domingo. 28.04.2024
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Joan Segovia | @JoanRohan

Pocos títulos son más autoexplicativos que este. La historia no es otra que la obvia, un padre de familia que se ve reencarnado en un nuevo cuerpo, el de una joven noble quinceañera que es la mala de un videojuego. Un isekai de toda la vida con toques de humor. De hecho hasta Kenzaburo, el hombre este, llega al videojuego por un accidente de camión salvando un niño, ya todo un meme en este tipo de historias. En esta nueva situación, Kenzaburo buscará como pasar desapercibido disimulando como puede mientras interpreta el papel de Grace, la villana. Sus costumbres como salaryman japonés le pondrán en una serie de cómicas situaciones donde más que hacer el papel de antagonista, terminará siendo la mejor amiga de la protagonista del videojuego.

Tras un primer tomo donde se nos presenta la situación y que tiene un par de gags curiosos por el final, las sensaciones con la serie eran bastante frías. La historia iba sin rumbo y no terminaba de contextualizar nada. Parecía que todo pasaba porque sí. Por suerte para todos, esto cambia en el tomo dos, que lo devoré del tirón en minutos. En este se asientan las bases del videojuego otome donde está atrapado Ken, se nos presenta su familia, que lo reconoce interpretando a la villana tras la pantalla y se siguen dando las situaciones donde la personalidad del pobre funcionario choca con la supuesta villanía que debería tener.

La serie no es más que una excusa para reírse de todos los estereotipos de las historias de isekais, los juegos de citas y del mundo otaku en general. Desde el meme del camión al inicio y pasando por las mascotas mágicas (no voy a hacer spoiler del tomo dos, pero es lo mejor de este), queda claro a dónde quiere llegar este manga. El añadir la familiar de Ken a la trama es todo un acierto, pues junto a él son los mejores personajes del manga. Al resto son un coro plano de clichés de los npcs típicos de esta clase de juegos: el guapo listo, el amable adinerado, el deportista sensible, el intelectual tímido,… Un suma y sigue de gente plana como el papel. Pero esta es la gracia, cabe recordar que son personajes de videojuego y que la serie pretende caricaturizarlos para reírse de los tropos del género.

En definitiva, El funcionario que se convirtió en villana empieza lento, mal y parece que se va a quedar sin ideas interesantes antes de terminar su primera entrega, pero luego sorprende sobremanera. El segundo tomo, publicado por Kitsune Books, es el giro que necesitaba la obra para despegar. Sinceramente, me quedo con las ganas de tener el tomo tres y saber en qué más problemas se mete Kenzaburo por no saber tener la boca callada ni interpretar a la villana Grace.


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Título original: Akuyaku Reijou Tensei Oji-san

Autor: Michirou Ueyama
Demografía: Seinen
Géneros: comedia, fantasía
Editorial: Kitsune Books
Formato: Rústica de tapa blanda y con sobrecubierta

Sinopsis:

Un buen día, Kenzaburo Tondabayashi, un funcionario de 52 años, casado y con una hija, se reencarna como la villana Grace Auvergne en el videojuego otome “Magical Academy: Love & Beast”. Kenzaburo, a pesar de no estar familiarizado con los juegos otome, intenta interpretar su papel como la villana que es Grace, pero cuando está frente a Anna, la protagonista del juego —quien es más joven que su hija Hinako— y a los guapísimos intereses amorosos del juego, sale su lado paternalista a flote, ¡lo que hace que se gane el cariño y la admiración de todos! Grace (Kenzaburo) es ahora quien se encargará de activar la ruta de Anna con uno de los chicos y no piensa dejar pasar ni una sola oportunidad. ¿Será capaz Grace de cumplir su papel como villana?

'El funcionario que se convirtió en villana': literalmente