jueves. 18.04.2024

Siete disparos

Los siete disparos contra Jacob Blake representan la continuidad de un odio que no cesa, y de una metodología policial basada en la impunidad.

No se trata de un rebrote. La brutalidad y la demencia con las que actúa la policía de los Estados Unidos no se ha detenido, forma parte del triste folklore de un país sumido en la violencia. Cuando aún no se han extinguido las llamas de las hogueras provocadas por el asesinato de George Floyd -ocurrido en mayo en Minneápolis- un nuevo y estremecedor caso de odio racial se cuela en las redes sociales y ahonda una herida que no deja de sangrar.

Siete disparos fueron los que esta vez la policía efectuó contra un ciudadano afroamericano en la ciudad de Kenosha, Wisconsin, uno de los Estados en los que más presencia tiene la Asociación Nacional del Rifle, organización que entre sus filas cuenta con agentes de la policía y  miembros de grupos de la extrema derecha. El hecho ocurrió el pasado domingo. Esta vez la víctima fue Jacob Blake, un ciudadano de 29 años que no opuso resistencia ante su detención por una supuesta denuncia de violencia doméstica. Las imágenes evidencian la impunidad con la que actúa la policía y reavivan el malestar de una buena facción de la sociedad estadounidense que desde hace décadas exige una profunda reforma policial.

El registro del FBI da cuenta de que cada año mueren asesinadas por la policía alrededor de 15.000 personas, de las cuales el porcentaje más alto lo conforman ciudadanos afroamericanos y latinos. Tras el alcance mediático que tuvo el crimen de George Floyd, Michelle Bachelet, responsable de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, denunció el uso excesivo de la violencia en el accionar policial y pidió que se abordara el rol que juega en esa violencia la discriminación racial arraigada y generalizada. 

En el 99% de las muertes a manos de la policía, el agente responsable no fue siquiera imputado. Y en menos del 0,3% fue condenado

El odio racial enquistado en las fuerzas del orden de los Estados Unidos tiene el consentimiento de Donald Trump, cuya retórica alienta a la impunidad que sienten quienes se saben protegidos por una ley laxa que no suele llevar a juicio a los responsables de estos crímenes. En el 99% de las muertes a manos de la policía, el agente responsable no fue siquiera imputado. Y en menos del 0,3% fue condenado.

Es en Estados Unidos en donde las fuerzas policiales asesinan a más personas que en cualquier otro país desarrollado. Desde sus orígenes, la policía estadounidense ha utilizado métodos represivos extremos denunciados por diversas organizaciones de derechos humanos. La administración Trump ha fomentado el odio hacia afroamericanos e hispanos, criminalizándolos desde un discurso xenófobo que los medios de comunicación han reproducido desde el inicio de su campaña electoral en 2016.  

Los siete disparos contra Jacob Blake representan la continuidad de un odio que no cesa, y de una metodología policial basada en la impunidad.   

Siete disparos