domingo. 28.04.2024

Hace unas semanas, coincidiendo con el arranque de las cuestiones previas para la redacción de la ley de amnistía, el ínclito Aznar llamó a la insurrección de los españoles ante la visión del derrumbamiento (otro) de España tal como se conoce. En un arrebato de ira contenida, apenas si le sudaba el belfo superior, lanzando fuego por sus ojos y mirando de soslayo a su entrevistador, arengó a que los españoles (de bien) hicieran lo que fuere necesario, el que pueda escribir que escriba, el que pueda hablar hable, quien juzga encause y/o prevarique. Hizo guiños a los uniformados, pero de una manera muy velada sabedor que una apelación directa forma parte del delito de sedición. Se inhibió de ello como de pedir a los bomberos que saliesen ya a apagar los incendios en las iglesias arrasadas por la barbarie comunista. En fin que se contuvo y se cortó un pelo.

Lo justo para que el mensaje perdiera cierta ejecutividad y algunos, como Feijoo, se preguntara a sí mismo ¿y yo, yo que hago? Dióle vueltas al cacumen para encontrar la barricada en la que dar su personal batalla y parece que no la halló. No escribo, hablo a destiempo, prejuzgo y no se desfilar con el cetme al hombro, se dijo ¿Qué podría hacer para contribuir, cómo hacer mí parte? Y en esto la súbita inspiración le llenó de luz, recordó las sabias palabras de Borges: si no puedes mejorar el silencio, mejor cállate. Y se dijo, Alberto muchacho, ahí lo tienes, voy a contribuir con mi más atronador silencio. No voy a decir nada sobre economía, ni sobre organización territorial, ni sobre modelos de financiación. Cero sobre ciencia, educación o sanidad. Punto en boca, pero que sepáis, se volvió a decir, que si me pongo a largar no paro, que me silencio a modo de denuncia, como trasgresión performativa. 

Feijoo decide rabiosamente no hacer nada, pero nada de nada, ni en materia de justicia, ni en la presentación de alternativas gubernamentales o propuesta legislativas

Pero alguien le dijo, si si zagal, como actitud rebelde está debute, pero se corre el riesgo de que se olviden de ti. Piensa en Simón, el del desierto, al principio convocaba mucha gente bajo el pedestal, incluso el diablo se siente invocado por su actitud, pero con el paso del tiempo se pierde interés y se acaba uno diluyendo. Así es que no te aconsejo que te cierres totalmente en banda, no decir ni mu y esperar sin más que te devuelvan el sillón de presidente al que has renunciado porque si, tiene sus riesgos. Te aconsejo que te dejes ver, digas algo de cuando en vez y sobre todo pontifiques sobre la rectitud moral de quienes tú decidas. Puedes por ejemplo insultar y caricaturizar a quienes no se merecen la España por ti soñada o anunciar la venida de un dios todo poderoso europeo que va a deshacer los entuertos cometidos por sociatas y sumarinos (que no sea Weber que se desmadeja muy pronto). Puedes también denunciar el escaso protagonismo de la presidencia española de UE, sus inapreciables aportaciones a la transformación del mercado eléctrico, la indefinición de una política integral de migraciones y su desdibujado papel en los acuerdos globales sobre cambio climático.

Sobre esto último, sobre apostillar la política exterior española no insistas mucho le dicen, tú no andas muy trabajado en estas materias y el perro ladra en inglés, su ministra de economía se va a dirigir el banco de europeo de inversiones y Teresa Ribera apunta a próxima comisaria de medioambiente. Mejor cúbrete la espaldas que tenemos algunos agujerillos, di lo que sea, pero poco, como con desgana.

Feijoo trabó su estrategia en torno a no hacer nada que pudiere delatar que anda empeñado en una lucha sin cuartel guiada por el nihilismo más acérrimo como arma de destrucción perruna

Feijoo, que ha estado escuchando su conciencia, que se debate entre el haga algo que le inquiere el líder supremo y el cuidadín que le grita el terreno pantanoso que pisa, pierde el control de sus actos y decide rabiosamente no hacer nada, pero nada de nada, ni en materia de justicia, ni en materia de retroceso de derechos civiles allá donde tiene alguna chance, ni en la presentación de alternativas gubernamentales o propuesta legislativas. Nada es nada. Vais a ver de lo que soy capaz. Gandhi a mi lado va a parecer un activista de la CUP. Voy a hacer tan poca cosa que si decido mondarme la cabeza y vestir de azafrán fijo que me elevo a fase nirvana. Pero tampoco quiero esto. Renuncio al éxito fácil y aún menos a través de prácticas alternativas posthippy de corte buenista. Yo lo que quiero es que me devuelvan el puesto de presidente que no fui porque no quise, insisto, y desde ahí poder salvar mi patria, hacer lo que se nos pide desde el más allá.

Y así es como Feijoo trabó su estrategia en torno a no hacer nada que pudiere delatar que en el fondo anda empeñado en una lucha sin cuartel guiada por el nihilismo más acérrimo como arma de destrucción perruna. No os confundáis porque a veces parezca desnortado o fuera de la realidad, son maniobras envolventes, creaciones semánticas y campos de significado oculto que favorecen sus auténticos intereses. Imponer la nada que anonada que sugería Heidegger.

A confirmar el próximo viernes 22 a la salida del encuentro previsto.

Y el que no pueda hacer nada, nada haga