viernes. 29.03.2024

El 'partido nacionalista madrileño' y otras historias para no dormir

El crowdfunding de la Ayuso

Por Mario Regidor | La semana pasada se produjo un terremoto político del que se hablará y se escribirá durante mucho tiempo por las consecuencias que se derivarán de una decisión que, sobre el papel y a priori, era la única manera que tenía Ciudadanos de poder sobrevivir al “abrazo del oso” que, desde las últimas elecciones catalanas, se había convertido en el principal caballo de batalla político en la que se había juramentado la cúpula directiva del Partido Popular.

El PSOE y Ciudadanos presentan varias mociones de censura coordinadas en Murcia, contando la propia comunidad y el ayuntamiento e “ipso facto” las alarmas se encienden en la Génova 13 (todavía…). Su secretario general, Teodoro García Egea, murciano para más señas, se pone en funcionamiento y, en una evidente muestra de un transfuguismo que, a pesar del pacto firmado por las distintas fuerzas políticas, sigue campando a sus anchas por la geografía política española, consigue parar la moción en la comunidad murciana.

Previamente, se suceden mociones de censura en Castilla y León y en Madrid y es aquí donde urge detenernos un momento… La presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, firma un decreto disolviendo la Asamblea de Madrid y convocando elecciones para el 4 de mayo, aparentemente antes de que se registren las dos mociones de censura que se presentan por parte de Más Madrid y PSOE.

Una vez hecho este pequeño recorrido cronológico, conviene entrar en el análisis.

Al principio pensaba, y lo sigo haciendo, como escribí en el primer párrafo del artículo, que la “jugada” de Ciudadanos era la única que les quedaba para sobrevivir electoral y políticamente y, aun así, es posible que no fuera suficiente. No obstante, la principal característica de un partido político con aspiraciones de gobernar debe ser el control de los territorios donde se encuentra implementado y, por lo que se ve, no parece que Ciudadanos controle lo que ocurre con lo que esta situación que suponía un torpedo en la línea de flotación ya no sólo del PP, sino de Pablo Casado, se tornó en una contramedida en la que la “fusión por absorción” del PP a Cs vuelve a cobrar auge con gran fuerza y sitúa a Inés Arrimadas en una situación francamente vulnerable en el seno de su partido.

Gran parte del “mérito” de esta vuelta de tuerca la tiene Isabel Díaz Ayuso o, más concretamente, Miguel Ángel Rodríguez, hijo pródigo y portavoz del primer gobierno aznarista y que ahora goza de una segunda juventud en manos de su alumna.

Debo reconocer que, si bien la jugada de Cs era la única posible para tratar de afianzarse como el partido bisagra que debía ser para tratar de ocupar el centro político y oscilar a derecha e izquierda antes de que las erróneas decisiones de Albert Rivera lo echara todo a perder, no es menos cierto que ha sido la excusa perfecta para una convocatoria electoral en Madrid que puede ser la puntilla para Cs y cimentar una mayoría de derechas en la comunidad que aísle a una izquierda dividida y, sobre todo, encumbre a los altares de la política nacional y de su propio partido a Isabel Díaz Ayuso.

No obstante, también podría convertirse en la tumba de Pablo Casado ya que éste ha ligado su destino político a lo que aquella pueda hacer en su comunidad y no cabe duda que podría convertirse en una seria candidata a disputarle el liderazgo a nivel nacional a Casado, incluso en detrimento de Feijóo. Aún es pronto, pero lo iremos viendo…

Díaz Ayuso es una candidata atípica, no por su ideología, ni por su estilo de gobierno o su forma de buscar alianzas, sino por el hecho de que considera su destino el convertirse en némesis de Pedro Sánchez y en ello va a emplear todas sus energías y su saber político, todo ello mentorizado por Miguel Ángel Rodríguez, por supuesto.

Y para ello han creado un remedo de lo que vamos a llamar Partido Nacionalista Madrileño, por encima de Casado y por encima del alcalde de Madrid, Martínez Almeida. El hecho de que una comunidad autónoma uniprovincial, centralista con la capital del reino para mayor abundamiento, tenga a una de las jefas de gobierno más nacionalista de España, procedente de un partido en continua lucha y contradicción con ellos, sería un asunto digno de estudio, la verdad.

De todos modos, lo que no me explico es que por qué Cs en la comunidad de Madrid no consumó la presentación de una moción de censura, adelantándose a la de Díaz Ayuso o, por lo menos, haber entablado conversaciones con Más Madrid y el PSOE para tratar de formar una alternativa, máxime teniendo en cuenta la pendiente decreciente que venían teniendo en las sucesivas encuestas que se publicaban. La pandemia y el miedo a lo desconocido pueden ser motivos suficientes, pero la construcción de un relato de unas bien conocidas desavenencias entre presidenta y vicepresidente y que fuera instrumentalizado por Ignacio Aguado con una buena política comunicativa, algo de lo que han adolecido en la moción de censura murciana, podría haber planteado una situación bien distinta a la actual.

Otra cuestión que no es baladí es el papel de Vox y la polarización de la contienda electoral en un contexto de pandemia con unas elecciones que se van a celebrar un día laborable y que, sin duda, incidirán en el nivel de afluencia de electores a las urnas.

En este contexto y ante la previsible defección electoral de Cs la única opción de la derecha para formar gobierno pasa porque PP y Vox logren sumar mayoría absoluta. Y en este caso, ¿qué sucedería? Ayuso ya ha expresado su deseo de gobernar en solitario, con mayoría absoluta o, si fuera necesario, con los votos de Vox pactando propuestas y legislación en la asamblea. La cuestión es: ¿Consentirá Vox en esa propuesta o se obstinará en entrar en el gobierno? Si echamos la vista atrás veremos como la estrategia de apoyar gobiernos desde fuera la empleó Cs con cierto éxito al principio de su singladura nacional, pero en la siguiente convocatoria exigieron entrar en los gobiernos, lo que es totalmente lógico. Así, las cosas ¿Ha llegado ya la mayoría de edad para que Vox exija ocupar cargos en un gobierno autonómico, mojándose en tareas de gestión? Si es así, a Pablo Casado le viene encima un problema para “centrar” al PP y desligarse de la ultraderecha, máxime si no olvidamos la severa reprimenda que dedicó a Santiago Abascal cuando presentó la moción de censura contra Pedro Sánchez. Arrieros somos…

En suma, el panorama político ha entrado en una fase de total desconcierto, del que el único partido político que, al menos a corto y medio plazo que va a obtener un cierto rédito de esta situación es Vox, además, sin ningún riesgo añadido. Lo único que tendrán que valorar, y no es poco, es si quieren forzar para entrar en el gobierno regional madrileño o se conformarán con una posición reforzada apoyando desde fuera.

Es obvio que a Cs se le ha ido esta vuelta de tuerca de las manos, pero no porque fuera una mala idea per se. Su consideración de bisagra en la política española, que es la opción lógica para un partido que se considera de centro, la dinamitó Albert Rivera cuando pudo pactar con el PSOE y no lo hizo.

Esta opción del centro político siempre ha sido una utopía difícil de alcanzar, pero sin duda ganadora para llegar a gobernar y más en un contexto de polarización política como el actual. No obstante, debido a lo anterior, el centro se mueve, parece mucho más permeable y, sobre todo, mucho más inalcanzable, a pesar de estar mucho más huérfano de opciones políticas que antes.

Así, a largo plazo el PP se escora a la derecha, justo de donde no se mueve Vox para el que tendrá que contar no sólo para el gobierno madrileño sino para conseguir en el futuro el gobierno de la nación. El viaje al centro de Casado se acaba y no puede considerársele como el ganador de este embate.

Por último, el PSOE pierde, pero no porque vaya a tener un coste electoral o político significativo sino porque ahogamos la posibilidad de poder pactar con un partido que, con el liderazgo de Arrimadas intentaba volver a ese centro del que había huido con Rivera y su posible desaparición aboga al PSOE a no tener más opciones que pactar con su izquierda para gobernar, máxime teniendo en cuenta que el escaso electorado que le pueda quedar a Cs no se lo llevará mayoritariamente el PSOE.

En suma, esta reacción en cadena va a durar semanas y mucho me temo que Cs se desarticule y en las próximas elecciones generales, autonómicas y municipales firme con sus resultados su muerte política, suicidio que ya ha comenzado con el abandono del barco de ciertas figuras políticas que irán al PP.

De todos modos, y ya para terminar, ¿alguien se ha parado a pensar qué sucedería si Cs entrara en la Asamblea de Madrid y sus diputados fueran indispensables para dar mayoría a derecha o a izquierda? Sinceramente, creo que esta sería la única posibilidad de parar su sangría y girar hacia el centro: dar el gobierno a Ángel Gabilondo en un gobierno de coalición.

El 'partido nacionalista madrileño' y otras historias para no dormir