sábado. 04.05.2024

En sus ocho años en La Moncloa, y muy en particular en el bienio negroJosé María Aznar consolidó al PP como la expresión contemporánea y exitosa del franquismo sin Franco, como el partido que representa lo esencial del ideario, los valores y los intereses de los ganadores de la Guerra Civil, aunque, eso sí, adaptados a una situación de democracia formal y pertenencia a la OTAN y la Unión Europea. Ésta es la tesis de La aznaridad, el libro póstumo de Manuel Vázquez Montalbán, su testamento político. El mismo Aznar, señalaba el ensayista y novelista barcelonés, finalizó sus dos mandatos presidenciales "con maneras de Caudillo" y con "Santiago y cierra España.” 

Hoy, sin ningún tipo de complejos, el maridaje PP-VOX regurgitan las excrecencias ideológicas de un franquismo sin Franco nunca corregido ni censurado gracias a la prestidigitación de aquel tránsito caliginoso donde se configuró una precaria democracia con todo el andamiaje institucional y sociológico del franquismo. Es por ello la comodidad psicológica que se le notó a Feijóo en el debate televisivo, ejerciendo el goebbeliano principio de transposición consistente en cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan. Pocos políticos han mentido con tan escasa hechura ética como Feijóo, salvo aquellos que proclamaban que los judíos graznaban.

Hoy, sin ningún tipo de complejos, el maridaje PP-VOX regurgitan las excrecencias ideológicas de un franquismo sin Franco

El franquismo, y la derecha de hogaño, siempre han sido una enjundiosa impostura histórica y política. Abascal anda ahora por los riscos de Covadonga buscando el fantasma de Pelayo para reiniciar la reconquista y Feijóo se afana enmendando la plana a la UE, Eurostat, el Banco de España, INE y a cualquiera que le diga que los datos que se inventa son eso: una pura fantasmagoría. Si la mentira, los caducos relatos imperiales, el patrioterismo autoritario y trasnochado van a gobernar nuestras vidas volveremos a sentir el lamento de Gil de Biedma: de todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España porque termina mal.

Pocos políticos han mentido con tan escasa hechura ética como Feijóo, salvo aquellos que proclamaban que los judíos graznaban

En este contexto, el conjunto de la derecha y ultraderecha en España, difícil de diferenciar en ocasiones por su origen común franquista, propician que el debate político se diluya hasta convertirse en un territorio de violencia verbal donde todo se sustancia en una dualidad segregativa entre patriotas y traidores, buenos y malos españoles, en una voluntad autoritaria de exclusión de los que no comparten la ideología ultraconseradora en un formato antidemocrático donde la política solo puede contemplarse desde una relación de vencedores y vencidos.

La derecha y ultraderecha en España propician que el debate político se diluya hasta convertirse en un territorio de violencia verbal

Es este fascismo carpetovetónico jamás derrotado en nuestro país, el que construye cosmovisiones de espejo cóncavo de feria. Son las peripecias mentales sobre la singularidad morbosa no verbalizable del origen de una derecha a contracorriente sumamente antitética de las europeas de nuestro entorno ya que el conservadurismo continental luchó por la democracia en contra de los totalitarismos que azotaron el siglo XX y la derecha española combatió por los totalitarismos en contra de la democracia. Esto no es un sedimento demodé del pasado sino un músculo ideológico que configura y define al conservadurismo que constituyó la metafísica del caudillaje y articuló la Transición para tener continuidad con todas las acotaciones de subjetividades y prejuicios propios que se sustancian en una baja consideración de la política (el formato político de la vida pública es una debilidad cuando nuestro concepto de nación es el único posible y patriótico). En este contexto, los problemas políticos dejan de estar en el ámbito de la política y la vida pública entra en una espiral de descomposición democrática donde las relaciones de poder sólo se plantean en términos de uniformidad ideológica y abolición de la disidencia.

Los problemas políticos dejan de estar en el ámbito de la política y la vida pública entra en una espiral de descomposición democrática

Los excesos verbales, la agresividad argumental con modelos de los años treinta del pasado siglo, el maniqueísmo excluyente entre buenos y malos españoles, la consideración de enemigos de España a los que no comparten las ideas derechistas, la manipulación de los poderes del Estado, singularmente el poder judicial, para criminalizar al adversario político, la estimación del franquismo y su acto inaugural del 18 de julio como fuente legitimadora del actual poder constituido, configuran un artefacto ideológico tendente a vaciar la vida pública mediante espacios de autoritarismo predemocrático. La misma división especializada de la derecha de hogaño, es equivalente a la que actuaba en el tardofranquismo, con Vox ejerciendo como los viejos azules, con una fuerte carga ideológica y agresividad guerracivilistas y el PP en el círculo caucasiano de los tecnócratas. 

La extremada agresividad por parte del conservadurismo contra la mayoría parlamentaria de la investidura y el gobierno nacido de ella se fundamenta en realidad en que en esa mayoría se encuentra todo aquello que la derecha considera como antiespañol y, por consiguiente, digno de ser excluido de la vida de la nación. Y, precisamente por ello, dicha mayoría es la que expresa mejor la realidad española y la que mejor puede afrontar los problemas de la nación. 

Feijóo el mentiroso