domingo. 28.04.2024
congreso
Hemiciclo del Congreso de los Diputados.

Siempre me había preguntado quienes votaron durante décadas a CiU de la deriva del proceso secesionista unilateral. Este domingo pude oír un testimonio en Salvados donde Junqueras era interpelado por un antiguo votante de Convergencia que rezumaba catalanismo por los cuatro costados, pero no se declaraba independentista en absoluto. Daba gusto escuchar el sereno razonamiento de un octogenario que ha vivido muchas cosas y mostraba un envidiable seny. En un momento dado, este ciudadano le preguntó al presidente de ERC si le harían pasar otra vez tanta vergüenza con otra puesta en escena similar a la protagonizada por Puigdemont, a su juicio tan deplorable y traumática para una Cataluña que suponía una referencia mundial tras los Juegos Olímpicos de Barcelona. También se preguntaba cómo era posible pretender conseguir la independencia con menos del cincuenta por ciento de los votos emitidos en las elecciones autonómicas, al margen del número de parlamentarios en que se tradujeran esa cifra. El uno de octubre no votó porque no veía que contara con suficientes garantías esa consulta ilegal. Es lo que tiene propiciar una votación donde solo participan quienes comparten el espíritu de la convocatoria en cuestión.

Jordi Pujol había sido el político de referencia para este ciudadano, hasta que salieron a relucir el tema del tres por ciento -denunciado en sede parlamentaria por Pasqual Maragall- y el enriquecimiento ilícito de todo su clan familiar, siendo esto algo que le había causado una profunda decepción. Resulta complicado no asociar el proceso independentista con ese punto de inflexión dentro del pujolismo. Reclamar la independencia venía bien para no hablar de una corrupción estructural del partido hegemónico en Cataluña. Ignoro qué puede ganar el pueblo catalán con la independencia, pero lo cierto es que pueden hacer una idea bastante cabal repasando las políticas aplicadas en su día por CiU y luego por quienes heredaron esa franquicia con otro nombre. ¿Cómo pueden coincidir en un mismo gobierno posturas ideológicas como las de ERC y Junts, al ser afines al PSOE y el PP respectivamente? Se diría que sólo les unía el objetivo de la independencia.

No es bueno devaluar el sentido del término “democracia” utilizándolo para justificar cualquier cosa

No es bueno devaluar el sentido del término “democracia” utilizándolo para justificar cualquier cosa. El talante democrático no intenta imponer su posición a sus interlocutores y hace honor a sus compromisos. Presidir la Generalitat por haber ganado unas elecciones autonómicas no te habilita para declarar una República Independiente. Al menos Oriol Junqueras afrontó las consecuencias y no se fugó a Bélgica en un maletero como hizo Carles Puigdemont. Uno se considera mártir de la causa y el otro quiere hacerse pasar por un estadista que ahora podría retornar del exilio como lo hiciera Josep Tarradellas. Habrá que ver cómo se aplica el protocolo cuando coincida con Pere Aragonés. ¿Qué lugar le corresponderá ocupar a su antecesor en el cargo y que ha oficiado como lo siguiera ejerciendo en su exilio de Waterloo?

La ley de amnistía suena fatal, pero tendrá pleno sentido si no se revela inconstitucional. Ahora se pueden discutir sus detalles primero en el Parlamento y luego en el Senado. También cabrá interponer los recursos que se consideren oportunos. Pero sirve para desbloquear una situación absurda que tenía inoperantes a los poderes ejecutivo y legislativo. Los problemas cotidianos de tipo social no pueden aguardar indefinidamente a que se produzca uno u otro quiliasmo. No se puede paralizar a un país indefinidamente hasta que un grupo en particular consiga sus objetivos o cierto partido mejore sus resultados electorales porque no le beneficien ciertos acuerdos parlamentarios.

Es muy lícito, sano e imprescindible manifestar las discrepancias. Pero arengar a la gente para hacer lo que sea por hacer imposible una investidura no parece algo muy positivo. La presidenta madrileña ha dicho que su presidente del gobierno (porque lo es del conjunto de la ciudadanía) nos ha colado una dictadura por la puerta de atrás. Una imagen potente donde las haya en la que resulta preferible no reparar. Se precia de sentirse amparada por la Corona y las fuerzas del orden, es decir, por ese Felipe VI al que se insulta en los altercados callejeros y esa policía nacional a la que se arrojan adoquines porque no dejan pasar. Hay perlas fantásticas, como la de que, si fuese al revés, ya estaría convocada una huelga general (sic). Se ve que no confían en el seguimiento de la clase trabajadora. Por algo será. En cambio, sí han conseguido que algunos mandos de la Guardia Civil se pronuncien, como si su misión fuera controlar los presuntos desmanes del gobierno, al estilo de Pinochet o Franco, cuyo nombre por cierto se corea con fervor en ciertas algaradas.

Isabel Díaz Ayuso parece creer que tiene patente de corso para decir cuanto se le ocurra por haber ganado unas elecciones. Como si esto eximiera de rendir cuentas por los escándalos que salpican tu gestión o permitiera insultar gratis a quien te parezca hilando al buen tuntún una ocurrencia con otra. Es obvio que cuando se convoquen elecciones ella será la candidata del Partido Popular a La Moncloa y por eso tiene que negarlo a cada paso. Nadie más lo hace. Imaginemos a José Luis Martínez-Almeida haciendo algo similar. Aunque pensándolo bien Juan Manuel Moreno Bonilla podría dar el paso desde su feudo andaluz. El que ya está bien amortizado es Alberto Núñez Feijóo. Lo sabe y por eso no se cansará de pedir nuevas elecciones cuanto antes por si cuela.

El independentismo pide amparo internacional y quienes repudian una ley de amnistía también lo hacen. Sería más interesante que arrimarán el hombro para no hacer encallar la nave del Estado y permitir que se constituya un gobierno, se aprueben unos presupuestos y se adopten medidas legislativas, porque no es otro el encargo que le han hecho las urnas. Tienen que dialogar, negociar y acordar constantemente, pero su cometido no es bloquear ni difamar sin tregua, en cuanto no se salen con la suya y no pueden imponer su parecer con las reglas de juego que solo suscriben cabalmente si les beneficia. Se diría que Pedro Sánchez es capaz de lograr cosas harto improbables que parecían algo imposible. Veremos qué hace con esta nueva investidura y las posibilidades que abre.

¿Cuál es la misión del político?