viernes. 26.04.2024
Aunque me precio de un linaje vasco que delata mi apellido materno, nací en el muy madrileño barrio de Chamberí y recuerdo con nostalgia un hábitat en el que la gente se ayudaba mutuamente. La caricatura que Isabel Díaz Ayuso hace me resulta enojosa. Sus chascarrillos hacen de Madrid un lugar pintoresco donde se puede ir uno de juerga sin tener en cuenta las circunstancias personales o sociales

Para empezar, como en todas las grandes ciudades, hay muchos Madriles, como bien sabía ya ese Galdós que retrató sus paisajes humanos y su fisionomía urbana. Es ofensivo reducir el vivir a la madrileña con dos brochazos de trazo grueso: Coincidir en los bares y esquivar a quienes has dejado de tratar.

En realidad la presidenta madrileña no describe nuestro Madrid, sino más bien Ayusópolis. Lo malo es que las urnas podrían convertirla en la capital de Trumpilandia. Sus asesores y adláteres siguen al pie de la letra las enseñanzas del trumpismo y aplican exitosamente su manual de instrucciones para triunfar en una campaña electoral.

Ningún balance del milagro económico y una ejemplar gestión de la pandemia. Acaparar el éxito y transferir los fracasos al adversario. Denigrar sin descanso al oponente bajo la divisa del “calumnia que algo queda”. Proferir sin pestañear asertos incoherentes o incluso contradictorios. Declamar auténticas barbaridades que jamas deben corregirse y, paradójicamente, devienen armas arrojadizas contra quien ose criticarlas.

A Trump todo esto le funcionó la primera vez y tampoco le vino mal el apoyo de lo que se conoce como la trama rusa. Engrandecer de nuevo a Norteamérica y poner a los estadounidenses por delante de todo. Tales fueron sus promesas. Ahora cabe comparar sus cuatro años en La Casa Blanca con una gestión de solo cien días.

Biden ha revertido los estragos de la pandemia en su país, pese al grupo de ciudadanos que rehuyen vacunarse, y está reactivando el dinamismo económico, así como las relaciones internacionales, ejerciendo un liderazgo tan sutil como eficaz, en compañía de Harris y Pelosi. Nunca prometió la luna. Tan sólo se propuso hacer política para sus compatriotas.

Cuando Ayuso se identifica con la Libertad, uno tiende a visualizar la famosa estatua del puerto de Nueva York. Pero deberíamos reparar en su antorcha. Ella no rehuye compartir ese fuego con Abascal y Monasterio, quienes únicamente presentan una enmienda global a las reglas del juego democrático, jactándose por añadidura de una violencia verbal que puede incentivar actitudes hostiles y beligerantes.

Ciudadanos nos ofrece reeditar su pacto con Ayuso para eludir a Vox, pese al maltrato que se les ha dispensado tras darle su apoyo en las últimas elecciones. Un partido necesario quizá no supere la barrera del cinco por ciento. Iglesias puede salvar del naufragio a su formación, pero su estilo bombea más votos a sus contrincantes de los que recauda para sí.

De no tener otro planes, Iglesias podría presidir la Asamblea madrileña sin entrar en el gobierno de coalición que podrían formar el PSOE y Mas Madrid. Porque todavía estamos a tiempo de que Madrid no sea la capital del trumpismo y siga la estela de Biden. Cada voto cuenta.

Les ha puesto nerviosos lo del voto por correo y eso es buena señal. No se creen del todo el óptimo favor de las encuestas. Como en la película de Woody Allen titulada Macht Point, la pelota todavía puede caer de uno u otro lado de la red, es decir, de la historia. Pero aquí no somos meros espectadores que deben asumir el desenlace imaginado por un guionista. Somos los auténticos protagonistas de tal historia y una sola papeleta puede dirimir el desenlace. No se abstengan de participar para quejarse cuando ya sea tarde.

Imaginen cómo serían los próximos capítulos en uno u otro caso. Si se refrenda que Madrid siga siendo Ayusópolis, podremos presentarnos como la capital de Trumpilandia, el paraíso de las trampas y los trampantojos. Quienes han consagrado sus carreras profesionales a la docencia y el ejercicio de la medicina quizá supieran cuidarnos mejor. Los dos próximos años podrían mostrarnos que hay otros mundos posibles. La resolución del Macht Point está en cada una de nuestras manos.

Ayusopolis, capital de Trumpilandia