miércoles. 01.05.2024
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Caricatura de Pavía durante el golpe, en La Madeja Política, dibujo de Tomás Padró Pedret.

Una de las características más típicas del régimen político de la Restauración lo constituyen el desfase entre el país legal y el país real, la oligarquía y el caciquismo.

La Constitución del año 1876 implantaba en España una Monarquía parlamentaria, análoga al modelo británico. La aplicación del principio básico de la soberanía nacional compartida, concedía a la Corona además de las atribuciones típicas, un poder moderador supremo, que le convirtió de hecho en el árbitro máximo del ejercicio del turno.

Las crisis ministeriales parciales o totales, las alternativas en el ejercicio del poder, se decidían entre las altas esferas políticas, al margen del Parlamento, sobre la base de la iniciativa monárquica, que decidía primero la persona encargada de formar Gobierno, le otorgaba después el decreto de disolución de Cortes y la posibilidad de fabricar una elecciones que le permitieran tener una mayoría parlamentaria holgada.

OLIGARQUÍA, LA ELITE POLÍTICA Y ECONÓMICA

El carácter oligárquico del régimen se ve si se analiza la estrecha relación entre las elites sociales y económicas. Se planteó la formación de un bloque de poder dominante, constituido en base a la alianza de la aristocracia terrateniente y la alta burguesía financiera. El bloque de poder estaría formado por dos grupos sociales dominantes:

 - Los grandes propietarios terratenientes, no sólo los antiguos nobles, sino los nuevos propietarios, compradores de tierras desamortizadas, todos o en su mayoría ennoblecidos.

 - La alta burguesía, tanto la de negocios, como los empresarios de la gran industria ascendente y los comerciantes y empresarios llegados a sectores agrícolas en auge.

Eran las mismas personas quienes coincidían en el control de la gran propiedad agraria, las finanzas y los grandes negocios. Enlaces familiares, y los consiguientes ennoblecimientos, venían a reforzar el proceso de integración de la alta burguesía en el bloque del poder oligárquico.

Al margen de este bloque quedaba una fracción de la alta burguesía, compuesta por los empresarios catalanes de tipo medio y algunos empresarios de nuevos sectores en auge en el País Vasco y Asturias.

Esta burguesía, no integrada en este bloque, estaba marginada del sistema de partidos dinásticos, y serán la base de los partidos nacionalistas y republicanos antidinásticos, que se presentaría como alternativo en la crisis del sistema, en el período de los años 1917-1923.

Las divisiones y escisiones en los partidos políticos no se debían a diferencias ideológicas o programáticas, sino a tensiones en el ámbito de su clientela. Se trataba de partidos oligárquicos, estrictamente jerárquicos, donde el sistema de nombramiento de los jefes provinciales respondía a los mismos métodos caciquiles de elecciones de diputados.

En cada cambio del partido de turno cambiaban entre 50.000 y 100.000 cargos públicos. Cada partido político disponía de los correspondientes equipos de personas. El de los diputados y altos cargos.

El objetivo central de la carrera política era llegar al Congreso. Antes había que hacer un cursus honorum, demostrar sus cualidades personales, en última instancia, demostrar la capacidad para desempeñar el puesto parlamentario. El cursus honorum del político profesional debía constar

 - Cargos municipales como concejal o provincial como diputado.

 - Diputados nacionales.

 - Gobernador civil, director general y subsecretarios.

 - Ministros, primero de Instrucción Pública o Fomento, finalmente de Gobernación o de Estado, cotas máximas antesala de la presidencia del Consejo de Ministros.

Las condiciones básicas eran, la fidelidad al jefe, estabilidad en el distrito en el que había sido elegido diputado. Se produce el fenómeno de la profesionalización de la política, la separación entre el hombre de negocios y el político profesional. Se plantea la distinción entre dos tipos de políticos: el notable y el político profesional.

El notable era hombre representativo de algún sector económico, que ocupa generalmente un puesto de senador, y no se dedica a la política sino de forma muy secundaria. Su posición política proviene de su predominio económico, que le permite mantener generosamente la necesaria clientela.

El político profesional era muy a menudo periodista o abogado, que ocupa generalmente un puesto de diputado, y defiende su posición política gracias a una gestión administrativa llena de favores personales.

EL CACIQUISMO

Es una estructura social y política en las relaciones interpersonales de patrón-cliente y en las político-administrativas. En las elecciones, el caciquismo, al interferir en el proceso electoral, se hace más escandaloso, pero su influencia es constante en la vida política del país, pues el cacique es el intermediario ente la Administración central y los ciudadanos.

El caciquismo es el reflejo, en el ámbito político, del control económico ejercido por las oligarquías terratenientes y financieras.

La económica española era predominantemente agraria. Tanto en el campo, donde pequeños y medianos propietarios arrendatarios, como en las ciudades, donde cada vez es mayor el peso de los funcionarios profesionales, hay sectores sociales que no podemos considerar dependientes económicamente.

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El obrero anarquista Juan Oliva Moncasi dispara contra el rey Alfonso XII de España el 25 de octubre de 1878

Una tercera explicación pare de la constatación de un electorado anestesiado o desmovilizado, a consecuencia del nivel de desarrollo económico y de integración social de las diversas regiones geográficas del país. Aislamiento e incomunicación entre sí de regiones y comarcas, elevada tasa de analfabetismo, el apego a comportamientos cívicos preliberales, favorecen el caciquismo.

El cacique sería el intermediario en esos conflictos, el que garantiza la satisfacción de ambos intereses. El cacique local, que normalmente no detenta ningún puesto en la Administración, tiene que influir eficazmente en ésta para satisfacer las demandas de su clientela.

El cacique, liberal o conservador, tiene en la localidad una influencia que deriva de su control sobre los actos de la administración:

  •  Ese control se ejerce en el sentido de imponer a la administración actos antijurídicos.
  • La inmunidad del cacique respecto a los gobiernos deriva del hecho de que él es jefe local de su partido, siendo los gobernantes también jefes nacionales de facciones del mismo o de otro partido.

Los beneficios de este sistema caciquil son muchos y de todas las clases sociales. Entre los beneficiarios individuales o receptores de favores está tanto el que logra una exención del servicio militar, como el que consigue una evaluación a la baja de la riqueza imponible.

El caciquismo consigue beneficios para el conjunto de una población, o la gestión de los intereses de un determinado grupo social y económico, a cuyo frente conviene poner a un cacique para afianzar su posición.

Hay caciques con fortuna personal, otros completamente desdinerados, pero a pesar de ello, deriva toda su influencia de su posición de jefes locales del partido respectivo, y que son tan poderosos políticamente como el cacique más fuerte.

El caciquismo es a la vez un fenómeno local y centralista. Revela justamente el grado de integración de nuevo Estado liberal centralista en un país aún muy atomizado. Los caciques eran los intermediarios entre esa Administración en proceso de crecimiento y consolidación y las realidades locales.

RÉGIMEN DEMOGRÁFICO ANTIGUO

En la segunda mitad del siglo XIX se produce un notable incremento de población urbana. Los municipios de más de 10.000 habitantes suponían ya un 32%, los municipios de 2.000 a 10.000, otro 40%. Algunas de las zonas urbanizadas estaban próximas a explotaciones mineras.

El proceso de urbanización tiene que ver más con estos núcleos aislados de explotación minera, que con un proceso propiamente dicho de industrialización. Otro signo clave cual es la distribución sectorial de la población ocupada y viene a confirmar el escaso grado de modernización económica española a finales de siglo XIX.

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Pablo Iglesias, presidente del PSOE, en el centro de la foto

El porcentaje de población ocupada en el sector primario en el siglo XIX, es en torno al 64%. El sector secundario, a pesar del auge industrial y minero de fin de siglo, oscila entre 18-20%. El sector terciario desciende suavemente en las últimas décadas del siglo.

Será sólo a partir del año 1900, cuando se aprecia una modificación parcial del ciclo estacional de la mortalidad, no así de la natalidad. La tasa de urbanización aumenta.

LOS ENSANCHES

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Distribución de la población de España por provincias (1900)

Los censos demográficos de los años 1877, 1887 y 1900 dejan constancia de crecimiento urbano, crecimiento espectacular de Bilbao, Barcelona y Mallorca. Notable de Madrid y Cartagena. Crecimiento discreto en las grandes ciudades rurales del Norte. La ciudad es sobre todo el reflejo de unas transformaciones sociales.

En los proyectos de ensanches, van a quedar marcadas la nueva división de clases sociales:

  • El ensanche ocupado por la burguesía y clases medias,
  • Las nuevas zonas residenciales para la aristocracia
  • La creación de barrios obreros marginales.

La vivienda familiar es una forma de aproximación a las clases sociales y a los cambios que operan en este momento, en la aristocrática, la clase media y la popular.

Los municipios urbanos, con más de 12.000 habitantes, eran 150 con 4.507.671 habitantes en total. En medio, un total de 1.145 municipios con poblaciones entre 3.000 y 12.000 habitantes, frontera entre la población urbana y la rural.

Sólo unos pocos pasaban de 100.000 habitantes, Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Málaga. Otro pequeño grupo superaba los 50.000 habitantes, Murcia, Zaragoza, Cartagena. Con menos de 20.000 habitantes: Pontevedra, Lugo, Las Palmas, Orense, León, Huesca.

La población española continua siendo rural, tanto ocupacional como demográficamente. El 51% vivía en poblaciones de menos de 5.000 habitantes, y el 91%, en poblaciones por debajo de los 100.000. Sólo el 9% de la población habita en una ciudad. Excepto Madrid las ciudades importantes estaban en la periferia: Valencia, Sevilla, Cádiz, Bilbao.

El carácter urbano de algunas pequeñas capitales viene marcado por la existencia de círculos específicos de reunión, formación y expresión de la burguesía: Institutos de Educación Media, Facultades universitarias, el ateneo, prensa local. El auge urbano se encuentra íntimamente ligado a transformaciones económicas básicas con una estación de ferrocarril, o un puerto.

Los ensanches urbanos, planificado en los años sesenta, se comienzan a realizar en el último cuarto del siglo XIX, y son síntomas significativos de un auge urbanizador, pero no se trata de un proceso universal ni homogéneo. Algunas ciudades, como Burgos, crecen por una fuerte inmigración de su entorno rural sin el acompañamiento de cambios económicos capaces de ocupar a la nueva población.

Entre las ciudades en crecimiento, destaca Bilbao, que es la más representativa del cambio, pasando de 32.724 a 83.000 habitantes en el último cuarto de siglo. Los ensanches, proyectado en los años sesenta, empiezan a realizarse durante la Restauración.

El marco legal inicial con leyes de ensanches de los años 1864 y 1876, son fundamentalmente respetuoso con la propiedad privada, lo que dificultaba las expropiaciones, facilitaba la especulación y el encarecimiento excesivo de las reformas urbanísticas, retrasando la ejecución de los proyectos.

Será la ley de Expropiación Forzosa de diez de enero del año 1879, la que impulsará la realización de los planes de ensanche. Los casos de Madrid y Barcelona serían objeto de una ley especial del dieciséis de julio del año 1892, que trataba de facilitar el proceso expropiador, al exigir a los propietarios la cesión gratuita de la mitad de los terrenos a urbanizar.

Los problemas urbanísticos e higiénicos de la ciudad, tan dramáticamente puestos de manifiesto por el cólera del año 1885, urgió la necesidad de esas reformas. y urgente.

Los planes de ensanche buscan facilitar el crecimiento urbano, más que de ordenar la ciudad. Antes de concluirse, los ensanches ya manifestaron su insuficiencia, su falta de respuesta a los nuevos problemas, pues los centros históricos viejos se deterioran y aíslan, a la vez que surgen incontroladamente nuevas concentraciones obreras.

El desarrollo urbanístico trataba de responder a la aparición de nuevos problemas sociales. Sólo en el año 1895, una ley de saneamiento y mejora de poblaciones se hacía eco de esta situación, creando infraestructura sanitaria, colectores, abastecimiento de agua, viviendas.

Se van introduciendo cambios y mejoras urbanísticas: el alumbrado eléctrico pues todavía era mayoritario el gas, la electrificación de los tranvías, la desaparición del cochero procede a la del farolero. El ferrocarril y la estación son signo de los nuevos tiempos

La nueva arquitectura urbana, la construcción de los edificios públicos con estilos históricos. Barcelona y Cataluña son el lugar de manifestación de la nueva estética.

MODERNIZACIÓN DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA

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Caricatura publicada en el año1881 en El Motín

Al inicio de la Restauración en el año 1875, se producen los efectos de la política económica del Sexenio, y su intento de abrir la economía al exterior, para liberarla de obstáculos y facilitar la penetración de capital extranjero para la explotación minera.

Era cuestión prioritaria afrontar la deuda pública, que no ha dejado de crecer durante el Sexenio y con la tercera guerra carlista y la guerra de Cuba, es el objetivo prioritario de los primeros Gobiernos de la Restauración.

La pacificación y la estabilidad política facilitan la inversión y la llegada de capitales, no sólo extranjeros, sino también antillanos. La política comercial de los primeros gobiernos de la Restauración no modifica el sentido proteccionista.

El Gobierno desarrollará en esos años una política combinada de acuerdos comerciales bilaterales y cierta protección arancelaria. Sin embargo, a finales del siglo XIX, permanecen signos de estancamiento y retraso, en comparación con otros países europeos, en aspectos como las tasas demográficas, el grado de urbanización, o la distribución sectorial de la población activa.

La Restauración coincide con la Gran Depresión, aunque en España sus efectos llegan con retraso, como se aprecia bien en el impacto de la crisis agraria en España.

EL FERROCARRIL

El impacto del ferrocarril en el proceso industrializador europeo fue múltiple y decisivo. El modelo de construcción del ferrocarril en España, estuvo fuertemente dependiente del capital y de la producción industrial extranjera, debido al atraso de la industrialización nacional.

La siderurgia española de mediados del siglo XIX, era incapaz de atender adecuadamente la demanda de material ferroviaria. El ahorro social generado por la implantación del ferrocarril compensó con creces las diversas formas de subvención estatal otorgadas a las compañías concesionarias por las leyes de los años 1855 y 1877 para favorecer la rápida construcción de la red.

El primer gran impulso constructor de la red de ferrocarriles corresponde a los años sesenta, en el marco de la Ley de Bases del tres de junio del año 1855. Durante la Restauración se mantuvo el impulso constructor a buen ritmo en el marco de una ley General de Ferrocarriles de veintitrés de noviembre del año 1877.

La red ferroviaria ascendía a 6.000 km. en el año 1876. Entre los años 1876 y 1895, hay una media anual de más de 200 Km y la red llegó casi a duplicarse. El objetivo de la ley del año 1877 era paliar los desequilibrios territoriales, impulsando el tendido de líneas.

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Locomotora de la línea Barcelona-Mataró, hacia 1860.

Las líneas se completan transversales y periféricas en los años de la Restauración, cubriendo los tramos de más difícil construcción como puertos de montaña, construyendo ramales hacia el oeste hacia Salamanca, Extremadura, Galicia y acometiendo la construcción de ferrocarriles de vía estrecha al servicio de la comunicación comarcal de viajeros y mercancías específicas, como combustibles y minerales.

La Restauración afianza la tendencia a la concentración empresarial hasta completar el oligopolio de dos grandes empresas: la Compañía del Norte y la MZA. Estas dos compañías firmaban convenios sobre reparto de tráfico en el año 1896.

La aportación extranjera es de un 55%, mientras que la aportación española entre los años 1855 y 1890 se calcula en 1.645 millones y representa un 45%.

El impacto del ferrocarril en el conjunto de la economía española tiene un doble sentido:

  • Como consumidor, cliente e impulsor de la industria metalúrgica, la hullera, la maderera y la específica de material ferroviario.
  •  Productora de una nueva oferta de transporte de mercancías y personas que rápidamente se revelará sin competencia y dinamizará el tráfico y el intercambio.

La metalurgia nacional estaba lejos de poder responder a la demanda. La siderúrgica española antes del año 1890 era insuficiente además de cara, y la industria de material ferroviario era inexistente antes de 1882. En esta fecha se fabrica el primer vagón, y en el año 1884 la primera locomotora.

En nacimiento de la industria coincide con el auge de la industria pesada en general a partir de los años ochenta, con la modernización de los altos hornos vascos, la ampliación de los astilleros y arsenales, y el impulso que significan las demandas del sector público.

Inicialmente tiene que acudir al mercado extranjero, al británico, es por la insuficiencia de deficiencia del carbón español. Son las propias compañías las que promueven algunas explotaciones carboníferas para su autoabastecimiento. Lo cierto es que entre los años1875 y 1884 el ferrocarril absorbió hasta un tercio de la producción española de hulla.

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Ferrocarril Barcelona a Mataró

El ferrocarril afectó poco a la industria española de alto nivel añadido; en cambio, se concentró en sectores de escaso valor añadido, como maderera, la minería de hulla mano de obra no cualificada. El personal cualificado, ingenieros y administradores, llegaron de Bélgica, Francia e Inglaterra. El impacto sobre el mercado tuvo un carácter coyuntural y estacional. Se contrataban a labradores en paro forzoso.

La Compañía del Norte, con 18.280 empleados era la empresa con más asalariados. La Asociación de Empleados de Ferrocarril, con 17.000 socios era la mayor asociación obrera.

Ningún medio de transporte podía competir con el ferrocarril ni en el transporte de mercancías ni en el de viajeros. Entre las concesiones económicas la más importante fue la integración del mercado nacional, una de cuyas manifestaciones fue la desaparición de las diferencias regionales de precios agrícolas.

El análisis del tráfico ferroviario es un excelente indicador del grado y del tipo de desarrollo, de las desigualdades regionales, de la dirección de los intercambios. La evolución de la economía española en las décadas finales del siglo:

- El claro predominio, hasta 1900, de las mercancías del sector agrario confirma el peso de dicho sector en el conjunto de la economía española.

- El auge del tráfico de materiales de construcción es un signo claro del crecimiento en el proceso urbanizador.

- El ferrocarril fue decisivo en la gran expansión de la producción vinícola de los años ochenta

- El tráfico ferroviario corrobora igualmente el impacto de la crisis triguera sobre la fabricación de harina: después de 1890.

- El descenso general del tráfico entre 1883 y 1895 es un signo más de la crisis finisecular.

LA SIDERURGIA VASCA

El desarrollo de la industria siderúrgica en España se vio condicionado por una serie de factores naturales y tecnológicos, que explican el fracaso de algunos intentos anteriores y el triunfo de la siderurgia vasca en el último cuarto del siglo XIX.

La metalurgia malagueña, en la primera mitad del siglo XIX, al carecer de carbón mineral próximo, dependía exclusivamente del carbón vegetal. La siderurgia asturiana se ubicó, de acuerdo con la lógica de este tipo de explotaciones, al lado del combustible, el carbón mineral.

Pero tropezó con el problema de las tarifas muy altas del ferrocarril, los fletes y las dificultades del puerto de Gijón, más el hecho de que el demandante principal de productos siderúrgicos, que era el ferrocarril, se proveía en el extranjero. A partir del año 1880, la metalurgia asturiana de la Felguera perdió la hegemonía y comenzó a ser desplazada por la vasca.

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Fábrica Altos Hornos San Francisco, Sestao, en el año1887

La hegemonía asturiana de la producción de hierro había durado desde el año 1860 al 1880. La industrialización quedó restringida a la explotación de carbón, pero éste se reveló escaso y de baja calidad, y caro. Los empresarios asturianos se organizaron en las ligas proteccionistas alrededor del año 1890, para defender con aranceles el carbón asturiano de la competencia del carbón inglés.

La siderurgia vizcaína triunfante, a partir de los años ochenta, despega por la conjunción de una serie de factores favorables. En primer lugar hay que considerar un cambio tecnológico, el convertidor Bessemer, que posibilitaba la producción de acero, pero que exigía como materia prima un mineral de hierro sin fósforo.

Es este factor el que impulsa la explotación del mineral del hierro en Vizcaya a partir de los años setenta. Se fundan en Vizcaya más de veinte compañías británicas a partir del año 1871. Entre el 80 y el 90% del mineral producido se exporta, principalmente a Inglaterra.

España era en esa época el mayor exportador de mineral de hierro de Europa. Esto permite la acumulación del capital necesario para la fundación de las empresas, pues el capital inglés, con ser mayoritario, no fue el único inversor y beneficiario en las explotaciones mineras.

La exportación del mineral de hierro a Inglaterra permitía la importación relativamente barata, aprovechado el retorno de los fletes, del combustible de carbón necesario para el funcionamiento de las explotaciones siderúrgicas. Resultaba más barato el carbón inglés de mejor calidad que transportar a Vizcaya el carbón asturiano.

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Fábrica La Vizcaya, Sestao, en el año 1887

Se inicia un proceso de cartelización, acuerdos de comercialización, que culmina en el año 1902 con la fusión en Altos Hornos de Vizcaya. Paralelamente, en las décadas de os ochenta y los noventa surgieron numerosas pequeñas y medianas empresas, hacia el año 1900, unas cien fábricas y talleres integraban el moderno sector siderometalúrgico vizcaíno.

EL PROTECCIONISMO

La política proteccionista significaba para la siderurgia vasca la abolición de los privilegios y franquicias de importación de que gozaban las compañías de ferrocarriles, principales consumidores de productos metalúrgicos.

Hasta los años noventa los metalúrgicos vascos habían sido partidarios del librecambismo. Sobre esa base habían modernizado su sistema de producción. El crecimiento del sector metalúrgico se hizo sobre la base de un intercambio de hierro vasco y carbón inglés. Una buena parte de la producción de lingotes se dirigía en los años ochenta a Italia, Francia, Holanda y Bélgica.

Esta corriente exportadora disminuyó bruscamente a partir del año 1890, debido a los cambios técnicos en el sistema de producción con nuevos procedimientos de fusión, como el de Thomas y Siemens-Martin, pues ya no hacían imprescindible el hierro no fosfórico y por el impacto de la crisis económica general.

Tanto los industriales textiles catalanes como los siderúrgicos vascos coincidieron en una misma protesta proteccionista frente a la política comercial del Gobierno. La abolición de las franquicias para la importación de material ferroviario, conseguida finalmente en septiembre del año 1896, se ha considerado fruto de esa presión.

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Mapa de la producción metalúrgica y siderúrgica (1800-1899).

EL COMERCIO EXTERIOR

Se observa una fuerte tasa de crecimiento global del comercio español hasta el año 1890, que contribuye como un factor positivo al crecimiento de la economía española. Esta tendencia que se inicia en el año 1869, y coincide con la liberalización del comercio decretada por los progresistas.

El impacto de las fluctuaciones y ciclos de la coyuntura económica internacional revela también el grado de integración de la economía española en el conjunto europeo. Después del año 1890, se aprecia un descenso significativo de las exportaciones, especialmente del vino y de las importaciones, por efecto del arancel proteccionista y por la devaluación de la peseta.

Hasta el fin de siglo la banca privada no comenzó a recuperarse de la fuerte crisis sufrida en vísperas del año 1868. Un signo del atraso relativo del sector financiero español en estos años de la Restauración, lo constituye la abrumadora importancia relativa que conservaba el Banco de España.

Sus cuentas corrientes suponían el 70% del total bancario. El privilegio del monopolio de emisión de moneda concedido por el Estado al Banco de España en el año 1874, fue a cambio de préstamos urgentes, que contribuyó a consolidar su situación hegemónica. Las delegaciones provinciales del Banco de España absorbían los bancos provinciales en crisis.

LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE LA RESTAURACIÓN

En el campo se culmina el proceso desamortizador agudizando el endeudamiento y la ruina del pequeño propietario y arrendatario, que se verá obligado a emigrar. Mientras, algunos propietarios, arrendatarios y burguesía urbana completan sus propiedades rústicas.

En la coyuntura favorable de la expansión vitivinícola participarán, en distinto grado, tanto grandes propietarios con mentalidad empresarial como pequeños que encontrarán en ello una vía de resistencia a la crisis agraria.

La posterior llegada de la filoxera a España arruinará muchos negocios y se sumará a otros factores para provocar la emigración. La producción naranjera y la hortícola en el levante español se afianzan en el mercado exterior produciendo el enriquecimiento de otros agricultores.

El crecimiento urbano de algunas ciudades refleja algunos cambios significativos en la estructura social. Los ensanches y los surgimientos paralelos de suburbios plantean cada vez más claramente una división horizontal de la ciudad que sustituye a la vieja división vertical.

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Sesión de apertura de las Cortes 1878.

LAS DESIGUALDADES SOCIALES

La Constitución liberal del año 1876 proclamaba de nuevo la igualdad jurídica de todos los ciudadanos, y el libre ejercicio de los derechos y libertades básicas, pero las desigualdades sociales y regionales eran la nota dominante.

El sufragio censitario, vigente hasta el año 1890, expresa con crudeza la principal fuente de discriminación política. Ésta es mayor en las elecciones generales que en las provinciales y locales.

En el primer caso sólo un 5% de una población total de 800.000 tenían capacidad para elegir a los diputados del Congreso. En cambio, entre un 16 al 18% de la población puede participar en la elección de diputados provinciales y concejales.

Considerando el potencial cuerpo electoral universal, es decir, la población masculina mayor de veinticinco años, que eran 4.350.000 personas en el año 1882, el porcentaje de electores en las generales era de casi el 20%, mientras que el de electores en las provinciales y locales era del 46%, un 34,5% de la población masculina mayor de veinticinco años quedaba totalmente excluida.

El porcentaje representativo de la población proletaria es el que mejor defina el grado de discriminación política hasta el año 1890. El peso abrumador de los impuestos indirectos en el sistema fiscal español, especialmente hasta la reforma de Villaverde, es el signo más evidente de la regresividad del sistema. La lucha contra los consumos (1) será uno de los principales factores de movilización popular a lo largo de todo el período.

El impuesto por cédulas personales (2), el impuesto directo más universal pues afectaba a los mayores de catorce años, sólo significaba el 1,7% de los ingresos fiscales calculados en los presupuestos de la década 1881-1890, es decir, unos 6,5 a 7 millones de pesetas.

La abolición de las quintas, junto a la de los consumos, era la otra reivindicación popular con capacidad movilizadora. La redención del servicio militar, una importante fuente de ingresos para el fisco, era otro importante factor de discriminación social.

La cantidad a pagar por la redención del servicio, 1.200 pesetas en los años ochenta, estaba claramente fuera del alcance de las clases populares. A partir del año 1890, la cuota de redención subió a 1.500 y 2.000 pesetas y en el año 1882 se redimieron un total de 10.000 quintos.

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Grabado de Antonio Macipe. (Wikipedia)

IDEOLOGÍAS, MENTALIDADES Y CULTURAS

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Cánovas del Castillo

El pensamiento político de Cánovas del Castillo y el proceso de implantación del sistema político-constitucional era la obra de una mentalidad pragmática, realista, en definitiva positivista.

El movimiento positivismo se daba también dentro de los intelectuales de la oposición, los krausistas idealistas inspiradores de la Revolución del 68. Debates en el Ateneo de Madrid, en los cursos 1875-76, abren paso a esa nueva corriente que gana a los viejos krausistas.

El krausopositivismo caracteriza el pensamiento de esos intelectuales fundadores de la Institución Libre Enseñanza. La difusión del positivismo va a ir acompañada muy de cerca por la del evolucionismo. La recepción de Darwin en España se hizo en un clima fuertemente ideologizado y politizado. En realidad Darwin fue tomado como pretexto para continuar la polémica sobre la relación entre la ciencia y la fe.

La primera difusión del darwinismo en España se produjo en el contexto de libertades que propició la Revolución del año 1868. La apología de Darwin era una forma concreta de defender la libertad de cátedra y la superioridad de la ciencia sobre la fe.

La vuelta de la Restauración y sus primeras medidas censoras colocarán el debate sobre el evolucionismo en un plano ideológico y político, más que propiamente científico. Positivismo y evolucionismo impregnan prácticamente toda la actividad científica e intelectual del último cuarto del siglo. Su influencia dominante alcanza a todas las ramas del saber humanístico y científico y a todas las corrientes de pensamiento.

La mayor parte de los filósofos, teólogos y científicos se refieren de manera más o menos directa al positivismo y al evolucionismo. Las nuevas ciencias sociales, la antropología, la psicología, la sociología, el nuevo derecho penal, nacen en el seno de esa cosmovisión positivista-evolucionista dominante.

Ligada a la recepción y difusión del positivismo y del darwinismo se expresan manifestaciones encontradas sobre la vieja polémica de la ciencia española. Menéndez Pelayo escribe en defensa de la ciencia española frente a la autocrítica de los krausopositivistas. Ramón y Cajal revela en la práctica la posibilidad del progreso científico en España.

Esta influencia dominante del positivismo se prolonga hasta fin de siglo, cuando en otras latitudes se ha iniciado ya una reacción antipositivista. Los ecos de esa reacción idealista espiritualista apenas son perceptibles en el ámbito intelectual español de fin de siglo.

Frente al positivismo y al evolucionismo surgirá polémicamente el tradicionalismo católico y el neotomismo. La incompatibilidad catolicismo-liberalismo en el plano político tenía raíces ideológicas profundas. La defensa de la ortodoxia católica está precisamente en la base de la segunda cuestión universitaria, que provoca el apartamiento de sus cátedras de las figuras más representativas del Krausismo español.

A comienzos de los años ochenta la polémica en torno al darwinismo había alcanzado enormes proporciones. La reacción católica no era uniforme, sino en tres tipos o grados de reacción:

  • Los antidarwinistas exegetas, clérigos de mentalidad cerrada que no descendían a los detalles científicos del problema.
  • Intransigentes cultos, generalmente intelectuales bien informados, tanto clérigos como laicos, que intentaban fundamentar sus opiniones antievolucionistas con las mejores fuentes disponibles. En este grupo se incluye la crítica del evolucionismo que la Pardo Bazán publicó en 1877 en la revista la Ciencia Cristiana.
  • Finalmente, un pequeño grupo de científicos católicos y de eclesiásticos que aspiraban a conciliar las dos posturas, inclinándose con cautela a un evolucionismo deísta.

La mayoría de los propagandistas de la reforma social reciben entonces el calificativo de sociólogos. Los primeros manuales de doctrina social católica se llaman de sociología cristiana. En la preocupación creciente por la cuestión social, de acuerdo con una corriente socialreformista convergen, con algunos matices, intelectuales y políticos de distintas tendencias.

El tema central que aglutina y sintetiza la reflexión sobre la cuestión social, en los años ochenta y noventa, es la legitimidad y el grado del intervencionismo social del Estado.

En los años noventa se va imponiendo un consenso entre conservadores, católicos y krausistas sobre la necesidad de una intervención directa, aunque moderada del Estado, de carácter protector y subsidiario que se concreta en los primeros proyectos y las primeras leyes sobre accidentes de trabajo y sobre el trabajo infantil y femenino.

LAS EXPRESIONES LITERARIAS Y ESTÉTICAS

La novela realista es la expresión literaria más característica y representativa de la sociedad de la Restauración. Hay un paralelismo evidente entre el auge de la novela realista y la difusión de la mentalidad positivista en la España de la Restauración.

Entre los año1882 y 1883 escribe Pardo Bazán en La Época su serie de artículos sobre “La cuestión Palpitante”- Son en realidad, un estudio divulgativo sobre la nueva corriente literaria de moda en Francia, el naturalismo, y su autor más representativo, Zola.

La valoración globalmente positiva de esta estética que hace Pardo Bazán, a pesar de las fuertes reservas que su mentalidad católica presenta, provoca una polémica en el plano estético, al que en los planos científicos y filosóficos se labraba en torno al evolucionismo.

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Portada de la primera edición de La Regenta(1884-1885)

Naturalismo compatible con la mentalidad católica e idealista. Tanto Pardo Bazán como Clarín rechazan todo planteamiento determinista. Las dos novelas más representativas, La Regenta, y en 1887, Fortunata y Jacinta.

Durante el último cuarto del siglo se aprecia en las artes plásticas la tensión entre la pervivencia de los gustos oficiales y academicistas y algunos intentos minoritarios de abrirse a la modernidad y la vanguardia, especialmente en Cataluña.

En las dos últimas décadas del siglo XIX se desarrolla en Cataluña un arte original, aunque es estrecha vinculación con el Art Nouveau internacional enraizado en la tradición histórica.

La obra de Gaudí representa bien esa mezcla de tradición y modernidad. La Exposición universal del año 1888, contribuirá a extender por toda Cataluña y aun en otras zonas de España el nuevo estilo arquitectónico.

En la pintura, la misma tensión entre academicismo y modernidad se aprecia entre los dos focos que miran a la vanguardia europea. Junto a la influencia del naturalismo en la novela, aparece el naturalismo pictórico, mezclado con otras influencias como el paisajismo, el regionalismo y el impresionismo.

La fotografía se impone a partir del año 1890, donde se desarrolla la nueva sensibilidad estética. Un nuevo campo nace, el del cartel publicitario. Pero este ambiente modernista, en arquitectura, pintura, artes gráficas, que se manifiesta con fuerza en Barcelona, es excepcional de España de fin de siglo, mucho más anclada en la tradición.

La creación de la Sociedad de Autores, por iniciativa de los creadores de los libretos del género lírico, es igualmente significativa de este proceso de profesionalización. La correspondencia de Clarín con sus editores, pone de relieve las preocupaciones económicas y profesionales de un autor simbólico del final de una época, y el inicio de otra nueva, menos artesanal, más profesional.

Otro aspecto de la política educativa y cultural, fue la iniciativa del Estado en la creación de bibliotecas es muy débil. Habría que contabilizar las iniciativas privadas mucho más activas en este momento que la iniciativa estatal. Nos referimos a las bibliotecas de los ateneos, círculos recreativos, mercantiles, políticos, ateneos y sociedades obreras, que proliferan a partir de los años ochenta.

El acceso de los liberales al poder, en el año 1881, significó la recuperación y puesta en práctica de antiguos proyectos culturales progresistas. Uno de ellos sería el impulso a la creación de bibliotecas populares de acuerdo con la normativa del año 1869.

El acceso restringido a esas bibliotecas eclesiásticas era tanto más injustificado, si se tenían en cuenta las subvenciones públicas que recibían. Frente a esas restricciones, se elogiaba el carácter generalmente abierto de las bibliotecas de las Sociedades Económicas.

La carencia de bibliotecas públicas provinciales y municipales debía de ser paliada con la propuesta de 49 bibliotecas provinciales de 100 bibliotecas municipales en los Ayuntamientos mayores, no capitales de provincias.

Las bibliotecas de institutos provinciales y las universitarias no suplían esas ausencias por el carácter restringido de los usuarios. Las bibliotecas de los institutos, relativamente bien dotadas eran para uso exclusivo de los profesores.

LA IGLESIA Y LOS MEDIOS DE IMPRESOS

La primera reacción católica propagandística, coincidente con la Revolución del año 1868, que había suscitado la aparición de revistas como “La propaganda Católica”, de Palencia, “La Revista Popular”, de Barcelona, y “El Pilar” de Zaragoza. En torno al año 1891, se fundó en Madrid una de las empresas editoriales más representativa de esta reacción católica, “El Apostolado de la Prensa”.

La Iglesia utilizará simultáneamente frente a la prensa y la propaganda liberal varios instrumentos, su dominio del sistema escolar. La legislación civil, protectora de los derechos eclesiásticos, vendrá en casos excepcionales a colaborar en la interrupción y prohibición de algunos impresos.

Antes del año 1868, el uso de la propaganda católica se reducía principalmente a la literatura profesional y, de otra parte, a literatura de piedad y devoción. La aparición de propaganda no exclusivamente religioso-piadosa se hace más frecuente a partir del año 1868 y adopta distintas modalidades según el destinatario.

Hay un tipo de publicaciones muy popular y universal, los “Almanaques-Calendarios”, fórmula utilizada también por los órganos de prensa de los distintos partidos políticos. Hay también una abundante literatura católica destinada a la juventud que abarca desde los textos escolares a las lecturas recreativas.

La literatura recreativa católica, tan reducida y pobre desde el punto de vista literario, tuvo una gran difusión, y debió influir enormemente en la conformación de la mentalidad de muy amplios sectores de la sociedad española de la Restauración.

Los diarios católicos de la Restauración presentan unas características semejantes al resto de la prensa política. Prensa muy ideologizada y politizada. Precisamente la escisión integrista del carlismo se materializará por la declaración pública de una serie de periódicos, seguidores de “El Siglo Futuro”, que deciden abandonar la disciplina de don Carlos.

“El Correo Español” nacerá entonces como órgano del carlismo. Imposible será en estos años fundar un periódico católico suprapartidista y unitario. La Iglesia disponía de varios instrumentos y formas de control de la producción impresa. Indirectamente, a través de una buen número de editores y libreros seglares de probada y declarada ortodoxia.

LA POLÍTICA EDUCATIVA DEL ESTADO

La política liberal del Sexenio había desarrollado al máximo el principio de la libertad de enseñanza, tanto en lo que se refería a la libertad de cátedra como en cuanto a la libre iniciativa en la creación de centros. De acuerdo con ello, las obligaciones y compromisos del Estado seguían siendo reducidos.

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Manuel Orovio.

La Restauración va a heredar en gran parte esta postura fundamentalmente abstencionista del Estado, en cuanto a la libertad de creación de centros, no así en cuanto a la libertad de cátedra. Pronto va a surgir la segunda cuestión universitaria a propósito del decreto Orovio sobre la ortodoxia moral y política de los contenidos de la enseñanza universitaria.

Los límites ideológicos de la libertad de cátedra venían estrictamente marcados por la amplia capacidad de control y censura, que el Concordato del año 1851, concedía a los obispos sobre los libros de texto y la actividad de los maestros y profesores.

Este control se ejercerá y reivindicará por parte de la Iglesia especialmente en el nivel de la enseñanza primaria, pero también se ejercerá mediante algunas iniciativas de expedientes sobre algunos profesores de Instituto.

Hasta los años 1886-87, la parte de los presupuestos generales del Estado dedicada a la educación era muy reducida, sirva como ejemplo que en curso1875-76 sólo equivalía al 0,55% del total.

La mayor parte de ese gasto lo absorbía la enseñanza universitaria, pues la financiación de la enseñanza primaria corrió a cargo del presupuesto municipal, y la de la enseñanza media a las diputaciones.

La política educativa, especialmente hasta el año 1885, está marcada por la polémica ideológica krausistica-católicos, que afecta a toda la política educativa del período. En la Restauración con el decreto Orovio, sobre la ortodoxia de los libros de texto, provoca la segunda cuestión universitaria.

Después del año 1885, se va imponiendo una mayor tolerancia ideológica, y las diferencias entre las iniciativas de los ministros liberales y conservadores apenas afectan a esas cuestiones. La atención de los ministros se vuelca en dos cuestiones:

  • La reforma de los planes de estudio que fue una iniciativa liberal.
  • Los sistemas de acceso y selección del profesorado, donde se observa continuidad de criterios.

La imagen de la Universidad de la Restauración es la de una Universidad que no investiga. La enseñanza que se da no requiere gran preparación. El status social y económico del profesorado universitario refleja también el grado de estancamiento.

El elevado número de vacantes y las diversas formas de absentismo, junto a la precariedad financiera del Ministerio de Educación, explican la importancia del número de profesores auxiliares. Entre los años 1877 y 1900, su número creció significativamente de 57 a 109. La despolitización de la Universidad es uno de los principales objetivos de los hombres de la Restauración.

La función hegemónica y el alto protagonismo juzgado por la Universidad de Madrid durante el Sexenio liberal-democrático cambia radicalmente durante la Restauración. Dentro de la Universidad no se podrá hacer política, ni siquiera después del año 1881. El control de la ortodoxia doctrinal se ejerce a través del rector de cada Universidad y del Consejo de Instrucción Pública.

La obligatoriedad de los manuales escolares frente a los textos vivos es uno de los principales instrumentos de ese control. La obtención de la cátedra en Madrid es frecuentemente el pago de un servicio, selección fundamentalmente política.

Si el profesor está vinculado tanto a los partidos dinásticos como a los de la oposición, sólo puede hacer política fuera de la Universidad. La movilización estudiantil, muy escasa en todo el país. Los estudiantes han elegido Madrid como forma de hacer carrera política. La extracción social de los universitarios, hijos de burócratas de clase media, y de militares, puede explicar también esa desmovilización.

El movimiento proautonomía universitaria potencia la renovación científica de la universidad, y el compromiso político de universitario. Renovación científica y compromiso político, reforma de la Universidad y reforma del Estado se dan la mano en el discurso de Ortega, “Misión de la Universidad”.

LA ENSEÑANZA PRIMARIA

El grado de escolarización de la población infantil, entre tres y doce años, en el año 1885, era muy baja con el 59% de niños y el 48% de niñas. Esta fue la preocupación prioritaria tanto de los Gobiernos como de los grupos ideológicos más interesados en proyectar su influencia sobre este nivel de enseñanza, tanto la iglesia católica como los institucionistas.

El impulso renovador de la Institución Libre de Enseñanza, que está detrás de esta acción legislativa, chocó con los criterios católicos. A partir de los ochenta se inicia una pugna importante ente los católicos y los institucionalistas por el control de la escuela.

El status de la enseñanza religiosa dentro de la escuela no es más que una manifestación de esa pugna. La normativa ministerial obligaba al maestro a enseñar el catecismo, así como a examinarse de religión católica para obtener su título en la Escuela Normal, y esto chocaba con el espíritu tolerante de la Constitución.

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Junta directiva de la Institución Libre de Enseñanza.

La realidad social paliaba algunas de estas contradicciones. Había la obligación reglamentaria de llevar a los niños a confesarse cada tres meses o a la misa parroquial de los domingos. Sin embargo, el maestro es libre de hacerlo o no.

El peso de la escuela pública en la Enseñanza Primaria era mucho mayor que en la media. El número de alumnos y de centros de enseñanza privada no llegaba al 20%, el número de maestros era un 27%. La presencia de las congregaciones religiosas en la Enseñanza Primaria creció en influencia, aunque menor que en la Enseñanza Media.

La remuneración de los maestros, a cargo de los municipios, no garantizaba una retribución mínimamente digna y segura. Las aspiraciones recurrentes de los congresos pedagógicos fue trasladar a los presupuestos del Estado la remuneración salarias de los maestros. Conviene subrayar la enorme heterogeneidad de las remuneraciones.

LA ENSEÑANZA MEDIA: ESCUELA PÚBLICA-ESCUELA PRIVADA

La libertad de creación de centros, reconocida en el artículo 12º de la Constitución del año 1876, va a ser utilizada por distintas instancias sociales e ideológicas, especialmente a partir del reconocimiento de las libertades. Uno de los campos en que estas iniciativas educativas privadas se va a desarrollara más será el de la enseñanza Primaria y el de la educación popular.

La insuficiente red de institutos de bachillerato propiciará el surgimiento de una serie de colegios privados, que aspirarán a la homologación de sus estudios con los centros públicos.

La participación de las congregaciones religiosas en ese sector de colegios incorporados va a ser creciente a partir de los años ochenta, pero sólo representa una parte. Numerosos colegios seglares o laicos, sin especial compromiso o significación ideológica o política, tenían esta categoría. El número de alumnos escolarizados en la Enseñanza Media en España durante la Restauración permaneció relativamente estancado.

Este alumnado se distribuía inicialmente en igual proporción entre los institutos provinciales y los colegios. La tendencia va a ir decantando a lo largo del período en beneficio de los colegios, mientras el alumnado de los institutos desciende. En todo el período el número de institutos permanece estancado mientras el de colegios no deja de crecer. No todos los colegios eran de religiosos en este momento.

El coste medio de la Enseñanza Media oficial era de unas 370 pesetas el título y confirma la inaccesibilidad de los obreros a este nivel de enseñanza. Para ellos, está destinada exclusivamente la Enseñanza Primaria. El alumnado era casi exclusivamente masculino.

Se observa una preferencia por la enseñanza de iniciativa privada que trata de defender y ampliar su estatuto de homologación. Al amparo de un Concordado ambiguo y de una legislación tolerante, durante la década de los ochenta aumentaron las autorizaciones gubernativas para el asentamiento de congregaciones religiosas y la creación de centros escolares.

Las leyes restrictivas de la actividad docente de los religiosos en Francia, en el año 1880, contribuyen también a explicar el asentamiento y la consolidación en España de algunas de estas congregaciones, jesuitas, asuncionistas, capuchinos.

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El asesinato de Cánovas del Castillo

El crecimiento de la influencia católica, a través de las congregaciones religiosas, provoca los liberales lo miren con alarma, y traten de contener, con una interpretación más restrictiva del concordato, y la aplicación concreta a las congregaciones de la ley de Asociaciones del año 1887.

Las órdenes religiosas con un personal barato y de alta dedicación ocupan el vacío dejado por el Estado liberal abstencionista, que dedica presupuestos muy insuficientes. La enseñanza profesional es prácticamente inexistente a comienzos de la Restauración. La iniciativa privada, la municipal y provincial, por delante del Estado, irán creando escuelas de arte y oficios para mejorar la capacitación profesional de los obreros.

EDUCACIÓN POPULAR Y PROPAGANDA POLÍTICO-IDEOLÓGICA: CATÓLICOS, LAICISTAS, SOCIALISTAS, ANARQUISTAS

La creación de bibliotecas populares como foco de educación popular fue una iniciativa liberal progresista puesta en marcha por el ministro Zorrilla al inicio del Sexenio revolucionario. La escasez presupuestaria del Gobierno hacían imprescindible la colaboración de alcaldes y maestros voluntaristas e ilusionados.

Sólo con el acceso de los liberales al poder, se recupera la senda educativa, pues se trataba claramente de una iniciativa estatal de inspiración liberal-progresista. Aparte de la escasez de presupuestos y la ausencia de locales adecuados, el proyecto no disponía de libros adecuados a los objetivos divulgativos propuestos.

Asistimos a un verdadero combate entre católicos, liberales, socialistas y anarquistas, a partir de los años ochenta por atraerse al pueblo a sus respectivos centros de instrucción, propaganda y recreo. Los Círculos de Instrucción y Recreo son el modelo asociativo de culturización popular de la Restauración. Este tipo de asociaciones es el mayoritario.

Al margen de la inspiración ideológica y política, este modelo asociativo oferta una serie de servicios culturales análogos: bibliotecas, sala de lecturas, exposición de periódicos y revistas ilustradas, veladas literarias y conferencias cubren el objetivo instructivo.

La Propaganda Católica de Palencia, o los Círculos Católicos de Obreros son un buen ejemplo de esta propuesta alternativa, con intención de competir con otras. Entre las múltiples iniciativas liberal-republicanas de ecuación popular podemos citar el “Fomento de las Artes” de Madrid.

Los ateneos obreros de fines del siglo XIX, no difieren formalmente del modelo señalado, salvo en el rechazo en algunos de ellos del café-bar. Las diferencias se plantearán, lógicamente, en los contenidos de las conferencias, en los programas de las enseñanzas, en la selección de las obras de teatro a representar.

Hasta fin de siglo la actividad cultural de iniciativa obrera corresponde mayoritaria y casi exclusivamente, a los anarquistas. Los numerosos estudios recientes sobre la masonería nos permiten conocer, su verdadero peso e influencia en la historia contemporánea española, y concretamente en la lucha escolar.

Durante la Restauración, la enseñanza laica fue para los movimientos masones y librepensadores un campo privilegiado de atención. En España, constatan la existencia de numerosas iniciativas escolares laicas directamente ligadas a logias masónicas.

La Sociedad Catalana de Amigos de la Enseñanza Laica fue la encargada de organizar el Congreso de Amigos de la Enseñanza Laica en Barcelona en el año 1888. Se creó en Madrid, la Sociedad Amigos del Progreso en el año 1883.

Las iniciativas de educación popular surgidas en el ámbito universitario inglés del siglo XIX, la “Extensión Universitaria”, arraigan en España, por iniciativa de hombres vinculados a la Institución Libre de Enseñanza.


BIBLIOGRAFÍA

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Dardé, Carlos. “La Restauración, 1875-1902. Alfonso XII y la regencia de María Cristina”. 1996. Historia 16. Madrid.
Juliá, Santos. “La Constitución de 1931”. 2009. Iustel. Madrid.
Suárez Cortina, Manuel. “La España liberal (1868-1917). Política y sociedad”. 1996. Síntesis. Madrid.

(1) Tributo indirecto que, desde su origen, grava la compraventa de artículos de primera necesidad, consistente en un recargo de un porcentaje sobre el precio de la venta. El pago lo debe realizar el comprador, si bien es el vendedor el que debe repercutirlo en las mercancías que vende.
(2) El Impuesto de cédulas personales (ICP) era un impuesto de capitación graduada asociado a una tarjeta personal de identidad
. Tras la Reforma de 1925 puede considerarse como un impuesto sobre la renta personal con un tipo en torno al 0,7%.

Economía y sociedad en la Restauración