domingo. 28.04.2024
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Al compás de la transformación que a escala internacional viene experimentando la derecha -que hace ya tiempo dejó de ser moderada y flirtea y forma frentes con el neofascismo-, en América Latina este mismo fenómeno se está traduciendo en la naturalización del uso de expresiones de animadversión hacia los pobres y los inmigrantes, manifestadas abiertamente por los más importantes referentes del conservadurismo.   

Uno de los hechos más significativos, y que da cuenta del desprecio hacia los más vulnerables como estrategia electoral, es el constante hostigamiento que padecen quienes no han logrado sortear los cíclicos desastres económicos y, desamparados ante un Estado insuficiente que no logra dar respuesta al reclamo más urgente, han hecho de la calle su forma de vida.

Jorge Macri sostiene que “los pobres se apropian de algunos sectores de la ciudad. Los cajeros automáticos se transformaron en sus monoambientes (estudios)”

El resultado de las políticas económicas impuestas durante los cuatro años en los que en la Argentina la derecha regresó al poder a través de voto popular, se tradujo en el incremento exponencial de los índices de pobreza que a finales del año 2017 se ubicaba en el 25,7 por ciento. Al acabar su mandato, Mauricio Macri entregaba un país con casi el 40 por ciento de pobres, una deuda histórica con el Fondo Monetario Internacional, y una suerte de sensación regresiva a los años en los que la soberanía económica parecía un anhelo difícil de alcanzar.

Hace unos días atrás, el flamante precandidato para Jefe Porteño, Jorge Macri (primo hermano del ex presidente argentino), sostuvo que “los pobres se apropian de algunos sectores de la ciudad. Los cajeros automáticos se transformaron en sus monoambientes (estudios)”.  

Este es el discurso de la derecha argentina que en su programa electoral no explica cómo reparar el daño que provocó el incremento de la pobreza, y que no es sino el resultado de las nefastas políticas neoliberales que impuso el gobierno de la alianza Cambiemos desde 2015 a 2019.

Larreta propone crear “contenedores residuales inteligentes” que repelan las intenciones del pobre que subsiste rebuscando sustento en la basura

En la Ciudad de Buenos Aires, gobernada por la derecha desde 2007, hay alrededor de tres mil seiscientas personas en situación de calle. El ahora intendente de la capital de la República Argentina, Horacio Rodríguez Larreta (precandidato a la presidencia), ha invertido fuerte en reformas edilicias, en el embellecimiento de plazas y en la habilitación de sendas peatonales. Sin embargo, para atender las necesidades básicas de los cada vez más numerosos ciudadanos que duermen al raso, Larreta no ha pensado una idea más brillante que la de crear “contenedores residuales inteligentes” que repelen las intenciones del pobre que subsiste rebuscando sustento en la basura.      

Del mismo modo que a nivel global el mensaje neofascista gana adeptos y consigue el voto anti-inmigrante, el desprecio al pobre y a la pobreza también cumplen los objetivos perseguidos: El voto anti-pobre. Como si el responsable de la desgracia fuera el propio desfavorecido y no quienes firmaron las medidas económicas que provocaron el desastre social.     

El genial Alex de la Iglesia retrataba en el inicio de “El Día de la Bestia” (1995) una Madrid oscurecida por la violencia contra el pobre. Aquel grupo de fascistas autodenominados “Limpia Madrid”, que en la ficción se dedican a quemar literalmente a mendigos e indigentes, tuvo su réplica en la realidad cuando en 2005 María Rosario Endrinal, de 50 años de edad, fue quemada viva por tres jóvenes, mientras hacía noche en un cajero de Barcelona.

Deshumanizar es la tarea de una derecha de la que a estas alturas se desconoce cuál es su extremo, ya que se fusiona con esas otras ideas que nos retrotraen a las épocas más oscuras del pasado, cuando la estigmatización era el punto de partida para la justificar lo injustificable. Sin identidad, despojado de su dignidad, criminalizado por los medios del poder, al pobre no le queda más que aferrarse a su derecho de existir, sin más garantías que las que sus propios instintos puedan reportarle.   

Argentina no es la excepción de un fenómeno creciente y preocupante llamado neofascismo. De cara a las próximas elecciones generales a celebrarse en el mes de octubre, el país se debate entre la continuidad de un gobierno progresista o el inicio de una nueva etapa de engrosamiento en la brecha abismal y amoral entre ricos y pobres; entre unos pocos que lo tienen todo, y esos otros tantos que todo lo han perdido.

Limpia Buenos Aires