domingo. 05.05.2024
PP_genova

Si hay algo que los resultados electorales del domingo pasado han dejado claro, es que la derecha española no entiende el país en el que vive. Lo han puesto claramente de manifiesto sus reacciones de la última semana, que han ido desde comentar “off the récord” que tenían que haber retrasado los pactos con Vox -es decir, engañar a los electores- hasta llamar en su ayuda al transfuguismo y a la traición con tal de hacerse con un poder que, inexplicablemente, no quiere caer en sus manos como fruta madura.

La realidad, por dura que suene, es que plantearon las elecciones como un plebiscito: España o Sánchez, y España eligió a Sánchez. No en tanto que persona, lo que sería convalidar el simplista esquema de la oposición, sino como conjunto de políticas: los españoles ratificaron el pasado domingo la decisión de formar un gobierno de coalición, ratificaron buscar apoyos en otras fuerzas parlamentarias para completar su mayoría, ratificaron su política respecto a Cataluña e incluso -qué egoístas- una política económica que ha dado como resultado el paro más bajo de la serie histórica y los menores índices de precariedad en el empleo. Esto es indiscutible, se recurra a los argumentos que se recurra, y si no fuera así el señor Feijóo estaría dentro de la Moncloa, y no manoteando en las escaleras.

En lugar de leer los resultados, los portavoces de la oposición se han lanzado a un coro de gritos en el que no han faltado conclusiones tan lúcidas como que es necesario dar “más leña”, cuando si algo se ha mostrado evidente en las elecciones es que ha habido un partido que las ha perdido: Vox, que ha visto reducida su representación a casi la mitad de la que tuvo en la anterior legislatura. En estas elecciones, los españoles no solo han dicho lo que querían, sino también, con muchísima más claridad aún, lo que no querían.

España es un país complejo a cuyo encuentro no se puede salir con soluciones simples y facilonas

España es un país complejo -complejísimo- y difícil -dificilísimo-, a cuyo encuentro no se puede salir con soluciones simples y facilonas. Esta es una premisa de la que todos deberíamos ser conscientes. Desarrollo es resolver problemas sencillos para enfrentarse a otros más complicados, el precio de un país desarrollado es una creciente complicación, y no sirve de nada refugiarse en la nostalgia de las cosas sencillas. Los adultos afrontan los problemas, y los demócratas los afrontan usando como instrumentos el diálogo, el pacto y la cesión mutua. Si la derecha quiere volver a gobernar, es preciso que asuma de una vez a España, en lugar de pasarse la vida ideando estrategias para que se someta a sus deseos.

Asumir España