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NUEVATRIBUNA.ES - 28.10.2010

... y casi todos coinciden en que su muerte implica, -como pone de relieve Clarín- "la desaparición del hombre fuerte de una corriente política que marcó la pos crisis en la Argentina".

"La desaparición de Kirchner nos plantea cómo el peronismo, cómo el Kirchnerismo procesará esta ausencia. Cómo la procesará la propia presidenta en el año de mandato que le queda por cumplir. Y cómo procesará, incluso, la propia Cristina, la posibilidad de conducir, ya no sólo el Gobierno, sino la sucesión dentro del Kirchnerismo, e incluso dentro del Peronismo, que corre en paralelo con la corriente liderada hasta hoy por los Kirchner". Así plantea Eduardo van der Kooy el estado de la cuestión en Clarín y Ricardo Kirschbaum explica el armazón que había construido el ex presidente para mantenerse en el poder: "Néstor Kirchner, astuto, había armado un esquema para conservar el poder autosucediéndose. Era ya el candidato para las elecciones de octubre de 2011 y esperaba que su esposa, que lo sucedió en 2007, fuera quien le colocase la banda presidencial por cuatro años. En 2015, según esa fórmula, se invertirían los roles: él deseaba entregarle la Presidencia a Cristina. (...) La desaparición de un jefe político y candidato además, pone en el tapete dos cuestiones que deberán ser atendidas por Cristina. Su candidatura a la reelección fue ayer lanzada por Hugo Moyano (líder de la CGT, que habló, también, de reestructurar el PJ. El sindicalista sabe que, más allá del dolor y la congoja, esos espacios políticos deben ser ocupados con rapidez".

Y es que, como destaca Susana Viau en otro artículo del mismo periódico, "el poder fue el cemento de una pareja que funcionó, desde muy temprano, como sociedad excluyente, un binomio donde siempre quedó claro quién ejercía la conducción política, quién tenía la última palabra. Esa división del trabajo que los íntimos conocían se hizo inocultable cuando Kirchner decidió que su mujer lo sucediera. Es posible que ella haya aceptado la propuesta sabiendo que tenía quien le cuidara las espaldas. El sería su sombra, su regente, el poder detrás del trono, el gran operador. El actor secundario que acabaría robándose la película. (...) Poco a poco, el gobierno de Cristina Fernández se “kirchnerizó”. (...) La Presidente ha quedado desamparada".

"Jamás dejó el poder", coincide Joaquín Morales Solá en La Nación y en un tono más ácido dibuja una de las facetas de la personalidad del ex presidente, la menos popular pero sí la más conocida y sufrida por sus más estrechos colaboradores, la de 'animal político' dispuesto a todo para conseguir sus objetivos: "Mátenlo, era una palabra que usaba frecuentemente para ordenar los castigos públicos. La política es cruel y las prácticas políticas son crueles. Kirchner era un exponente cabal de esa estirpe. Los amigos se convertían en enemigos con la rapidez fulminante de un rayo. Nada les debía a sus ex colaboradores, que habían dejado en el camino partes importantes de su vida para servirlo. Sus afectos estaban reducidos al pequeño núcleo de su familia, a la que realmente quiso con devoción, más allá de las muchas discusiones y discordias con su esposa. "La familia es lo único que la política no destruye", repetía".

Morales Solá cuenta un episodio de la presidencia de Kirchner para ilustrar cómo "sabía aprovechar con maestría la debilidad del otro para caerle con la fuerza de un martillo". Afirma que "el caso más emblemático es el de George W. Bush. Conoció a Bush cuando era un líder muy popular en su país, insistió con que quería acercarse a él, lo visitó en la Casa Blanca y lo tranquilizó diciéndole que era no izquierdista, sino peronista. Ese romance duró hasta la cumbre de Mar del Plata en 2005, cuando Kirchner vapuleó imprevistamente a un Bush pasmado por la sorpresa. ¿Qué había pasado? La fatídica guerra de Irak había convertido en jirones la popularidad del líder norteamericano. "No es popular estar cerca de él en estos momentos", explicó luego con el pragmatismo desenfadado del que hacía gala".

De lo que no cabe duda es de que Néstor Kirchner fue "el Presidente que cambió el paradigma" y así lo constata Mario Wainfeld en Página 12 donde se detiene en el legado que el ex mandatario deja a Argentina: "Al líder radical todo le llegó cuando estaba en el ocaso de su carrera, cuando ya no era un protagonista de primer nivel. Tal vez el parangón más cercano sea la desaparición de Juan Domingo Perón. Pero hay una diferencia sideral con esos días, que alude al legado que deja Kirchner. Sin Perón, era evidente que la Argentina se encaminaba, irremisiblemente, a una situación peor y su fuerza a una crisis fenomenal. Kirchner deja el centro de la escena en un país gobernado y gobernable. Con una economía y una situación social sustentables, con previsibilidad política. En el ’74 la política era colonizada por la violencia; en 2010 se cumplen varios años de paz social muy grande (para los parámetros argentinos) y con un rumbo mejorable (como todo) pero racional. Kirchner llegó a la Casa Rosada en un país devastado, se fue en otro, aún cargado de deudas sociales y contradicciones pero indeciblemente mejor".

Uno de los momentos centrales del Gobierno de Kirchner fue el desendeudamiento con el Fondo Monetario Internacional. "¡Nos sacamos de encima al FMI!", exclamó con euforia cuando a mediados de la década consiguió finalmente cancelar toda la deuda con el Fondo, por unos 9500 millones de dólares y en un sólo pago. Pero, además, su gobierno puso especial énfasis en la defensa de los derechos humanos, que se tradujo en la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y los indultos que hasta ese momento garantizaban la impunidad de los represores de la última dictadura. Y uno de los símbolos de esa política fue cuando el ex presidente ordenó quitar del Colegio Militar los cuadros de los dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone. Lo recuerda el actor Federico Luppi, también en Página 12: "Cuando pidió que descolgaran el cuadro de Videla fue la primera vez que como habitante de esta Argentina en la que envejecí viendo presidentes cagones, cobardes, mentirosos y truchos, vi a un tipo que se puso los pantalones y dijo lo que tenía que decir. ¿Por qué? Porque él era el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Vi en situaciones similares a presidentes como Alfonsín o De la Rúa arrugar hasta la médula. Kirchner era un animal político de verdad: tenía el instinto y la capacidad de piloto automático de navegar en medio de tormentas".

Si para alguien tuvo una especial importancia ese gesto, el descolgamiento del retrato de Videla, fue para la presidenta de Madres de la Asociación Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, que ahora ha vuelto a recordarlo: "Lo repitió todo el mundo, pero bajar el cartel de los milicos de un saque y dar esa orden con tanta fuerza: “¡Retírelo!”. Entregar la ESMA (la Escuela de Mecánica de la Armada), ese espacio tan maravilloso que compartimos las Madres, anular las leyes de obediencia debida y punto final. O sea, siempre nos dio mucho más de lo que esperábamos, y aquella frase maravillosa donde dijo que éramos sus madres y que nuestros hijos eran sus compañeros, para mí fue lo más comprometido que ningún presidente se me ocurriera que pudiera decir. La fuerza con el tema de Bush, la inteligencia del plan económico".

Pero nada comparable a la carta que el cantautor Andrés Calamaro dirige a "Néstor" en su blog, y en la que le proclama "el mejor presidente argentino de los últimos cincuenta años". Y agrega inmediatamente: "quizás en Argentina cincuenta años sean siempre". Para Calamaro, fue el único mandatario argentino que "atendió a Madres y Abuelas, y el único que Madres y Abuelas respetaron y quisieron, y quien anuló los indultos que perdonaron el horror de la dictadura y sus crímenes". También asegura que "devolvió la ilusión a un pueblo herido, inestable y crítico, el único que enfrentó al empresariado y a los poderes".


"Cristina ha quedado desamparada"