domingo. 28.04.2024
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Susana Gutiérrez

En octubre de 2023 Literatura Random House lanza una bellísima edición de La Campana de Cristal, conmemorando los sesenta años de la primera publicación de esta mítica novela. Se trata de un objeto hermoso en sí mismo, un homenaje de tapas duras donde el texto de Sylvia Plath se combina con las deliciosas ilustraciones de Sonia Pulido, Premio Nacional de Ilustración 2020. La propuesta rescata el magnífico prólogo que escribió Aixa de la Cruz para una edición del año anterior, en la que también se actualizó su traducción al español con Eugenia Vázquez Nacarino.

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La Campana de Cristal sacude y mueve, muchísimo. También es un texto fluido que se lee con disfrute y que engancha desde la primera página. La novela cuenta en primera persona la historia de Esther Greenwood en un verano en que ha ganado una prestigiosa beca para trabajar en una revista femenina de moda en Nueva York. Desde ahí la protagonista va narrando su descenso a los infiernos, tras una serie de desencuentros entre compañeras, su jefa, editores y varios candidatos a ligues. Todo en un particular viaje a través de sus recuerdos, hacia su total deterioro mental, el de una joven que no consigue encajar ni conectar con nada de lo que tiene alrededor. La novela tiene una estructura muy sencilla, se percibe una división en dos partes marcada tanto por el lugar donde se encuentra la protagonista, primero Nueva York, después de vuelta a su lugar de origen en una pequeña ciudad residencial. En la gran urbe está despierta y es muy crítica con lo que vive, en su casa transita hacia un modo de supervivencia marcada por la ansiedad y la depresión más profunda, donde su capacidad crítica no merma, pero está repleta de dolor.

Por sus páginas van desfilando personajes que salen mal parados, tanto hombres como mujeres. Vivencias que tamizadas por la joven resultan ridículas, como si todos se dejaran llevar por lo que supuestamente deben hacer. Un deber grotesco y absurdo marcado por una sociedad en la que todos parecen creer menos ella y Esther. En última instancia la única “amiga” con la que llega a identificarse Joan. El talento de la autora se visibiliza en lo que tantas mujeres hemos sentido y sufrido en nuestros años de tránsito hacia la edad adulta: lidiar con los pequeños y grandes abusos machistas, convivir con un modelo impuesto desde el patriarcado como forma de control, y soportar la presión de elegir entre el deseo y el deber, un deber femenino que invade todos los aspectos de la vida.

La Campana de Cristal es un icono del feminismo por que desde su total ironía e inteligencia irrumpe y da voz a las mujeres anticipándose a su época

La Campana de Cristal es un icono del feminismo por algo, desde su total ironía e inteligencia, irrumpe y da voz a las mujeres anticipándose a su época. Es un texto en el que su protagonista despierta su conciencia feminista sin saberlo y toma partido por ella misma. Increíble descubrir en su prosa todo un repertorio de agresiones que van desde un intento de violación, un parto instrumentalizado o un apoteósico momento de mansplaining, a la infantilización y el deshumanizado trato de los médicos a sus pacientes femeninas. Al tiempo que explora una critica a la sociedad desde la mirada de una enfermedad aún muy estigmatizada, la enfermedad mental. La Campana de Cristal asombra y alumbra por su contemporaneidad.

También es un texto cargado de bellísimas imágenes, desde su propio título, una metáfora del espacio opresivo sentido por su heroína, al tiempo que transparente, que le permite ver lo que los demás no son capaces. O la aparición de la hermosa secuencia de la higuera, el mito de un árbol cargado de frutos que simbolizan los diversos caminos de la vida entre los que es posible elegir, ramificaciones que se vuelven turbias bajo una tensión explicita: el fruto elegido aniquila letalmente cualquier otra posibilidad, incapaz de decidirse por una o por otra, permite que la fruta se pudra. En otra parte del libro la literatura y sus referentes brillan por sí mismos, cuando Esther, aventajada estudiante de letras, empieza a sentir su locura porque se da cuenta de que es incapaz de leer al Finnegans Wake, la novela críptica de James Joyce. Animada por su madre, trata de aprender taquigrafía, para descubrir un leguaje aún más críptico.

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Sylvia Plath

La novela es autobiográfica aunque lo vuelca en un tono caricaturesco e irónico. Es difícil leer el texto sin dejarse contaminar por lo que sucedió tras su publicación. Sylvia Plath publicó en Inglaterra la narración bajo el pseudónimo de Victoria Lucas. No deseaba que la escritura fresca y directa de este texto enturbiara el prestigio que su poesía confesional, caracterizada por su complejidad y simbolismo. Solo un mes después se suicidó, tenía treinta y un años. Leer en el año 2024 esta novela mueve, porque es inevitable no empatizar con ese trágico final sin leer el texto como un presagio de su muerte. Y ese es el gran reto que como lectores actuales le debemos a su autora. Desapegar la vida de la obra para comprender lo que trataba de comunicar en toda su dimensión.

La autora, que en vida tuvo que luchar con el canon masculino, sufrir la bipolaridad, lidiar con la depresión y con la dificultad de conciliar su trabajo de escritora con la crianza y las obligaciones del matrimonio, tenía mucho que contar en esta novela, para ella la escritura no solo era una vía de escape, era la única forma de atravesar las complejas luchas de su vida. En una entrada de su diario datada en 1957, escribe, comentando sus impresiones tras su lectura de Las Olas de Virgina Woolf “hacer que el instante adquiera permanencia. Esa es la tarea de una vida. (…) Mi salvación consiste en crear cuentos, poemas, novelas a partir de mi experiencia: eso explica, o mejor, esa es la razón de que sea bueno que haya sufrido y haya estado en los infiernos...”.

Sylvia, en la época que concibió la Campana de Cristal, se levantaba muy temprano para poder escribir. En esas madrugadas también compuso sus poemas más aclamados, recopilados postumamente en el poemario Ariel. Tenía dos niños muy pequeños a su cargo, el menor de apenas un año, la mayor, con algo más de dos. Estaba sola. Cómo no comprender de donde brotaba esa gran tristeza, esa furia y esa necesidad de expresión. Qué capacidad de escritura y de explicar el mundo, su mundo con todo su dolor y desgarro. Leer la Campana de Cristal ahora mueve porque impresiona comprobar que sesenta años después, las vivencias, dilemas y violencias que describe Esther Greenwood también son las nuestras, como muy bien explica Aixa de la Cruz en el prólogo, el texto se tiene que leer como “la manifestación de algo que no se puede reducir a lo anecdótico porque es estructural y colectivo”. Si la novela es una feroz crítica a una estructura machista y patriarcal, esta claro que, aunque haya avances, la estructura en la que nos movemos sigue siendo la misma, de ahí su vigencia.

Pese haberse interpretado el texto como el retrato de una escritora suicida, en realidad se trata de un texto tremendamente vitalista

Me gusta pensar que se desde las páginas de este clásico se revela también otro tipo de movimiento que, tal vez Sylvia Plath buscó al compartir su criatura literaria: provocar cierta empatía en el lector. Porque nadie en la novela es amable, pero cuando los lectores hemos acompañado a su heroína hacia su autodescubrimiento, un tanto forzado por su situación clínica, vemos que al final resulta ser un viaje luminoso que le lleva a decirse a sí misma, soy, soy, soy y nos emocionamos. Y descubrimos que, pese haberse interpretado el texto como el retrato de una escritora suicida, en realidad se trata de un texto tremendamente vitalista.

Destacar cómo en esta edición ilustrada, el trabajo de Sonia Pulido enfatiza esta interpretación más luminosa y nos propone acercarnos a la obra en sí misma desde su visión regeneradora. Lo logra a través del uso de colores vibrantes y la forma de viñetas, viñetas que se vacían a medida que va cambiando Esther y van creando una narrativa propia.

En algún lugar leí o escuché que los libros son cartas que se envían al futuro. Siento que La Campana de Cristal es un conjunto de cartas que me ha enviado una amiga, pero no es una amiga tan cercana, más bien se trata de una conocida que necesita comprensión ante una experiencia difícil y muy solitaria, en el fondo humana y la de muchas de nosotras.

O explicado por la misma Sylvia Plath: 

Escribir abre las criptas de los muertos y de los cielos tras los cuales se ocultan los ángeles proféticos… (fragmento de su Diario, 17 de julio, 1957)

(…) El azúcar lo cura todo, dice la
Amabilidad.
El azúcar es un fluido necesario.
Sus cristales actúan como un pequeño
cataplasma.
Ah querida amabilidad,
¡Con cuanta dulzura recoges los

pedazos esparcidos! (...)

(Fragmento del poema La Amabilidad, 1963)

60 años de 'La campana de cristal': una carta al futuro de Sylvia Plath