jueves. 02.05.2024

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“Las defensas gastadas, /los gastos de Defensa” Mario Benedetti (1920-2009)
“Se empieza por el olvido y se acaba por la indiferencia”. José Saramago (1922-2010) 
Todo recuerdo es el presente, todo lo que se ha vivido existe ahora”. Novalis Georg Philipp Friedrich von Hardenberg (1772-1802) 
"La sífilis es evitable, el capitalismo todavía no". Pepe Mujica. Entrevista con Jordi Évole (2015)


Hay que ver, ¡cómo pasa el tiempo!, nuestra Organización del Atlántico Norte ya tiene 75 años -creación 04/04/1949-, va siendo ya una Entidad Senior con un desparpajo y unas ínfulas que bien merecen una expresión marxiana, de los hermanos Marx, se entiende, ¿no?: “más madera es la guerra”. ¡Qué de circunstancias, situaciones y hechos han acaecido en estos tres cuartos de siglo! 

Durante la Guerra Fría, con su antónimo comunista el Pacto de Varsovia, su militarismo fundamentalmente se basaba en la disuasión y el convencimiento del equilibrio del terror; es decir: destrucción asegurada en caso de conflicto nuclear. No obstante, la OTAN creció, pasó de sus 12 miembros fundacionales a los 32 actuales, extendiéndose, sin solución de continuidad desde el Báltico a los Balcanes (Mar Mediterráneo). Su máximo exponente, los EE.UU., líderes indiscutibles del Bloque Político-Militar son una entidad, como poco, expansiva y de presencia ubicua. Vamos una nadería: 254 bases e instalaciones militares en 159 países, con una dotación durante los períodos de estabilidad y no confrontación de unos 173.000 militares desplegados -en malos momentos para la lírica los efectivos fueron más de 400.000 soldados fuera de sus fronteras-; eso sí, para el desenvolvimiento de la Paz y la promoción extensiva de la Democracia. No faltaba más que creyesen ustedes, que semejante actividad de presencia bélica pudiera estar vinculada a la defensa de sus intereses oligárquicos y supremacistas de carácter imperial. De eso nada, monada.

Los miembros europeos de la OTAN se gastarán, en este año de 2024; 350.000 millones de euros en el ámbito de la Defensa

Pero hete aquí que, en 1991, la Unión Soviética implosionó. A partir de ese momento, los cruzados de la Democracia comenzaron a mostrar una actitud más proactiva, más expansiva, más “desasosegante”. Un movimiento telúrico “meció” el escenario geopolítico europeo y mundial; bueno, fundamentalmente, europeo; los otros con las guerras de baja intensidad, las miserias, corrupciones y veleidades colonialistas estaban bajo control. 

Inicialmente, los rusos y comunistas en general eran gentes razonables y sabían perder; por ello, se les hicieron vagas promesas de comprensión y no extensión del territorio OTAN, preservando la seguridad de las fronteras del nuevo país: la Federación Rusa. Pronto estos compromisos, nunca confirmados por Tratados escritos, fueron agua de borrajas. Por el contrario, después de un progreso complejo, la NATO se extiende de Rumanía a Finlandia; es decir que, en el momento actual, representa una frontera terrestre de 1.340 kilómetros. 

Olvidados viejos tiempos de distensión y Acuerdos Bilaterales con su contraparte, la OTAN despegó bélicamente, interviniendo directamente y arremangandose: antigua Yugoslavia (1999), Irak (2004, secundada por la OTAN entre 2004 y 2011 con su Misión de Asistencia y apoyo a las fuerzas de seguridad iraquíes), Kosovo (2004), Libia (2011, con su Operación Protector Unificado, sus ataques aéreos y navales, al margen de la delimitación de zonas de exclusión), Afganistán (2014, con la misión ISAF de la Alianza, siempre con Washington y sus intereses marcando el paso) y, por último, la Guerra de Ucrania (2022, ante la invasión criminal, condenable y execrable de la Federación Rusa). Bueno, no está nada mal.

Si les parece, ahora nos dedicamos a la más rabiosa actualidad y hablamos de la “pasta gansa” o gastos de Defensa; las cosas de comer. Aquello tan manido de tanques o mantequilla; la tita Margarita dice que ambas cosas son y pueden darse de forma simultánea. Pues bien, vamos allá: los miembros europeos de la OTAN se gastarán, en este año de 2024; 350.000 millones de euros en el ámbito de la Defensa, la carrera armamentística y su desenfreno de industria bélica. Se trata, ni más ni menos, que el mayor dispendio en armas y expansión militarista, en el viejo continente, desde el fin de la II Guerra Mundial. El Secretario General de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, propone un Plan para gastar 100.000 millones de euros, durante los próximos cinco años, en ayuda militar a Ucrania- ¡atención, habla de cinco años, largo nos lo porfía!, ¿guerra de desgaste? -; todo ello, al margen del cumplimiento estricto y exigente de aumentar al 2% el gasto de Defensa de los 32 países de la OTAN, muchos de los cuales 25 son además miembros de la Unión Europea (todos, menos Austria y Chipre). Ítem más, el “amigo americano” tiene en la “nevera” esperando la aprobación del Congreso de los EE.UU., la friolera de 60.000 millones de dólares de ayuda militar a Ucrania. Ya sé, ya sé, las cifras marean; pero las cosas son como son. 

Siempre es bueno hablar del futuro, de la flecha del tiempo. Saben ustedes, que los altos dirigentes de la Unión Europea, como respuesta a la cronificación de la Guerra en Ucrania, apuestan decididamente, por desarrollar una economía e industria bélica europea, que huya de la distensión y propague la carrera armamentística. Van a impulsar y ayudar a los 27 Estados miembros a gastar mucho más en armas, a crear una robusta industria bélica. Para ello, se endeudarán en la adquisición de las mismas, a través de los Eurobonos o los créditos del Banco Europeo de Inversiones (BEI), subvencionarán a los Estados si las compras son conjuntas; la deuda contraída no se computará como déficit público (¡creatividad contable!) y, como traca final, eliminarán el IVA de las armas. Las mujeres pagarán IVA por las compresas o la leche infantil, pero las armas no. ¡Cómo para desdeñar las próximas elecciones al Parlamento Europeo! ¡Son, sencillamente, importantísimas, por esta y por otras muchas razones vitales! Despierten, les van a colocar un complejo militar-industrial europeo al lado de tu casa.

Créanme, de verdad, yo no me he vuelto loco. Todos los datos son públicos y están disponibles. Saben ustedes, que la única vez que tuve una sensación de amargura, de tremenda frustración política, individual y humana, fue cuando el Referéndum de la OTAN, sobre la permanencia de nuestro país en la Alianza -12 de marzo de 1986-. Ese día, yo estuve de interventor en una Mesa Electoral del barrio de Moncloa.

Regresé, al finalizar el escrutinio- obviamente, en mi mesa perdió el NO-, sólo en el viejo 850 amarillo de mi padre. Escuchaba, por la radio, los resultados nada halagüeños para los que, en aquel entonces, nos considerábamos la Izquierda Transformadora No Socialdemócrata. Dos lagrimones cayéndose mejillas abajo. Es la única vez, en mi vida, que el desconsuelo me asoló, porque estaba; no sé por qué, absolutamente convencido que la izquierda sociológica de nuestro país iba a ganar el Referéndum. Estoy acostumbrado a perder, a considerarme minoría y aceptarlo democráticamente, sin remilgos; pero aquello me conmovió. La verdad es que la Socialdemocracia era bifronte, como casi todo en la existencia. Me niego a ser tan sectario para no reconocer su participación esencial en el progreso y dinamismo económico-social. Venga, hablando en serio, nosotros éramos la izquierda marxista, comunista, progresista y democrática hasta la médula, pero fratricida, desunida, autoflagelante y penitente. ¿Cómo somos ahora? 

En forma de anáfora, una figura retórica, les dejo junto con este texto una poesía- no todo iba a ser prosa-, que se titula: “Ahora, con dos guerras traidoras”. Si les apetece, leanla. Muito obrigado. 

La OTAN de cumpleaños: “más madera, es la guerra”