En un clima de extrema violencia los ecuatorianos elegirán este domingo al sucesor del presidente Guillermo Lasso.
Tras una campaña oscurecida por el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, Ecuador llega a las urnas en un marco inédito, en el que el crimen organizado y el narcotráfico ponen en jaque la seguridad y amenaza el orden democrático del país.
Antes del asesinato de Villavicencio las muertes violentas se habían quintuplicado. En Guayaquil, la capital financiera de Ecuador, los asesinatos aumentaron un 65 por ciento en el trascurso de 2023. La ola de terror en la que está inmerso el país ha generado la acción de sicarios y bandas de delincuencia organizada y del narcotráfico que extorsionan a comerciantes a los que ofrecen “protección”; coimas que en Ecuador se denominan “vacunas”. “La gente que no puede pagar es asesinada en plena calle”, sostiene Alex Flores, miembro de la Plataforma Va Por Ti Ecuador.
Hay en curso una guerra entre carteles de México y Albania que disputan territorios. Los asesinatos de tinte político tienen un componente narco. Según Flores, “Ecuador se ha convertido en un paraíso fiscal, en una guarida fiscal. Un país que tiene una economía dolarizada es una joya para los carteles del narcotráfico. Y sobre todo porque el lavado del dinero sucio no se lo hace en instituciones públicas como puede ser el Banco Central de Ecuador, se lo hace en bancos privados. Y da la casualidad que el señor Guillermo Lasso es el dueño del Banco de Guayaquil, uno de los principales bancos del Ecuador. Los asesinatos no pasan por el interés político sino que son del interés del narcotráfico”.
Trece millones de ecuatorianos están habilitados para votar presidente y vice, elegir 137 legisladores y opinar Sí o No a que continúe la explotación petrolera en la reserva de Yasuní, un parque de una riqueza inusual ubicado en la región amazónica. Quienes viven en el cantón Quito, además, autorizarán o vetarán la explotación de minerales en bosques del Chocó Andino, en los alrededores de la capital.
