sábado. 27.04.2024
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Pedro Sánchez en Bruselas.

Mario Regidor

Este segundo semestre del año 2023 ha sido pródigo en acontecimientos que no han permitido aprovechar la presidencia española de la UE de la mejor manera posible.

No obstante, no cabe duda del saldo netamente positivo que arroja el ejercicio de una oportunidad que no volverá a recaer en España hasta dentro de 14 años (si no forman parte de esta organización supranacional más países, claro) y ya hemos visto a tenor de las últimas decisiones de inicio de negociaciones con Moldavia y Ucrania que el objetivo de la UE no es quedarse estancados en 27 países miembros, siendo éste uno de los principales logros de la presidencia española de la UE.

Para establecer un balance de esta presidencia, creo que debemos empezar por el final. Al tumulto y a una cierta sensación de inestabilidad generada por las dos convocatorias electorales en escasos dos meses: autonómicas y municipales en mayo y generales en julio, a lo que no contribuyó la exacerbación de la polarización política ya existente en nuestro país desde hace tiempo, se le unió la llegada del verano y el menoscabo de cierto período lectivo útil para poder desarrollar políticas y llegar a acuerdos, lo que no minusvaloró la magnitud de los consensos alcanzados y, sobre todo, colocó al jefe de gobierno hispano a la cabeza de un grupo de países líderes en materia de derechos humanos. Nos referimos a la enésima reactivación del conflicto palestino israelí.

Sánchez se ha convertido en el primer dirigente político europeo en decirle al jefe de gobierno israelí que ya había ido demasiado lejos y que urgía un alto el fuego

En octubre, el grupo terrorista Hamás inició una incursión en territorio israelí que ocasionó más de 1.200 civiles y soldados muertos y más de 200 secuestrados. La reacción del gobierno israelí, comandado por Benjamín Netanhayu fue tan rápida como carente de toda medida y respeto por el derecho internacional humanitario.

En este sentido, simplemente con una visita cursada en su calidad de máximo representante de la UE en el semestre de turno de presidencia europea a Israel junto con el primer ministro belga Alexander de Croo, Pedro Sánchez se convirtió en el primer dirigente político europeo en decirle al jefe de gobierno israelí que ya había ido demasiado lejos y que urgía un alto el fuego.

Justo es decir que la posición española es minoritaria en este sentido, ya que están secundados únicamente por Bélgica, Irlanda, Malta y pocos más como se pudo comprobar en la votación al respecto en la asamblea general de la ONU, donde la postura de divergencia europea contrasta con el alto consenso alcanzado en otros espacios geográficos como Iberoamérica y Asia. Pero, es un primer paso, al que ahora parece unirse el presidente estadounidense Joe Biden, pidiendo un mayor respeto a las vidas de los civiles palestinos que se han visto imbuidos en el conflicto.

Otra cuestión realmente a tener en cuenta es el desafío lanzado a España por Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo y al que Feijóo parece estar utilizando para que le haga el “caldo gordo” en la lucha que mantiene el PP español a cuenta de no haber podido llegar a una sesión de investidura exitosa. El hecho de que la amnistía haya formado parte del paquete de promesas necesarias para que Pedro Sánchez pudiera ser investido como presidente, no ha sido bien digerido por los líderes populares que se han tratado de valer de las ansias de poder de Manfred Weber a la hora de aspirar como líder del bloque de centro derecha europeo a la presidencia de la Comisión Europea que ostenta su compañera de partido Ursula Von der Leyen, en, lo que para mí es, un acto flagrante de deslealtad interna que tendrán que ver cómo lo solucionan los integrantes de la CDU alemana llegado el momento.

El discurso de Sánchez haciendo ver a Weber su hipocresía y doble moral merece guardarse en la antología de réplicas en sede parlamentaria europea

El discurso de Pedro Sánchez haciéndole ver su hipocresía y doble moral merece guardarse en la antología de réplicas en sede parlamentaria europea puesto que, efectivamente, lo que no puede ser es que en tu país de nacimiento, Alemania, haya un eficaz cordón sanitario, seguido por todos los partidos políticos, contra la AFD alemana (extrema derecha), mientras que en España, tú Manfred Weber, como líder del PP Europeo, “santificas” los más de 140 pactos en ciudades y en 5 comunidades autónomas donde el PP se apoya en Vox para poder gobernar en gobiernos de coalición. Sinceramente, difícilmente digerible tanta hipocresía.

No obstante, y por continuar con una cuestión positiva y de bastante calado, conviene resaltar la preeminencia de la política exterior española en el seno de la UE. Si echamos la vista atrás y recordamos la época no tan lejana de Mariano Rajoy como jefe de gobierno, acordaremos que el prestigio español allende nuestras fronteras se ha reforzado exponencialmente. Para muestra, el último botón, el próximo nombramiento de Nadia Calviño, vicepresidenta primera del gobierno y ministra de Economía, Comercio y Empresa, como nueva Presidenta del BEI (Banco Europeo de Inversiones).

Por último, otro hito que cabe adjudicar, en parte al menos, al gobierno de turno de la Unión Europea, es el de la llamada COP 28, celebrada paradójicamente en los Emiratos Árabes Unidos y en donde el gobierno español por medio de la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en unión con el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, lograron impedir que las conclusiones de la cumbre fueran algo menos que papel mojado.

En suma, debemos reconocer que, a pesar de las turbulencias internas derivadas de procesos electorales que, por mor de las circunstancias y de la estrategia política, se han ido acumulando en el ecuador del año, ello no ha supuesto un menoscabo para una de las áreas que más alegrías ha dado a España y en donde más fuerte se ha demostrado Pedro Sánchez y su gabinete ministerial por mucho que los intentos de torpedear una buena gestión en materia de geopolítica internacional, no hayan sido pocos y hayan podido contar con la ayuda de poderosos líderes políticos europeos que en vez de remar en favor de un mayor fortalecimiento de la UE como organización supranacional, han optado por mirar por sus propios intereses.

Revalorización del papel de España en la geopolítica internacional