sábado. 27.04.2024
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Yolanda Díaz en la entrevista concedida al diario Público.

La entrevista de Yolanda Díaz ha despertado un sinfín de críticas en las redes sociales. La portada de la entrevista muestra una fotografía donde ella aparece planchando, y lo que partía de una simple intención de mostrar a un líder político en una situación de cotidianidad, se ha convertido en el principal objeto de crítica. “Es clasista y machista. Sumar es un partido que no tiene nada que ver con la protección a las mujeres”, se dice en las redes sociales.

Puede parecer que esto es un suceso sin importancia. Sin embargo, la imagen y la reacción a la visión de lo inmediato son características relevantes en nuestro tiempo. Una fotografía puede condicionar y movilizar a las masas de igual manera que un discurso complejo. Por ello, creo que es conveniente analizar los comentarios críticos con la fotografía, ver de donde vienen y ver a donde van.

La realidad es que la mujer siempre ha sido definida en base a arquetipos, mientras que el hombre ha sido la medida de todas las cosas. Los arquetipos femeninos han ido evolucionando y adaptándose a las diferentes necesidades de los periodos históricos. Así, el arquetipo más notable y perdurable en la psique colectiva es el de la mujer perfecta, sonriente, que nunca se enfada, la esposa callada y abnegada. Sin embargo, este no es el único arquetipo que se ha desarrollado históricamente, sino que junto a él, otros muchos más. Podría estar páginas y páginas exponiéndolos. La mujer malvada, la bruja, la loca, la virgen, la monja, y un largo etcétera. Al ver una fotografía de una mujer planchando, las redes sociales han reaccionado como era de esperar, relacionando a Yolanda Díaz con uno de estos arquetipos y criticándola duramente por ello. ¿Como va una líder política a aparecer planchando, una tarea históricamente atribuida a las mujeres? ¿Como puede presentarse a si misma de esa manera? ¿Así es como piensa defender los derechos de las mujeres?

Esta reacción es natural, y tiene parte de razón. Si las mujeres no hubiéramos intentado escapar de los arquetipos atribuidos a nosotras, probablemente seguiríamos subyugadas al ideal de la esposa perfecta. Sin embargo, esta crítica a Yolanda Díaz es en cierto sentido reaccionaria, y sin querer serlo, imposibilita que las mujeres podamos redefinir nuestra exposición pública. Si fuera Pedro Sánchez quien hubiera aparecido planchando, todo el mundo le habría aplaudido o, a lo mejor, habrían considerado natural una fotografía así y habría pasado desapercibida. Pedro Sánchez tiene la posibilidad de posar y exponerse como le de la gana, haciendo la tarea cotidiana que él considere más oportuna para mostrar, pues nadie, absolutamente nadie, va a juzgar lo que él esté haciendo. Nadie va a atribuir a Pedro Sánchez un arquetipo histórico del cual él tiene la obligación de huir. Así, podemos entrever un hecho muy notorio que sale a la luz, y por el que el feminismo lleva luchando desde hace siglos: la cuestión del universal. Esta cuestión fue principalmente desarrollada por Simone de Beauvoir, pero lleva en la crítica feminista casi desde sus orígenes.

Criticar la exposición de una mujer planchando llamándola clasista y machista elude el hecho de que la asociación de las tareas domésticas a la mujer es algo ya de por sí patriarcal

Las mujeres no tenemos acceso a la representación del universal, sino al arquetipo. Una fotografía de Yolanda Díaz planchando no la acerca a lo humano, a la mujer campechana y cotidiana, sino al arquetipo de la esposa perfecta. Con un hombre no sucede lo mismo, y ante esto no podemos apartar la mirada, como si no sucediera nada. Sin embargo, la solución no es criticar a Yolanda, sino que esto parte del problema. Criticar la exposición de una mujer planchando llamándola clasista y machista elude el hecho de que la asociación de las tareas domésticas a la mujer es algo ya de por sí patriarcal. Es, por tanto, una crítica que aparentemente parece feminista, pero que no lo es.

Las mujeres que critican a Yolanda Díaz por esta fotografía deberían replantearse que, si el propósito del feminismo es dejar de relacionar a las mujeres con los arquetipos tradicionalmente patriarcales, la última manera de hacerlo es criticar a una mujer por posar planchando. Ver a una mujer planchando como un reflejo de alguien subyugada al patriarcado es seguir manteniendo vivo la correlación entre tarea doméstica y mujer, imposibilitando que podamos expresarnos públicamente con la misma libertad que los hombres. Pensar que hay determinadas acciones que una mujer no debe mostrar públicamente por ser acciones patriarcales es, en definitiva, seguir dándole a esas acciones el peso que han mantenido históricamente. Es claro que, desde el feminismo, no hay que seguir dándole peso a los arquetipos históricos, ni mediante la ferviente devoción al arquetipo, ni tampoco mediante la demonización de las acciones atribuidas al mismo.

Las críticas a la fotografía son normales puesto que, por mucho avance histórico que hayamos conseguido, la psique colectiva y los arquetipos tradicionales siguen vivos en nuestro imaginario. Es natural que las feministas prefiramos ver una fotografía de Yolanda con el puño arriba, puesto que nos aleja más de los arquetipos tradicionales. Sin embargo, criticarla de anti-feminista e incluso de machista nos hace un flaco favor como mujeres. Inconscientemente haciendo esto seguimos manteniendo vivas realidades que queremos ver morir.

 

Que no se vea a una mujer planchando: la mujer y lo universal