viernes. 03.05.2024
Mayo de 1983: comienzan las protestas contra la dictadura pinochetista
Mayo de 1983: comienzan las protestas contra la dictadura pinochetista

Javier M. González | @jgonzalezok |
Gabriela Máximo | @gab2301 | 

El 11 de mayo de 1983 ni el gobierno ni la oposición lo sabían, pero comenzaba la decadencia del régimen pinochetista. Ese día se produjo la primera de las jornadas de protesta que conmovieron a Chile, con más de 100 muertos y miles de heridos a lo largo de los próximos meses. Las manifestaciones fueron espoleadas por la gravísima crisis económica y social que había comenzado el año anterior. Las protestas pusieron en jaque uno de los argumentos de la dictadura, con el que pretendía lograr legitimación: el del éxito del programa económico neoliberal, que llevaría prosperidad para la mayoría de los chilenos. 

Pie de foto: Primeras manifestaciones contra el régimen pinochetista
Primeras manifestaciones contra el régimen pinochetista

En las calles, los ciudadanos inauguraban una nueva etapa que culminaría en 1988, con la derrota de Pinochet en el plebiscito, en el que se decidía la permanencia del dictador por otros ocho años. 

En el comienzo de las protestas, ese 11 de mayo, casi diez años después del golpe, miles de personas salieron a las calles en Santiago y otras ciudades, con un gran cacerolazo. La protesta fue convocada por la Confederación de Trabajadores del Cobre, liderada por Rodolfo Seguel, militante demócrata cristiano. El éxito de la iniciativa sorprendió a la clase política -que había sido escéptica sobre su viabilidad- y al propio gobierno, que respondió clausurando temporalmente Radio Cooperativa, una emisora que sería fundamental en los años siguientes. Una semana después del paro, un furioso Pinochet denunciaba un presunto plan soviético para dañar su imagen, fustigando a la dirigencia partidaria que se escondería tras los trabajadores para promover el desorden. 



Ese 11 de mayo, casi diez años después del golpe, miles de personas salieron a las calles en Santiago y otras ciudades, con un gran cacerolazo

En 1983 se había relajado la represión y se habló de una apertura política, coincidiendo con la llegada al ministerio del Interior de Sergio Onofre Jarpa. Pero las jornadas de protesta tuvieron una respuesta implacable por parte de la dictadura, que se encontró con una sociedad que empezaba a organizarse y a protestar, unos partidos opositores que salían de los varios años de hibernación a que habían sido sometidos por el régimen y algunos medios de comunicación -sobre todo radios y revistas- que, aun teniendo que enfrentar la censura y las sanciones, supieron aprovechar las posibilidades de volver a ejercer su función genuina. 

A partir de esta primera protesta se sucedieron otras, con periodicidad aproximada de un mes entre una y otra, y con creciente seguimiento, provocando niveles de represión también renovados por parte de la dictadura. Un editorial del diario oficialista “El Mercurio” del 13 de mayo, afirmaba que estos hechos eran el más serio desafío con que se había enfrentado el gobierno desde el 11 de septiembre de 1973. En el segundo paro, el 14 de junio, también convocado por Seguel -que fue detenido-, hubo tres muertos. “A los señores políticos les digo desde acá que ligerito los vamos a mandar a sus covachas para que terminen sus problemas”, reaccionaría Pinochet. Las protestas continuarían casi todo 1984, hasta que en noviembre de ese año el gobierno declaró el Estado de Sitio y el toque de queda, clausura todas las revistas de oposición y lleva a cabo allanamientos masivos en poblaciones, con detenciones y destierros. No obstante, al poco tiempo las protestas se reanudaron, mientras las fuerzas políticas seguían reorganizándose. 

Protestas en el Parque O'Higgins (1 de mayo de 1984).
Protestas en el Parque O'Higgins (1 de mayo de 1984).

En el mes de agosto del 84 se creó la Alianza Democrática, que integraron en un primer momento el Partido Demócrata Cristiano, el Partido Radical, el Partido Socialdemocracia, USOPO y Democracia Republicana. A lo largo de las próximas semanas se sumarían el sector renovado del PS de Carlos Briones y el Partido Liberal. La Alianza Democrática se da a conocer con el documento Manifiesto Democrático. En septiembre los partidos de izquierda que no estaban incluidos en la alianza formarán el Movimiento Democrático Popular. 

Unos días después de la creación de la Alianza Democrática se convocó una nueva jornada de protesta, la cuarta, esta vez impulsada por el Partido Demócrata Cristiano, con las siguientes propuestas: convocatoria de una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución; renuncia del general Pinochet a la presidencia; y establecimiento de un gobierno provisional para una breve transición. El gobierno desató una durísima represión, con un saldo de 26 muertos. 

Las protestas continuarían casi todo 1984, hasta que en noviembre de ese año el gobierno declaró el Estado de Sitio

Cuando se impuso el Estado de Sitio, el 4 de noviembre de 1984, el gobierno intentaba impedir que se publicara la entrevista que la periodista Mónica González le había hecho en la revista “Cauce” a Andrés Valenzuelael Papudo Valenzuela, exagente y desertor de la Fuerza Aérea. En la entrevista, el militar dio un testimonio directo sobre las torturas, muerte y desaparición de militantes de izquierda. Habló de métodos de exterminio, nombres de agentes, centros de reclusión y destino de los cuerpos de los detenidos-desaparecidos. Muchos, dijo, fueron quemados y enterrados en fosas comunes o arrojados al mar desde el aire. También ofreció detalles sobre militantes quebrados por la tortura que pasaron a cooperar con la represión.

Protestas en el 1 de mayo de 1984
Protestas en el 1 de mayo de 1984

Con el cierre del semanario, la entrevista no se pudo publicar en Chile, pero saldría en el “Diario de Caracas”, los días 7, 8 y 10 de diciembre. El título de la primera entrega era “La tortura en el régimen de Pinochet: once años de crímenes relató un esbirro arrepentido”. La nota tuvo una introducción del periodista chileno exiliado Carlos el Negro Jorquera, que había estado el 11 de septiembre acompañando al presidente depuesto Salvador Allende en el Palacio de la Moneda, en la que afirma: “Hay fundado temor por la vida de Mónica González. Es de esperar que esta entrevista convenza a la CNI de que ya no vale la pena asesinarla”.

En medio de la crisis económica que golpeaba a la población, el dictador se vio envuelto en polémicas que pusieron en duda su autoproclamada honestidad y desgastaron su imagen, incluso entre un sector de sus partidarios. La mismaperiodista Mónica González, había publicado sendos reportajes en 1984 con la construcción de dos mansiones, llenas de lujos y caprichos, para uso exclusivo del dictador y su familia. Una en el barrio capitalino de Lo Curro, la otra en El Melocotón, en El Cajón del Maipo, estribaciones de los Andes.

En los diez primeros años de dictadura, Pinochet había superado algunos trances importantes, pero se mantenía firme e imponiendo de forma rígida sus posiciones. Salió indemne de la crisis económica de 1975 y superó el conflicto interno de la Junta Militar, logrando la renuncia del general Gustavo Leigh, el jefe de la Fuerza Aérea, que venía planteando sus divergencias con el rumbo que le imprimía Pinochet al gobierno. Pero ahora el régimen había perdido el control de la calle y, en parte, la iniciativa política. Los partidos, aún ilegalizados, formaban parte ya de la dinámica nacional.

PLEBISCITO

Sin embargo, habría que esperar hasta 1988 para decretar la primera gran derrota de la dictadura. La Constitución de 1980, redactada por el régimen, estableció que Pinochet sería el presidente por ocho años contados a partir de la promulgación de la Carta. Al terminar este período el régimen sometería su continuidad a un plebiscito popular. En caso de victoria, Pinochet u otro nombre indicado por los comandantes en jefe seguiría en el poder hasta 1997. La derrota significaría la convocatoria de elecciones presidenciales libres.

La oposición no reconocía la legalidad de la Constitución pinochetista de 1980 y dudaba en aceptar sus reglas, que incluían el plebiscito. En ese momento, Patricio Aylwin, dirigente demócrata cristiano, tuvo un papel importante al plantear que se aceptase la Constitución de la dictadura como un hecho, con el fin de cambiarla y abrir paso a una transición a la democracia. 

Partidos que habían sido enemigos durante el gobierno de la Unidad Popular se unieron, y el 2 de febrero, ocho meses antes del plebiscito, crearon la Concertación de Partidos por el NO. Por primera vez la oposición -de izquierda y centro derecha- se unía para derrotar a la dictadura.

El resultado del plebiscito fue 55,9 % para el NO y 40,1 % para el SÍ, cifras que sorprendieron a Pinochet que, según versiones, estuvo tentado de desconocer

Personas en las calles de Santiago celebrando el triunfo del No en el plebiscito de 1988
Personas en las calles de Santiago celebrando el triunfo del No en el plebiscito de 1988

La Junta, por su parte, mantuvo durante algunos meses la incertidumbre sobre quién debería ocupar la presencia en caso de que el plebiscito asegurase otros ocho años de sobrevida al régimen. El almirante José Toribio Merino, Comandante en Jefe de la Armada, dijo a “The Economist” que el candidato debía ser un civil, de centroderecha, con las cualidades necesarias para presidir la transición hacia una democracia plena. Merino tuvo el apoyo del jefe de la Fuerza Aérea y el de Carabineros. Los tres serían vencidos y Pinochet fue presentado como el nombre de consenso de las FF.AA.

Pinochet estaba seguro de la victoria, teniendo en cuenta que la economía crecía, la inflación estaba controlada y las encuestas que le llegaban le garantizaban la mayoría. Pero no calculó el poder de movilización de los opositores. Juzgó que los 15 minutos del espacio electoral en televisión, colocado a las once de la noche, no lo vería casi nadie. Y no contó con que los espacios de la oposición fueron mucho más creativos y atractivos que los del gobierno. Otro dato clave es que el 92,1 % de los chilenos en edad de votar se había inscrito en los registros, la cifra más alta en la historia del país. 

El resultado fue 55,9 % para el NO y 40,1 % para el SÍ, cifras que sorprendieron a Pinochet que, según versiones, estuvo tentado de desconocer. En entrevista a Televisión Nacional (TVN), el canal estatal chileno, el general Fernando Mattheidijo años más tarde que en la noche del plebiscito Pinochet pidió el acuerdo de la Junta de Gobierno para sacar tropas a las calles y les presentó un decreto para la firma en el que se le otorgaban amplios poderes, siendo rechazado por los otros integrantes de la Junta. 

Después de 17 años de dictadura, la sociedad chilena le dijo no al tirano, aunque éste siguió proyectando la sombra de su poder durante demasiados años

La divulgación de los resultados llegó a ser interrumpida cuando el NO se convirtió en mayoría. Cuando su derrota establa clara, Pinochet declaró, según registro que se puede leer hoy en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago: “No me voy. No importa lo que pase”. 

El embajador de los EE.UU., Harry Barnes, ya había advertido en un cable secreto, enviado a Washington la víspera del plebiscito, que Pinochet se disponía a dar un golpe para invalidar su eventual derrota, usando la violencia a gran escala para retener el poder. “El plan de Pinochet es simple: a) si gana el SÍ, perfecto; b) si la lucha es muy reñida, recurrirá al fraude y la coerción; c) si los votantes se inclinan claramente por el NO, empleará la violencia y el terror para poner fin al proceso. Para ayudar a crear la atmósfera de represión necesaria, la Central Nacional de Informaciones protagonizará actos violentos antes y durante el 5 de octubre. Los más cercanos a Pinochet se han dado cuenta de que tienen muchas posibilidades de perder por lo que es muy probable que se ponga en práctica la tercera opción, que acarrearía una pérdida substancial de vidas”, concluye el documento ahora desclasificado. 

Pero en esa noche hubo dos intervenciones fundamentales para evitar el fraude. En primer lugar, la del líder del partido de derechas Renovación Nacional, Sergio Onofre Jarpa -ex ministro del Interior de la dictadura- que dijo en el programa televisivo De cara al país, que la tendencia del NO era clara. Antes de empezar el programa, al encontrarse con Patricio Aylwin en el camarín de maquillaje, le dio la mano y le dijo: “Te felicito, ganaron”. La otra declaración importante fue la del general Matthei, jefe de la Fuerza Aérea que, camino a la reunión de los miembros de la Junta con Pinochet, manifestó: “Tengo bastante claro que ganó el NO, pero estamos tranquilos”. 

Finalmente, Pinochet aceptó el resultado. Pasada la medianoche, los ministros fueron convocados al despacho presidencial, donde el dictador les dijo: “Señores, el plebiscito se perdió, quiero sus renuncias de inmediato. Es todo”. 

De esta manera, después de 17 años de dictadura, la sociedad chilena le dijo no al tirano, aunque éste siguió proyectando la sombra de su poder durante demasiados años, condicionando la transición y los primeros gobiernos de la democracia. Después del plebiscito, pasó aún un año hasta que se pudieron celebrar elecciones libres. Pinochet dejó el Palacio de la Moneda, pero siguió comandando el Ejército hasta 1998 y después fue senador vitalicio. Moriría sin pagar por los crímenes cometidos durante su gobierno, aunque tuvo que pasar por el trago de su detención en Londres durante un año y medio (16 de octubre de 1998 a 2 de marzo de 2000). 

 

EL DEDO ACUSADOR DE RICARDO LAGOS

JGM y GM

Ricardo Lagos
Ricardo Lagos

En 1988, año del referéndum, hubo una pequeña apertura hacia los partidos políticos opositores, con espacios en la televisión. Fue el caso del programa De cara al País, transmitido por Canal 13 y presentado por la periodista Raquel Correa. Fue en ese programa, el 25 de abril, en el que Ricardo Lagos fundador del Partido por la Democracia (PPD) y que sería presidente de Chile en 2000, tuvo una intervención histórica, aunque solo duró un minuto y 49 segundos. Será recordada por su apelación directa a Pinochet, señalándole con su dedo índice y mirando a cámara, algo inconcebible todavía en dictadura:

 “Creo indispensable que en este momento el país tenga claro que habremos impedido que el general Pinochet esté 25 años en el poder. El general Pinochet no ha sido claro con el país. Primero dijo, usted, general Pinochet, que acá había metas y no plazos. Después, general Pinochet, tuvo plazos, y planteó su Constitución del 80. Le voy a recordar, general Pinochet, que usted el día del plebiscito de 1980 dijo, presidente Pinochet no será candidato en 1989. La cámara está enfocando, espero [mientras muestra un recorte de “El Mercurio”]. Y ahora le promete al país otros ocho años con tortura, con asesinato, con violaciones a los derechos humanos. Me parece inadmisible que un chileno tenga tanta ambición de poder para pretender estar 25 años en el poder”. 

“Y ahora le promete al país otros ocho años con tortura, con asesinato, con violaciones a los derechos humanos. Me parece inadmisible”

Ante el intento de la periodista de interrumpirlo, Lagos prosigue: “Raquel, usted me va a excusar, hablo por 15 años de silencio y me parece indispensable que el país sepa que tiene una encrucijada y una posibilidad de salir de esa encrucijada civilizadamente, a través del triunfo del NO”. 

La intervención de Lagos enfureció a Pinochet, que dijo: “Digo a los malos chilenos que nos insultan en televisión, porque saben que nos encontramos en democracia y que no les haremos daño, tengan cuidado, porque la paciencia tiene un límite y ese límite ya se acaba”. 

“CHILE, LA ALEGRÍA YA VIENE” 

JGM y GM

La campaña televisiva del NO tuvo dos grandes aciertos. En primer lugar, una música pegadiza con el estribillo de “la alegría ya viene”, que representaba la idea de derrotar el miedo y generar confianza y esperanza en el futuro. La segunda, el símbolo del arco iris que aparecía de fondo en el espacio. El programa tuvo como cara visible a Patricio Bañados, un conocido hombre de la radio y la televisión, que ocho años antes había tenido un gesto de enorme valentía: en plena dictadura se negó a leer en cámara un texto manipulado sobre una reunión opositora contra la Constitución de 1980. Sobre la marcha, cambió el texto, evitando las descalificaciones a la oposición. Al acabar el programa fue expulsado del canal. 

La campaña del 'No' de Chile en 1988, considerada una de las mejores de la historia, se basó en la emocionalidad positiva
La campaña del 'No' de Chile en 1988, considerada una de las mejores de la historia, se basó en la emocionalidad positiva

“Mientras la franja del SÍ, aparte de ensalzar a Pinochet y a sus quince años de régimen dictatorial, insistía en descalificar a los opositores, revivía la campaña del terror y azuzaba la división entre los chilenos, la del NO expresó de múltiples maneras sentimientos de unidad nacional, respeto a las personas, anhelo de justicia, solidaridad, esperanza y alegría”, escribiría años más tarde Patricio Aylwin en su libro El reencuentro de los demócratas.

En el cierre oficial de la campaña opositora intervinieron Quilapayún e Isabel Parra. Joan Manuel Serrat fue retenido en el aeropuerto, sin poder participar

En el cierre oficial de la campaña opositora intervinieron artistas como el grupo Quilapayún e Isabel ParraJoan Manuel Serrat fue retenido en el aeropuerto, sin poder participar. El único orador fue Aylwin, aunque se leyeron mensajes de Hortensia Bussi, viuda de Allende, y de María Ruiz Tagle, viuda del expresidente democristiano Eduardo Frei.

 Aylwin, que luego sería primer presidente de la democracia recuperada, sostuvo que la apertura a un espacio de libertad de quince minutos diarios de televisión “había bastado para destruir quince años de monopólica y majadera propaganda televisiva”, y derrumbar el mito de un régimen que solo representaba a una minoría arrimada a la sombra del poder militar”. El día 1º de octubre, la oposición cerró su campaña llevando más de un millón de personas a las calles de Santiago, en la Marcha de la Alegría. 

Con la campaña oficialmente terminada, la dictadura organizó caravanas a favor del SÍ, ampliamente cubiertas por el canal oficial, y se empezaron a propagar rumores que tenían el sello de operaciones de inteligencia. Se esparció la historia de que se estaban repartiendo armas en las poblaciones pobres que rodean la capital. Y que habían desaparecido autobuses policiales, que serían utilizados el día del plebiscito para llevar a cabo un acto terrorista. Y la víspera hubo un apagón que dejó sin luz durante un par de horas a casi toda la capital. En Alemania y en EE. UU. los embajadores chilenos fueron convocados para advertirles su rechazo a una posible suspensión del plebiscito. 


javier_m_gonzalez


Javier M. González | Corresponsal de RNE en América Latina y en Alemania. Cubrió información de Chile desde la transición hasta la muerte de Pinochet.


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Gabriela Máximo | Periodista brasileña de política Internacional. Cubrió diversos acontecimientos en América Latina y África para Jornal do Brasil y O Globo.


El ocaso de la dictadura: de las protestas al plebiscito