viernes. 26.04.2024

En las últimas décadas la situación social de las mujeres españolas ha experimentado cambios de relevancia, en una sociedad que se transformó a gran ritmo a partir de valores como la libertad y la igualdad. Una igualdad que entre géneros está lejos de ser plena, a pesar de estar sustentada legalmente a través de normativas específicas como la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres[1]. Así se pone de relieve cuando se observa su realidad sociolaboral, mientras las más jóvenes encuentran rémoras, fundamentalmente por la maternidad, las que superan los 55 años son consideradas demasiado mayores e incluso “obsoletas” para el trabajo[2], observándose una notable brecha salarial de género, tanto en nuestro país, como en el contexto europeo.

Según informó Eurostat, hace unos días, a propósito del día Internacional de la Mujer, la brecha salarial de género en España ascendió en 2019 al 11,9 %, más de dos puntos por debajo de la contingencia en Europa (14,1 %), pero muy distante de Luxemburgo o Italia, con diferencias salariales del 1,3 % y del 4,7%. En nuestro caso ésta se amplía con la edad y supera el 34% entre los mayores de 65 años, la más elevada de la Unión Europea. Así las cosas, la Comisión Europea obligará a las empresas con más de 250 trabajadores a que hagan publica la brecha retributiva e impondrá sanciones para castigar la desigualdad.

Particularmente respecto a los indicadores del mercado de trabajo español, en el año 2019, la tasa de actividad femenina fue del 53,53% frente al 64,24% de los varones, la de empleo ascendió al 45,21% (56,38% la masculina), la de paro alcanzó al 15,55% y al 22,3%, respectivamente[3], y el porcentaje de las que estaban empleadas a tiempo parcial (10,9%) fue muy superior a la de los hombres (3,8%).

Sus desventajas respecto a los varones no guardan relación con los excelentes resultados que han alcanzado en el ámbito educativo. De hecho, la tasa bruta de mujeres que se graduó en 2019 en Bachillerato/Cou fue de 63,4% (48% los hombres) y la de las que alcanzaron estudios de grado llegó al 52,3% (33,8% los varones). Tampoco está en sintonía, tal como se recoge en el informe Women In Business del pasado año, con que el 34% de las mujeres ocuparan cargos de alta responsabilidad directiva o que un escueto 22,15% fueran Catedráticas de Universidad y de Escuela Universitaria.

En marzo de 2020 el grupo ClosingGap lanzó un índice para medir la brecha de género en España, analizando la evolución de la mujer en cinco esferas: empleo, educación, conciliación, digitalización y salud y bienestar. Nos emplazamos en el 64,1%, lo que significa que resta un 35,9% para cerrar la brecha, concretándose en 35 años si se sigue al ritmo del último lustro[4].

Lo anterior constata que muchas mujeres han ido tomando las riendas de sus vidas y haciéndose cada vez más autónomas e independientes. Sin embargo, persisten valores tradicionales, que conllevan una segmentación de los roles masculinos y femeninos en el ámbito familiar y en la vida pública. Las mujeres siguen dedicando más horas que los varones a las tareas domésticas, a pesar de que se han recortado las diferencias. La corresponsabilización suele ser mayor cuando los hombres tienen jornadas más cortas, trabajan en el sector público, disponen de niveles educativos altos, tienen pocos hijos, y sus mujeres cuentan con una alta cualificación, trabajan y perciben ingresos elevados.

Podría pensarse que este modelo más igualitario de relaciones entre géneros está más impuesto entre las nuevas generaciones de españoles, socializadas desde su nacimiento en valores de igualdad. Sin embargo, una investigación realizada en 2020 por la Universidad de Alcalá bajo el título La igualdad de género entre adolescentes en Castilla-la Mancha, en la que se incluyen los resultados de una encuesta realizada a 1.840 jóvenes de la región de 3º y 4º de la ESO, de 60 centros educativos, tanto rurales como urbanos arrojaron los siguientes resultados: el 50% de los encuestados valoraron que la sociedad española es machista, el 20% de los chicos juzgaron que los celos son un instrumento de demostración de amor a la pareja (aunque en realidad sea una forma de dominación). Para las chicas, el machismo era identificado con la idealización del amor y con argumentaciones como que “el amor es ciego”.  Creencias que generan prejuicios y estereotipos concretados en ideas como el del mito de la media naranja, el de la pasión eterna o el sostener que las “mariposas en el estómago” se mantienen de por vida.

Habría que hacer, pues, un ejercicio de autocrítica y reflexionar sobre las opiniones de estos adolescentes que, nacidos ya en el siglo XXI, reproducen valores propios de otros momentos históricos. ¿Qué interpretación cabe hacer, teniendo en cuenta que detrás de la posición simbólica de las mujeres versus varones en una determinada sociedad y tiempo hay factores, básicamente, económicos, culturales e ideológicos? Pues que todavía queda mucho por hacer respecto a la igualdad entre géneros, y que los jóvenes reproducen los roles que ven en sus familias, por parte del profesorado de sus centros educativos y sus grupos de pares, con especial relevancia, en nuestros días, a lo que les trasladan las redes sociales.

Además, es factible que en tiempos de crisis y de horizontes difusos para los adolescentes y jóvenes haya resurgido el machismo y, en su caso, comportamientos también cargados de agresividad, en una sociedad descubierta como darwinista y fuertemente competitiva (según el Consejo General del Poder Judicial en 2018 se juzgó a 249 menores por delitos de violencia contra la mujer). Una sociedad que algunos jóvenes podrían estar percibiendo como una “jungla”, en donde aflora la dimensión más primaria de lucha por la “supervivencia” y de protección hacia los considerados más débiles: las mujeres. Mujeres que para algunos varones, además de ser también competidoras, estiman deberían asumir funciones expresivas, de apoyo emocional y de sumisión a la figura sobredimensionada del varón defensor. A partir de estas informaciones es preciso reaccionar y articular cuantas medidas sean necesarias para que el Artículo 14 de la Constitución española, que proclama el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón de sexo, se sustancie sin impedimento alguno.

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[1] Véase, https://www.boe.es/buscar/pdf/2007/BOE-A-2007-6115-consolidado.pdf

[2] Fundación ADECCO, Mujer en riesgo de exclusión 2020. Véase, https://fundacionadecco.org/wp-content/uploads/2019/03/INFORME-MUJER-2020.pd

[3] Observatorio de las Ocupaciones 2020, Informe del Mércado de Trabajo de las Mujeres. Estatal. Datos 2019,  Véase, file:///C:/Users/M%C2%AA%20Rosario%20Sanchez/Downloads/imt2020_datos2019_mujeres.pdf

[4] Véase, https://closingap.com/wp-content/uploads/2021/03/Informe-Indice_ClosinGap_web.pdf

Mariposas en el estómago