domingo. 28.04.2024
indi y los nazis

Un compañero de luchas sociales y políticas de mi barrio me pasó por Telegram una imagen en la que se ve a Indiana Jones vapuleando a un nazi bajo la inscripción “¡TU VOTO IMPORTA!, Haz que Indy se sienta orgulloso (elecciones del 23 de julio)”. Cuando pinchas la imagen de escucha la banda sonora de las pelis. Un prodigio de resumen visual de lo que nos jugamos.

Le contesté que me parecía una genialidad y le dije, además, que había visto la nueva peli con mi hija y que no creía que esta vuelta de Indiana contra los nazis fuera casual. Una vuelta, por cierto, en la que un Indiana Jones mayor y cansado, que se acaba de jubilar, está todo el tiempo siendo salvado por una joven mujer, en una alegoría perfecta de los tiempos presentes, en la que los héroes están cansados. Cuando caen los héroes nos sobreponemos las mujeres. Somos nosotras las que estamos en disposición de salvar este mundo con nuestra inteligencia colectiva y nuestras propuestas de cuidar lo común y seguir dándole una oportunidad a la vida. Los y las guionistas de Hollywood no dan puntada sin hilo, y en EEUU una parte importante de la batalla cultural se juega en las pelis y series, en las creaciones culturales. El Trumpismo ese producto made in USA, de influjo berlusconiano, nace con la bicha nazi dentro, que anida ahí desde el principio, alimentado por los grupos supremacistas de la américa blanca y el rancio Tea Party de vuelta a los valores tradicionales “que dicta cristo, nuestro señor”. Ante esto la gente del cine responde con las pelis en defensa de los valores antifascistas, que cualquier democracia que se precie debe observar. La última peli de Indy es una muestra.

Tras la conversación con mi amigo, me puse a darle vueltas a lo que está pasando, porque las luchas de Indiana y su ahijada salvadora no solo reflejan el estado de las cosas en los EEUU. Tengo una gran preocupación de cara a lo que finalmente ocurra en las elecciones del 23 de julio.

Vox y la “cultura nazi”

Mientras pensaba sobre esta realidad política explosiva y cambiante, en la que tragamos informaciones con ansia, al ritmo extraordinario que devora estrellas el Halcón Milenario cuando salta a la velocidad de la luz, sin que nos dé tiempo a digerirlas bien, mi primo metió en el chat de WhatsApp familiar un tuit que alertaba sobre aspectos abiertamente de “cultura nazi” que están insertos en el programa de Vox, como el que no quiere la cosa. En la parte de su programa dedicada al urbanismo, los del partido verde vómito afirman sin cortarse: “Rechazamos por ello proyectos globalistas como la llamada Nueva Bauhaus europea que impulsan los tecnócratas de Bruselas…”. Es verdad que mucha gente lo pasa por alto, porque ni siquiera saben lo que significa, pero está en ese programa a propósito, porque no quieren que se les escape in un solo voto y este pequeño guiño va dirigido a ojos que lo saben leer.

“Esta alusión que hacen a La Bauhaus –nos alertaba mi primo, que es historiador y lleva emigrado en universidades europeas, primero en Alemania y ahora en Suiza, desde que terminó la carrera y ya tiene 40– no hay ni el más mínimo margen de interpretación. La Bauhaus, como escuela de diseño y creación (arquitectónica y de otras artes) fue clausurada y perseguida por los nazis al ser considerada ‘arte degenerado’ (tras el cual, cómo no, se encontraban judíos y comunistas). Este punto del programa es nazismo puro, duro y a cara descubierta”.

Uniendo las dos cosas, la imagen de Indy y la alusión negativa a la Bauhaus compartí con un grupo de amigas reflexiones sobre la gravedad de la situación y lo que nos jugamos en estas elecciones del 23J; no son ni más ni menos que los derechos humanos. Porque eso es lo que el PP + Vox significan ahora, una negación de los derechos humanos y del progreso social que nace tras la Revolución Francesa.

Y aquí quiero mencionar al presidente Zapatero, que lo ha leído muy bien y se está dejando la piel en los medios para alertar de las mentiras, las imposturas y el asalto a la credibilidad del Estados Social y Democrático de Derecho –de la propia democracia que nos hemos dado, con nuestras instituciones públicas– que está protagonizando el Partido Popular, incluyendo las insidias lanzadas por su líder, Feijóo, sobre el funcionamiento de Correos en la gestión del voto por correo, cuestionando la limpieza de una empresa pública y el trabajo de miles de trabajadores y trabajadoras que en cada una de las elecciones que se ha celebrado en este país se esfuerzan para que se cumpla milimétricamente un derecho fundamental como es el derecho al voto. ¿Cómo es posible que un señor que quiere ser presidente del Gobierno de su país lance estas insidias trumpistas sin ningún tipo de fundamento, un día sí y otro también? 

Zapatero responde con contundencia y claridad democrática a cada “periodista” que le entrevista en los platós televisivos, reproduciendo las mentiras que lanza el PP en forma de pregunta. Esos “periodistas” entre comillas son los que dejaron hace tiempo de pertenecer a esta noble profesión –si es que alguna vez lo hicieron– y se han convertido en cancerberos de los fondos de inversión que les pagan, defensores de los intereses de ese “capitalismo” rentista predemocrático tan rancio al que PP y Vox representan. Son la jauría necesaria de un capital rentista que busca optimizar sus beneficios a costa de la prosperidad de todo un país.

El peligro es el PP, que mete en los gobiernos a Vox y compra su marco

El PP, en esa defensa de su cortijo económico anacrónico y predemocrático (nada que ver con el modelo de capitalismo industrial que representa el PNV, como se vio en el debate a 7 en RTVE, y sobre esto voy a volver), le ha comprado a Vox su marco, con la foto nazi incluida.  

Este marco, que se refleja en las barbaridades que están diciendo y llevando a cabo en los lugares en los que gobiernan, cumplen los requisitos de los postulados del nazismo, o del Ur-Fascismo como concepto más global, como lo denominó Umberto Eco en su Manifiesto urgente contra el fascismo, editado por Lumen en 2018. Y van paso a paso.

El PP, en esa defensa de su cortijo económico anacrónico, le ha comprado a Vox su marco con la foto nazi incluida

1- Son supremacistas nacionalistas, ciertos españoles (en masculino y que sean “gente de bien”) siempre primero.

2.- Intervencionistas en economía, en tanto sea para asegurar el beneficio propio (a asegurar las jerarquías económicas del cortijo lo llaman liberalizar).

3.- Construyen “realidades” excluyentes, que no admiten críticas por ostensible que sea su falsedad. Son negacionistas de la realidad del cambio climático, negacionistas de los beneficios de las vacunas, negacionistas del progreso científico…

4.- Son adalides de un supuesto pasado glorioso, y al que, al parecer, hay que volver. Sus continuas referencias al imperio y la pureza heroica "de la raza española": Abascal montando un caballo blanco, como si fuera Santiago Apostol (vendido a Belcebú, visto su mensaje de odio) (o con un yelmo en la cabeza como si fuera un conquistador “de raza”, o invocando a Don Pelayo y su cruzada, (los nazis invocaban la pureza aria de las valkirias y las tradiciones nibelungas).

5.- Su culto a la “tradición” (fijada a finales del siglo XIX o en el mismo siglo XX), como única forma de cultura y arte "respetable". La tauromaquia como lo más refinado y excelso de la cultura hispana. El arte y la literatura deben recrear las “buenas formas tradicionales”. Su visión es tan pacata, que están prohibiendo todo lo que suena a arte "degenerado", desde el Orlando de Woolf, los dibujos animados de Buzz Lightyear o las revistas infantiles en catalán, hasta –cágate lorito– teatro ¡de Lope de Vega!...y lo que venga.

6.- Rechazan a la modernidad en todas sus formas.

7.- La familia nuclear jerárquica patriarcal es la única posibilidad relacional que reconocen y apoyan, lo demás es degeneración.

8.- Desean regresar a un pasado concreto, con un Estado centralista cuya función es el control represor. Culpan de todos los males a lo exterior: Europa tiene la culpa, los migrantes tienen la culpa, la conspiración globalista, etc.

9.- Señalan a las personas por su “raza” (acoso a personas migrantes), o por sus ideas políticas. Aquí el presidente Sánchez y la ‘comunista’ Díaz ahora se llevan la palma como causantes de todos los males, igual que antes se señaló sin contemplaciones a Pablo Iglesias o a Irene Montero, incluso llegando al extremo de acosarles durante meses en su propio domicilio). Las señalan por su sexualidad (acoso y palizas a personas LGTBIQ y disciplinamiento violento de las mujeres), o por su aspecto externo (gordofobia, reírse de las personas por su diversidad o capacidades diversas, porque no encajan en los estándares “españoles de pura raza” marcados…).

10.- Pretenden el control de las mujeres, de su sexualidad, de su capacidad y sus derechos reproductivos (prohibición del derecho al aborto). Siempre al servicio de lo que dicten los hombres de su casa o el Estado. Esto me produce tal escalofrío que se me viene a la mente la peli alemana Salón Kity  y la más cercana distopía de Margaret Atwood, El cuento de la criada, en una asociación casi espasmódica.

11.- La religión como medio de control y cohesión coercitiva social y de expansión de valores “cristianos” inmutables.

12.- El desacuerdo con lo postulado por la élite como traición. Buscan la uniformidad política y muerte de todo pensamiento crítico, lo que conlleva ilegalización de fuerzas políticas (en especial progresistas) y de sindicatos.

13.- Negacionismo de la ciencia.

14.- Desprestigio de la intelectualidad, minusvaloración y mofa del conocimiento.

15.- Control judicial y de las fuerzas de seguridad del Estado, lo que en realidad provoca una enorme inseguridad jurídica.

16.- La información como propaganda y control absoluto de ella. Ahogo público de la disidencia.

17.- La defensa a ultranza de la propiedad privada propia. Impulso del darwinismo social.

Esto es Vox y como digo, el PP le ha comprado el marco y la foto nazi que adorna ese marco.

PP y Vox entienden España como su cortijo y reclaman el derecho de pernada

No tienen otro proyecto de país. Entienden España como su cortijo y reclaman el derecho de pernada. Se vio de forma palmaria en el elocuente debate a 7 de RTVE.

Ahí, en ese debate, estaba con claridad la España rica y diversa que tenemos, cultural, lingüística, social y política, colocada frente a la pequeña pareja política de oscuros odiadores que representan PP y Vox. Se vio y se escuchó a los portavoces parlamentarios de las fuerzas progresistas, incluido entre ellas el PNV, que es antifascista, y tiene un proyecto de país. Que no es un cortijo fascistoide. El PNV es de derechas, sí, pero no es fascista. Representa al capital industrial que produce, es el oponente democrático con el que se puede dialogar y pactar acuerdos –véase la reforma laboral–.

Nada que ver con ese rentismo de factura casi feudal, que representan el PP y Vox, con el que no hay pacto posible (se vio muy bien en ese debate), porque están dispuestos a terminar con la democracia y los derechos humanos para proteger sus intereses económicos y de poder, aunque eso signifique negar derechos y avances sociales beneficiosos para la mayoría, como la subida del salario mínimo, la subida progresiva de las pensiones sujeta al IPC, la ley de eutanasia, la ley de igualdad e trato, la ley trans…; aunque eso signifique afirmar que la violencia machista no existe, aunque se siga asesinando mujeres por razón de ser mujeres, mostrando con brutalidad la enorme desigualdad que persiste; aunque eso signifique secar Doñana, asesinar el Mar Menor y todas sus especies, desertificar la península con sus fórmulas extractivo-suicidas de gestión del agua, o llenar el campo español de macro granjas.

Si en el debate del cara a cara se vio a un Feijóo mentiroso, agresivo y acosador, en el debate a 7 se certificó cómo el PP y Vox son ambas caras de una misma moneda, la del retroceso y la vulneración de los derechos humanos y de la democracia que hemos construido entre todas.

Es necesario que todas las personas que aman la democracia, que aman este bello país diverso, que quieren vivir bien, prosperando, con diálogo, cohesión social, libertades e igualdad, todas esas personas que quieren seguir ampliando derechos deben ir a las urnas a votar con alegría democrática, a votar con todo el cuerpo, a votar hasta enterrarlos en el mar, a votar con esperanza para sumar.

Y como afirma el eslogan de mi amigo, hay que ir a votar para que Indy se sienta orgulloso.

Indiana Jones contra los nazis o lo que nos jugamos el 23J