jueves. 02.05.2024

Un plan B para la izquierda

La izquierda rupturista apuesta por crear un frente común para acabar con la “irresponsabilidad” del Eurogrupo.

En la película Plan oculto, Clive Owen recluta un grupo de colaboradores, casi indistinguibles entre sí por nombre y atuendo, para dar el golpe perfecto. Simularán el asalto a un gran banco, santuario del dinero y del poder. Pero, cuando se piensa que todos han huido tras un largo asedio, resulta que el cabecilla se mantiene agazapado en el interior de la caja fuerte. No pretende vaciarla, su objetivo es reventar el secreto que esconde: un oscuro pasado tras una fachada de respetabilidad.

El ex ministro griego de finanzas Yanis Varoufakis, como Owen o el abuelo Martínez Soria, también tiene un plan. Un plan B, según llama al manifiesto presentado en la fiesta anual del diario  L´Humanité y firmado por líderes de diverso origen (Mélenchon, Lafontaine o el italiano Fassina) pero cercanos en cuanto al análisis de la deriva de una Unión Europea que de asedios prolongados, fachadas respetables y oscuridad sabe un rato.

Como en el largometraje de Spike Lee, el plan B de Varoufakis ignora como objetivos el banco y los billetes que allí se acumulan. Busca más bien derribar los muros de un sistema del que denuncia su moneda rígida, al margen del control democrático. Un euro inflexible que resta capacidad de maniobra a los países miembros y les obliga a seguir los caminos de la austeridad y la deuda como únicas vías de salvación.

La izquierda rupturista (que tilda a Hollande y Renzi de prisioneros modelo de la política económica alemana) apuesta por crear un frente común para acabar con la “irresponsabilidad” del Eurogrupo, renegociar los tratados europeos y rediseñar el Banco Central. Si nada de eso sale adelante, se trataría de hackear el sistema desde dentro, con monedas y métodos de pago y recaudación paralelos a los oficiales o incluso salir del euro, aunque no todos coinciden en ese punto.

Los firmantes convocan a una cumbre internacional en noviembre para debatir y desarrollar la idea. Del plan maestro conocemos ya por tanto el qué, el cuándo, el dónde y el por qué. Una cuestión aún abierta es quiénes se sumarán al proyecto. Habrá que ver la posición al respecto del nuevo líder laborista, Jeremy Corbyn, y de un Pablo Iglesias a quien, según los organizadores, se invitó sin éxito a la cita en Francia. No parece, sin embargo, que los impulsores esperen ni reclamen apoyos de las socialdemocracias francesa, italiana o española.

Esa es quizás la tarea más complicada para llevar a la práctica el rearme ideológico de la izquierda que abandera Varoufakis. Bien atraer apoyos relevantes de otras fuerzas progresistas en la construcción de un frente transnacional, bien movilizar un apoyo popular mayoritario para sus tesis o bien ambas a la vez. El cómo poner en marcha el plan B. “Y ahí, nos diría el Bardo, está el problema”, sentenciaba Owen mirando a cámara desde el interior de su caja fuerte.

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