Se han dicho muchas cosas serias sobre el asunto. Por eso es mejor decir ahora algo en broma. En efecto, al margen de las polémicas el verdadero problema de las tetas es que existe una sempiterna lucha entre la belleza que quiere ser eterna y la propia vida que la usa para su propio fin y le pone límite y fecha de caducidad. ¿No será lo ocurrido en el concierto, una buena excusa para hablar de Lorca? Desde luego que aquellas tetas no deberían molestar a nadie, y precisamente porque están de actualidad, para demostrarlo he buscado a un hombre de gran sensibilidad para hablar de la belleza femenina:
Casida de la mujer tendida
Verte desnuda es recordar la Tierra,
La Tierra lisa, limpia de caballos.
La Tierra sin un junco, forma pura
cerrada al porvenir: confín de plata.
Verte desnuda es comprender el ansia
de la lluvia que busca del débil talle
o la fiebre del mar de un inmenso rostro
sin encontrar la luz en la mejilla.
La sangre sonará por las alcobas
y vendrá con espada fulgurante,
pero tú no sabrás dónde se ocultan
el corazón de sapo o la violeta.
Tu vientre es una lucha de raíces,
tus labios son un alba sin contorno,
bajo las rosas tibias de la cama,
los muertos gimen esperando turno.
Pero más allá de la anécdota que suena a otro tiempo y tiene más que ver con una censura individual que una verdadera conducta obscena, me gustaría comentar que la eternidad de las tetas del poema también es deudora del “Collar de la paloma”, la obra maestra de Ibn Hazm. Un libro en el que ahonda en esa búsqueda de la verdadera esencia del amor y lo que tiene de eterno, algo que sin duda fue lo que inspiró a Lorca para escribir este magistral poema que enseña a mirar de forma sublime a la belleza femenina.
