viernes. 26.04.2024

El derecho a morir no es propiedad de Vox, del PP ni de ningún dios

eutanasia

El congreso activó el pasado martes el mecanismo que hará por fin posible una ley de eutanasia, ley que los demandantes del suicidio asistido —tanto enfermos y familiares como considerable sector  de la sociedad— llevan esperando tras una lucha que dura ya 36 años. Mientras la mayoría parlamentaria se mostraba a favor de una normativa que regule el derecho a una muerte digna, el PP y Vox hicieron piña (además del ridículo) acusando al Gobierno (y en concreto al PSOE) de querer matar a los mayores para ahorrar gastos a las arcas públicas. 

Las rabiosas intervenciones del PP en el hemiciclo calificaron la ley de eutanasia como una «medida de recorte» de los gastos generados por los ciudadanos afectados, mientras que Vox iba mas lejos y la diputada Lourdes Méndez Monasterio consideraba la eutanasia como un «reconocimiento del derecho a matar»,  pedía el perdón de dios a quienes la voten (sic)  , y recordaba que «la gran distinción entre sujetos con vidas dignas e indignas se produjo en la primera Ley de Eutanasia de la Alemania de Hitler». En fin, un cúmulo de barbaridades a las que Joan Baldoví, de Compromís, respondió apelando a «valores tan importantes como la solidaridad, la piedad, la compasión, cosa que parece que no tengan en cuenta estos grandes cristianos que quieren darnos lecciones aquí».

Con la intención de confundir, la derecha niega el carácter voluntario de ciertos derechos inherentes a la libertad del ser humano

Y es que el hipócrita y sectario cristianismo de la derecha más alejada del centro (o más próxima a las posiciones ultras) entiende que la vida es propiedad de su dios y no de quien sufre una enfermedad incurable que le hace sufrir innecesariamente. Según ellos, sólo ese dios puede dar y quitar la vida; también afirman que nadie está en el derecho de decidir su propia muerte, y a quien lo hace se le amedranta considerando el suicidio como un pecado mortal. Es sabido que la religión siempre ha coaccionado la voluntad de sus fieles con la amenaza del fuego eterno del infierno como castigo al pecado. 

Pero volvamos a la eutanasia. Con la intención de confundir, la derecha niega el carácter voluntario de ciertos derechos inherentes a la libertad del ser humano. Ya sucedió con el aborto, el divorcio y también con el matrimonio homosexual, cuando la derecha más rancia consideró que las leyes que los regulaban eran imposiciones y no opciones, pues a nadie se le obligaba a abortar, a divorciarse o a casarse con una persona de su mismo sexo. Y claro, luego pasa lo que pasa, y las niñas bien que hace décadas iban a Londres a abortar ahora lo hacen por la seguridad social, los meapilas que defendían el matrimonio como divino e indisoluble comenzaron a divorciarse como locos, y para postre la plana mayor del PP acudió a la boda de Javier Maroto donde Mariano Rajoy su esposa (“los tiempos cambian, el partido evoluciona”, esta fue la excusa que pusieron) se hicieron una bonita foto con el novio Maroto y su marido.

Aun está candente la polémica del pin parental y las declaraciones de Vox (y de muchos populares) considerando que la vida de los hijos es propiedad de los padres. Pues bien, ahora añaden más leña al fuego y dicen que nuestra vida no es nuestra sino propiedad de la derecha, de su moral o de su dios, que al fin y a la postre viene a ser lo mismo para estos beatos conservadores que tan permisivos se muestran con la condición de organización delictiva y criminal del principal partido de la derecha.  

Ya para concluir, llama mi atención que los defensores de la eutanasia sean, por lo general, respetuosos, defensores de los débiles, reivindicadores de dotaciones presupuestarias para ayudar a quienes pese a sus limitaciones quieren seguir disfrutando de la vida, sin embargo, sea tan frecuente que los detractores del derecho a una muerte digna se muestren agresivos en la defensa de sus ideas, intolerantes y propensos a la injuria y el agravio.

Como colofón, considero que todos tenemos derecho a procurarnos una buena vida y una buena muerte. Además, por mucho que las religiones quieran apropiarse de nuestras libertades, defiendo que la vida no es una obligación. Y del mismo modo, otorgo a la eutanasia la condición de un ejercicio de libertad, tal vez el último y más valiente acto de amor a la vida que nadie pueda ejercer, pero de ningún modo considero la eutanasia como un asesinato o una decisión que vaya en contra del respeto a la vida.  

El derecho a morir no es propiedad de Vox, del PP ni de ningún dios