jueves. 28.03.2024

Mr. Robot o la decadencia de la sociedad occidental

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Fotograma de Mr. Robot

Por Mario Regidor | Posiblemente hayan oído hablar de la serie de Sam Esmail 'Mr. Robot'. Tres temporadas de pura adrenalina que supuso el espaldarazo de salida al estrellato del vigente Oscar de este año Rami Malek, protagonista de la serie y hacedor del personaje de Freddie Mercury en la película Bohemian Rhapsody.

No obstante, de lo que quiero hablar es del trasfondo, de la esencia que transluce la serie, siempre sujeta a los parámetros hollywoddienses de la redención, el respeto al orden establecido, etc. Pero, no soy el único que piensa que la serie tiene una profunda crítica a la sociedad en su conjunto. Vayamos por partes.

¿Alguien ha visto una película llamada “El Club de la Lucha”, basada en una obra de un joven (por aquel entonces) autor estadounidense llamado Chuck Palahniuk? En ella, el protagonista, una persona frustrada y con diversas patologías propias de una sociedad que te aliena, se inventa por medio de un alter ego ficticio (el hombre que aspiramos a ser…) un club que atrae a personas muy similares a él en carácter y expectativas de vida, unos desarraigados de la sociedad con múltiples taras mentales pero que encuentran en un grupo que se reúne para darse hostias entre sí un sentimiento de pertenencia y una familia que no tienen en “la vida real”.

Pues bien, Mr Robot habla, en esencia, de algo muy similar pero con múltiples variantes. El protagonista también es un desarraigado familiar, con taras mentales que le convierten en una persona que se refugia en la informática y las nuevas tecnologías para superar su timidez y que, con una ideología libertaria, trata de luchar contra las grandes corporaciones multinacionales que gobiernan la economía mundial. Pero, a medida que vamos avanzando en esas tres temporadas, la situación se vuelve mucho más compleja, ayudado por el Showrunner de la serie, Sam Esmail que dirige la práctica totalidad de los episodios y guioniza gran parte de la serie con gran maestría y ciertos toques de humor y de “Pulp” que la hacen entrañable en varios momentos, a pesar de la crudeza de su planteamiento general.

¿Podría ser que ahora que parece que una “gran minoría” de seres humanos están afectados por trastornos de diversa índole, de carácter leve en su mayoría, pudieran constituir una puerta de acceso a un nuevo conocimiento propiciado por el auge de las nuevas tecnologías?

Mr. Robot plantea cuestiones de compleja actualidad en la sociedad moderna. Para empezar, justo lo que hablábamos antes: los trastornos mentales como una vía para una nueva inteligencia inexplorada. ¿Podría ser que ahora que parece que una “gran minoría” de seres humanos están afectados por trastornos de diversa índole, de carácter leve en su mayoría, pudieran constituir una puerta de acceso a un nuevo conocimiento propiciado por el auge de las nuevas tecnologías? Es una cuestión a valorar. Así como, la alienación que supone un uso excesivo de dichas técnicas que puedan conducir a fenómenos como los “hikikomoris” o personas, jóvenes en su mayoría, que se encierran y se aíslan del contacto físico con seres humanos en su propia casa o, incluso, en una habitación de su casa, pero que mantienen contacto casi permanente, por medio de las nuevas tecnologías, con el mundo exterior. Pueden pasarse años en esta situación.

Pero volviendo a uno de los paradigmas de la serie, como es el hecho del proceso de dominación, del que apenas somos conscientes, con respecto a las grandes corporaciones multinacionales y que, en la serie, se puede apreciar de manera taxativa con unos poderes públicos sojuzgados por las mega empresas, personalizada en una concreta llamada E Corp (o como la llama el protagonista Evil Corp (empresa malvada)).

En suma, es el viejo paradigma de que la política se encuentra supeditada a la economía gobernada a su vez por los consejeros delegados empresariales en vez de por los políticos y la política. Frente a esa realidad, el protagonista y su grupo coordinan acciones de terrorismo informático, hackeo, etc contra dichos grupos corporativos aunque en la serie hay giros inesperados que lo vuelven todo más complejo.

Otro aspecto importante de la serie: la informática como metáfora de la vida que colige con lo anterior. La informática y sus múltiples aplicaciones sitúan la posición del protagonista en el mundo, lo pone en cuestión con la gente que le rodea y, en esencia, marca el nivel de sus relaciones con toda la realidad que le circunda.

Esta posición entronca claramente con el individualismo propio de la sociedad moderna frente a la necesaria unidad para enfrentarse a problemas globales como el planteado en la serie. El protagonista, Elliot Alderson, sabe que, a pesar de su tendencia a la timidez y de la escasez de amigos, no puede enfrentarse al desafío solo. Necesita de aliados, pintorescos algunos, sorprendentes casi todos y, sobre todo, necesita confiar en ellos, circunstancia que no es nada fácil por su carácter, por las obligaciones que demanda una sociedad plenamente individualista como la actual y, por su lucha constante con la enfermedad mental que padece y que, a veces, parece llevarle por buen camino y otras entorpece su devenir como si tuviera vida propia.

Por último, pero no menos importante, y que parece una consecuencia de todo lo anterior es la soledad que padece el protagonista influido por su trastorno mental, su predilección por las nuevas tecnologías y el componente alienante que supone el vivir en esta sociedad y la lucha que mantiene contra las propias corporaciones empresariales.

En esencia, quiero destacar que esta sociedad distópica, muy actual, plantea una teoría que, si bien no es novedosa, ya que ha sido planteada por numerosas obras en cine, televisión y literatura, no cabe duda que la forma de tratarlo en esta serie es muy sugerente, con muchos interrogantes y que planean en el aire y en el inconsciente colectivo durante mucho tiempo y que, y es el mejor piropo que se le puede dar a una obra, te deja pensando durante largo tiempo una vez visualizada.

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Al igual que otras manifestaciones culturales. En este caso, un libro que me ha recordado la serie es Cenital de Emilio Bueso, otra distopía en la que, como expresa en su blog “Donde Acaba el Infinito” Alexander Páez están proliferando con la figura de una especie de “mesías” que lucha por defender aquello en lo que cree, con la salvedad de que parece que el mesías en Mr Robot no es el protagonista sino las propias corporaciones multinacionales por su afán en llevar a la sociedad a un mundo mejor, controlado por ellos, por supuesto.

No podemos olvidar el contrapeso que ejercen las Nuevas Tecnologías con respecto a la democracia liberal tal y como plantea el erudito Yuval Noah Harari en su libro “21 lecciones para el siglo XXI” cuando dice que “el liberalismo está perdiendo credibilidad justo cuando las revoluciones paralelas en la tecnología de la información y en la biotecnología nos enfrentan a los mayores retos que nuestra especie ha encontrado nunca”.

Muchas más cosas se pueden resaltar de esta serie que conserva una conexión con la actualidad, aunque sea en su vertiente distópica muy acertada

Muchas más cosas se pueden resaltar de esta serie que, reitero, conserva una conexión con la actualidad, aunque sea en su vertiente distópica, muy acertada. Es notorio destacar el papel preponderante que se le da a China como nuevo garante del orden mundial, un país comunista que favorece a las grandes corporaciones y el control de las materias primas necesarias, muchas de las cuáles se concentran en el continente africano llegando incluso a que el Consejo de Seguridad de la ONU permita la Anexión del Congo por los chinos. Algo inaudito pero no del todo descartable según la coyuntura política y económica mundial.

Un aspecto que a mí me causa pavor por su incidencia en las relaciones cotidianas de la gente es la dependencia tecnológica de la que somos víctimas y que, cada vez se refleja más en cualquier aparato que, en teoría, “nos hace la vida más fácil”. Sinceramente, no sé qué nos deparará el futuro en este sentido pero las perspectivas no son halagüeñas. Ya hemos hablado en párrafos anteriores de la situación que nos plantea una absoluta dependencia de la electricidad, la electrónica, las Nuevas Tecnologías que la necedad del ser humano convierte en vital cuando no lo es.

Otra reflexión interesante es el papel de la clase media, cómo parece que somos dueños de nuestro destino y libres pero, en nuestro fuero interno, al menos los más avisados, sabemos que no es así. Todo nos condiciona y la mera perspectiva de consumir y poseer algún ahorro o propiedad privada nos da la falsa ilusión de que esta clase media (o mediocre) por ser mayoritaria, gobierna los designios mundiales con su voto y con su poder de movilización cuando sabemos que no es así, que los poderes mundiales parecen ser sólo las grandes multinacionales que, no sólo esclavizan gobiernos, sino además a sus propios ciudadanos a los que “compran” con un puesto en la empresa o en alguna de sus filiales o subcontratas mientras les venden los mismos productos que comercializan o fabrican. Es la pescadilla que se muerde la cola, la cuadratura perfecta del círculo, la prisión en jaula de oro…

Por último, pero no menos importante, en la serie se ilustra la situación de las monedas virtuales, una de las cuales desbanca no sólo al bitcoin sino que se convierte por una actuación coordinada de los Estados Unidos, China y las grandes multinacionales en la moneda que sustituye al patrón oro y al dólar como índice monetario de referencia. Es asombroso como sucede todo sin que, prácticamente, nadie nos demos cuenta. Parece la “mano invisible del mercado” que predijo Adam Smith pero es mucho más que eso. Es un complot de los principales países mundiales y las grandes multinacionales para que el Capitalismo no deje de ser la ideología económica dominante por los siglos de los siglos. La cuestión es: ¿Estará la sociedad dispuesta a tolerarlo?

(Nota: Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia… ¿O no?)

Mr. Robot o la decadencia de la sociedad occidental