ti mismo. Como los partidos políticos, los sindicatos, los empresarios; como cualquier institución y símbolo eres una herramienta para conseguir eso, una España mejor. Y si el instrumento no sirve, habrá que engrasarlo, limpiarlo, renovarlo o cambiarlo.

Ni te acordarás, Felipe, pero te conocí en una Feria del Libro de Madrid hace un porrón de años y, aunque quizá equivocado, me dio un poco de lástima tu vida. Iba yo con mi cuadrilla repleto de hormonas preadolescentes encendidas y tú con tu madre, todo estirado ¡y con traje! Con ese calor… No me extrañó el diferente color de piel que lucías: entre moreno y verde, poco infantil y poco humano.

Bueno, ya antes, viviendo el dictador Franco incluso, en aquellos días oscuros por los que bajo mi casa en la calle Atocha de Madrid volaban botes de humo, había represión a tiros y miseria, te recuerdo en las revistas y en los periódicos. Te rememoro en estas fechas, cuando venían los reyes, los magos, con un montón de regalos. Te recuerdo en un cochecito rojo de pedales que debía molar un montón por los jardines de tu casa.

Como ves, no soy enemigo, te doy pistas de por donde pueden ir los tiros. Eso sí. Este año de pandemia he sido muy bueno y espero que te alejes de las amistades peligrosas

Desde entonces han pasado muchas cosas: tuviste relaciones con mujeres espectaculares aunque finalmente te has casado con una colega de profesión. Soy un poquito más mayor que tú, de la edad de tu hermana Cristina (pobrecita la que le ha caído por amor hacia tu cuñado). La “casualidad” o vete tú a saber, quiso que la sentencia judicial que le llevó a la cárcel coincidiera en el día con la publicación de otra, de mucho ruido y pocas nueces, aupada por los antisistema, que curiosamente vino muy bien a tu pobre familia desestructurada y enferma de corrupción, ni siquiera de apropiación indebida. El destino ha querido que sea tu padre el verdadero usuario de unas auténticas “tarjetas black” y que intente arreglar el desaguisado con Hacienda previo aviso.

Mientras acudía yo por la Facultad de Periodismo y hacía la mili (ni te imaginas las cosas que había en los cuarteles en esa época) tú andabas de arriba abajo por el mundo. Te fotografiabas en aviones, barcos, helicópteros… Vivías, estimado rey, en un permanente estado de parque temático con pulsera para subir en todas las atracciones. No te engañes. Vivías en otro mundo.

Por la cosa del machismo imperante en la institución monárquica no has sido un príncipe destronado y mira tú, terminaste siendo rey de la noche a la mañana. Te pasó como a tu padre, que terminó reinando de rebote, según se lee en wikipedia. También te diré, entre tú y yo, que tener de reina a Elena, de consorte a Marichalar, con cese temporal de convivencia, y de príncipe de Asturias a Froilán habría sido un numerito.

Una familia desestructurada

El infortunio te ha ha acompañado desde el inicio de tu reinado. No empezaste bien. Te proclamaron jefe de estado entrando, en mi opinión, un poquito por la puerta falsa. De repente tu padre abdicó, o sea, dimitió porque se le pilló en un buen jaleo… Entre los elefantes, Corina, la falta de transparencia en los gastos, tu cuñado Iñaki, tu otro cuñado, tu hermana, tu otra hermana…, vamos que de familia ejemplar poco a pesar de vuestra selecta educación, católica, apostólica y romana. Yo no entiendo como la “gente de orden” de este país ve a tu familia como ejemplar. Sinceramente lo digo.

No. No empezaste bien. En Madrid el día de tu proclamación, reconócelo, fue muy poquita gente a verte. La cosa quedó muy distante, que había más policía y ejército que súbditos, perdón, ciudadanía. El discurso que diste en tu inauguración fue flojo y, paradójicamente más de lo mismo. Parece que no entendiste que si tu padre dimitió fue para impulsar un cambio en la Casa Real que ya está dándose en la sociedad.

Evidentemente, como cualquier persona racional, creo que el sistema republicano es el más lógico, empezando porque evita corrupciones como las que tantas veces ha vivido España con los borbones desde Fernando VII

Pero, querido Felipe, tu discurso del otro día de Navidad fue peligrosamente malo. Me gustó que llevaras la camisa un poco arrugada, pero esperábamos bastante más. Más contundencia. Más ruptura con la parte corrupta del emérito. Este país nunca olvidará que tu padre consolidó una democracia y rubricó una Constitución que rompía con las leyes franquistas a pesar de que tantos jueces sigan interpretando la ley con ese aroma endogámico ultraconservador. O que tantos militares que se rindieron a cambio del dinero de todos siguen ahora reclamando fusilamientos a los rojos.

Esperábamos contundentes palabras que renovaran el pacto constitucional de 1978 que dejaba fuera el fascismo y que ahora, con Vox a la cabeza, se está convirtiendo en tu máximo valedor. Esperábamos que dieras una lección de disciplina (qué grande Gutiérrez Mellado en su día) a esos militares que te merodean permanentemente para que encabeces un acto ilegal y antidemocrático. No nos gusta tu silencio, tus silencios. No entendemos tu complicidad con la derecha más extrema y con determinados sectores empresariales, mientras proclamas que eres el rey de todos los españoles y, supongo, de todas las españolas. Bonito detalle acudir a la exposición de Azaña en su aniversario, pero te faltó valor para exaltar esos valores republicanos de igualdad, de fraternidad. Te faltó valor para reivindicar a Besteiro y Largo Caballero que, como sabes, estaban dispuestos a negociar una monarquía constitucional para evitar que el fascismo se hiciera fuerte como se hizo, como se está haciendo.

Evidentemente, como cualquier persona racional, creo que el sistema republicano es el más lógico, empezando porque evita corrupciones como las que tantas veces ha vivido España con los borbones desde Fernando VII. También confieso que con la que está cayendo no veo yo el momento de ponernos a cambiar el modelo. El problema es que tú mismo pareces querer precipitar ese cambio al no romper radicalmente con la tradicional corrupción borbónica, con tu padre, con Vox, con tus hermanas y con tus sobrinos fascistoides.

Como ves, no soy enemigo, te doy pistas de por donde pueden ir los tiros. Eso sí. Este año de pandemia he sido muy bueno y espero que te alejes de las amistades peligrosas. Por el bien de España.

Querido rey no mago Felipe VI