domingo. 28.04.2024
Javier_Milei
Javier Milei, candidato por La Libertad Avanza.

El fascismo como práctica social se impuso paulatinamente en discursos y acciones de los nuevos referentes de la derecha, filtrándose luego en las capas populares a las que van dirigidos los mensajes cargados de odio que, en su repetición, se transforman en sentido común.

Argentina no está exenta de la transformación que ha sufrido el mapa político de América Latina, en el que la emergencia de un nuevo fascismo ya es un hecho irrefutable. Los gobiernos populares o de corte social-demócrata se ven maniatados por el poder económico concentrado, lo que se traduce en un condicionamiento que impide la resolución de los problemas de las grandes mayorías. La respuesta a esto parece ser el crecimiento de corrientes fascistas y alternativas extremas que saben sacarle rédito al descontento general.       

Daniel Feierstein, Sociólogo e Investigador del Conicet, cree que los discursos de odio son una expresión del avance de la ideología fascista. “En el último tiempo surgieron nuevas formas de socialización que tienden cada vez más hacia reacciones violentas. Hay un peligro real en las próximas elecciones”. 

Autor del ensayo “La construcción del enano fascista”, Feierstein sostiene que “el fascismo no refiere solo a la trágica experiencia de la Italia o la Alemania de entreguerras, sino que el concepto entendido como práctica social sirve para pensar los usos del odio como estrategia política para dirigir la frustración hacia grupos de la población según su origen, su diversidad cultural, socioeconómica, política, religiosa, de género o identidad sexual”.   

Todo el mapa político se ha desplazado a la derecha en el sentido de que se ha conquistado a gran parte del sentido común; algo que, según entiende Feierstein, “es muy preocupante por la aparición de formas de estigmatización que llaman directamente a la práctica, a la acción violenta”.

Periodistas de medios hegemónicos promoviendo el ataque directo a funcionarios; incluso a hijos de funcionarios, celebrando la representación de la decapitación de miembros del gobierno, o aplaudiendo la instalación de bolsas mortuorias en la Casa Rosada. El caldo de cultivo que derivó en el intento de asesinato de la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner había sido alimentado desde los medios de comunicación de la derecha argentina mediante constantes fake news que se enquistaron como verdades absolutas en una amplia facción de la sociedad. Es en este contexto en el que crece la popularidad de Javier Milei, candidato a presidente por La Libertad Avanza.

Vinculado a partidos de la extrema derecha europea como VOX, Milei se ha abierto camino a fuerza de estigmatizar a sus adversarios y a la clase política en general, a la que denomina “casta”. No duda en poner en práctica el insulto, los agravios y cualquier otra vulgar artimaña semántica para desviar la atención que sus incongruencias generan y, al mismo tiempo, ilegitimar los argumentos de quienes serán sus oponentes en la carrera electoral 2023.

Liderando algunas encuestas, el candidato de La Libertad Avanza se ha manifestado a favor de las armas, de la venta de órganos, de la privatización de la educación pública, de la eliminación del Banco Central y la dolarización de la economía, entre otras propuestas de campaña que, de ser Argentina una tierra fértil para el neofascismo, pueden transformarse en la más brutal de las realidades.

Argentina, ¿tierra fértil para el neofascismo?