martes. 19.03.2024

El ERE publicitado por Caixabank es como bien ha dicho el Secretario General de CCOO “una obscenidad”. Los directivos del nuevo Caixabank “se han pasado de frenada” debido a una ambición sin límites en su plan de reestructuración de la empresa en el que un inmenso interés económico ha excluido cualquier otra consideración.

La propuesta sólo puede calificarse de monstruosa y fruto de una mente farisaica y enfermiza. ¿Cómo sino calificar una propuesta que incluye parámetros radicales y contradictorios?

En efecto la propuesta establece para la gran mayoría de la plantilla una serie de propuestas sumamente negativas, a saber:

  • Una reducción de casi 8.300 empleados, un 19% de la plantilla, a los que se pretende dar de baja de la empresa, a la mayoría de los cuales después de décadas de trabajo para esa empresa se les plantea la pérdida de éste con unas condiciones poco o nada favorables. Se llega al extremo de proponer 25 días por año con tope de 18 mensualidades a los menores de 55 años que pueden llevar  muchos años de antigüedad. Incluso se plantea que un 50% sea menores de 50 años y se escojan a criterio de la empresa.
  • Reducción de las actuales condiciones salariales y laborales para el resto de la plantilla, incluyendo una movilidad geográfica forzosa de hasta 75 km.
  • Una mayor reducción de condiciones laborales para la futura plantilla.

Al mismo tiempo los altos dirigentes mejoran sustancialmente sus salarios:

  • El salario del nuevo presidente se multiplica tres veces
  • Otros salarios de directivos se multiplican por 1,5 veces
  • El salario de los 2000 trabajadores de alto nivel se incrementa en un 15-20%.

Junto a todo ello los nuevos directivos de Caixabank plantean un cierre de más de 1500 oficinas es decir más del 25% de la red (Bankia tenía 2.267). Este cierre junto con el nuevo modelo de oficinas que la antigua Caixabank ya venía potenciando dedicado al asesoramiento del 20% de la clientela más rentable significará un mayor índice de exclusión bancaria para la mayoría de sus clientes. Es como si de un plumazo se haya hecho desaparecer lo que representaba la antigua Bankia. Eso sí quedándose su clientela y sus depósitos.

Parece como si los directivos de la nueva Caixabank no sean conscientes de los cambios en los tiempos actuales ni en la nueva consciencia creada en la sociedad en estos tiempos de pandemia.

Mientras que a nivel social y político se habla de la necesidad de reconstrucción económica y social, de un nuevo tiempo después de la pandemia y de un Plan de Recuperación, los directivos de las entidades financieras parecen ir contra corriente. ¿Cómo es posible hablar de recortar las jubilaciones anticipadas cuando unas de las entidades con amplios beneficios económicos lanzan a miles de trabajadores  al paro sin perspectivas de empleo similares?

La sociedad debería pasar factura a estas entidades tanto a nivel de su imagen corporativa reputacional como a nivel social y político

Sinceramente la sociedad debería pasar factura a estas entidades tanto a nivel de su imagen corporativa reputacional como a nivel social y político. Es impresentable socialmente que un sector que ha recibido ayudas públicas multimillonarias plantee una eliminación de puestos de trabajo como la que representa este ERE.

El Estado salvó a Bankia con 22.242 millones de euros para que no se hundiera, de los que solo ha devuelto poca más de 3.000. A todo ello cabría añadir las millonarias ayudas públicas en exenciones  y otras medidas que Caixabank ha obtenido a lo largo de su historia de adquisiciones de otras entidades financieras hasta llegar a la situación actual.

Creo que es necesario que las autoridades políticas actúen en este tema. En este sentido son importantes las declaraciones contrarias al ERE por parte de las Vicepresidentas segunda y tercera, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, así como del Ministro de la Seguridad Social Escrivá. Pero es preciso actuaciones concretas. No olvidemos que la entidad aún debe al Estado más de 19.000 millones de euros. Es interesante la interpelación del Gobierno al mutismo que hasta el momento ha mantenido el Banco de España tan dado a hacer intervenciones en cuestiones ajenas a su competencia y tan callado en un caso como éste que le afecta de forma directa.

Cabe esperar del Gobierno actuaciones a través de su representación directa en el Consejo de Administración de Caixabank. El Gobierno y también la Fundación la Caixa que fueron los artífices de la fusión deben ser ahora corresponsables de alcanzar una solución satisfactoria para todos. Ambos son los máximos accionistas de Caixabank con un 30% la Fundación y un 14% el Estado y por tanto los más responsables en darle una salida.

Sería necesaria ante todo la retirada de este ERE brutal y antisocial o una rectificación a fondo en todos sus aspectos. Plantear la restructuración de forma más limitada y pausada. Es decir menos plantilla afectada, la de mayor edad y con mayores posibilidades de un acuerdo que les permita acceder a la jubilación. Distanciar en el tiempo el proceso de restructuración de plantilla y de cierre de oficinas, en diversas fases que permitan que el personal tenga más edad y posibilidades de acceder a la jubilación.

Sería también positivo que los directivos con sueldos más altos, los miembros del Consejo y esos 2.000 directivos superiores entre los 53.000 trabajadores de plantilla hicieran algún sacrificio de sus elevados emolumentos.

Asimismo debería establecerse tanto por parte del Banco de España como del ejecutivo y legislativo la necesidad de que las grandes empresas con beneficios no puedan dar dividendos en el caso de efectuar este tipo de EREs durante un número determinado de años, así como prohibir los “bonus” a sus directivos. Puede que así entiendan que los perjuicios laborales y sociales tienen un coste.

En un análisis anterior de la fusión explicábamos que “en ambas entidades existe sobrada experiencia, lo que debe permitir que la posible reestructuración de plantillas se efectúe de forma acordada con los sindicatos y voluntaria para los trabajadores (p.e. prejubilaciones), todo ello dilatado y escalonado en varios años. No sería aceptable ni deseable un cambio en este tipo de acuerdos ya tradicionales en el sector y en estas entidades.”

Los actuales gestores deberían aprender de su historia pasada y volver a la sensatez, “por el bien de todos también de la entidad”. La primera entidad financiera de país debe ser un ejemplo en todos los campos, económico-financiero, laboral y social.

El ERE de CaixaBank: un fraude social