jueves. 28.03.2024

Nueva política, viejos problemas

Por Gregorio Artiles | El planeta Tierra y, obviamente, su especie humana está preocupado y se entiende la razón por la salud mental, conocida técnicamente como cordura mental, de quien acaba ser elegido Presidente de los EE.UU. de América. Es algo lógico en el caso de los directamente afectados, ciudadanos norteamericanos, habida cuenta en su día también se plantearon una situación similar (sin la misma extensión de medios de comunicación se entiende) con las actuaciones del Presidente Nixon.

Todo el mundo ha oído hablar del caso Watergate, pero es casi seguro muy pocas personas conocen el motivo real que llevó al Presidente vigente a espiar a sus adversarios políticos y por ello a preguntas como ¿Por qué quería Nixon espiar a los demócratas en su convención? ¿Qué información temía que los demócratas pudieran manejar que hiciese peligrar siguiera en el cargo? Es casi seguro tengan escasas respuestas acertadas en nuestro país y se deduce es casi seguro hoy también en territorio estadounidense.

Allí, una vez conocidos los motivos, y aunque sabemos las condenas se produjeron para quien intentó obtener dicha información por motivos como mentir, obstruir a la justicia destruyendo pruebas, ocultando el origen de la financiación de la operación fracasada y similares, todos los medios de comunicación coincidieron, finalmente, en que era vital desde el punto de vista democrático vigilar la salud mental al menos política, de los candidatos.

Por desgracia, ha pasado una generación y el problema se ha vuelto a reproducir, esta vez de forma absolutamente grotesca, con el candidato y hoy Presidente electo Donald Trump.

Dedicar gran parte de tu agenda política (la tiene desde que es elegido Presidente en urnas) con carácter oficial cuando tome posesión del cargo a demostrar que no eres un peligro real demuestra la gravedad del problema. En este caso, no se puede alegar de forma literaria la figura quijotesca del personaje, ya que si bien Miguel de Cervantes para novelar las andanzas del Quijote lo definía “más loco cuanto más cuerdo” a nadie cabe que Trump va a salir con más amigos con los que entrará a presidir el país más poderoso del mundo, es decir, ninguno, aunque bien me puedo equivocar y, al final, hacer amigos que se puedan contar con los dedos de una mano.

En España, hay bastante miedo colectivo a hablar de forma sincera sobre el estado mental que se puede detectar en ciertos políticos en función de sus actuaciones en virtud de la intoxicación mediática existente y consiguiente creación de la contrarréplica como norma general cuando aflora una actuación sospechosa, el principio “y tú más” ha hecho un enorme daño a nuestra democracia.

España ha sufrido un enorme desgaste moral llegado al campo político en función de no vigilar el estado mental de ciertos personajes cuyas actuaciones hoy sonrojarían a cualquiera. El enorme cúmulo de casos de corrupción personal ejercidos desde el mundo político es buena prueba de ello, la cuantía económica es escandalosa y los medios necesarios para evitar que se vuelvan a reproducir son, cuanto menos, cuestionables. Decir que se ha perseguido la corrupción es radicalmente falso y echar tierra sobre los asuntos es moralmente reprochable. No hemos tenido más que eso y casi solo eso.

Ahora tenemos en España un caso de dirigente donde su actuación reviste caracteres propios de quien en materia política hace dudemos se su estado mental. Nos referimos a la reciente destitución de los consejeros socialistas en el Gobierno de Canarias.

Afortunadamente se puede resolver aplicando el lugar de origen, que antes eran las llamadas Islas Afortunadas, y a lo mejor esta vez cuentan con la fortuna de eliminar el problema, único y de carácter personal, al afectar políticamente a su actual Presidente de Comunidad Autónoma, llamado Fernando Clavijo, de Coalición Canaria.

Este personaje, antítesis del político transparente y tranquilizador, se ha dedicado día sí y otro también a sembrar la semilla de la discordia por donde quiera que pasa. No está tranquilo con la estabilidad y la buena gobernanza. Es más, le molesta que las cosas vayan medianamente bien y ante esa adversidad nace su necesidad imperiosa de engendrarse enemigos, abrir disputas innecesarias y abogar por la injusticia social como forma de hacer justicia política.

Su última decisión, esperemos que sea la definitiva para que las restantes formaciones políticas pongan punto sin retorno a su carrera política, es el cese de los Consejeros de la formación política que garantizaba mayoría parlamentaria estable en su gobierno, con el agravante al menos nominalmente aportando su grupo parlamentario 18 diputados  y su socio gubernamental 15 (mayoría estable sobre un total de 60 integrantes de la Cámara regional) que entendía correspondían menos de la mitad de carteras autonómicas en su gobierno regional a los socios de gobierno. Todo ello, teniendo en cuanta, que el PSOE fue el partido más votado a nivel autonómico en Canarias pero, por culpa de un sistema electoral injusto, se vio relegado a la segunda posición en número de escaños.

Lejos de conformarse con esta inusual forma de distribución de responsabilidades y reparto de confianza, se dedicó día sí y otro también, a decir y desdecir lo anteriormente manifestado sin dar explicación alguna, sembrando el caos en cuantos asuntos trataba y dejando en ridículo no solo a tales socios de gobierno, sino a sus propios compañeros de formación, llegando la cosa al extremo que su antecesor en el cargo, casualmente el Presidente regional que más tiempo ha tenido esa responsabilidad en la moderna historia de Canarias, Don Paulino Rivero (también de Coalición Canaria), ha tenido a bien alertar a este sujeto de que está absolutamente alejado de la realidad social y política de Canarias y su propia formación está en grave peligro nada más abrir la boca este político cantamañanas llamado Fernando Clavijo.

La imagen de foto de los propios Consejeros de Coalición Canaria escuchando las decisiones de tan singular personaje lo dice todo: asombro, incredulidad y sensación de vergüenza ajena ante el disparatado proceder en quien preside una Comunidad Autónoma a capricho, con la arbitrariedad como norma, el ninguneo como forma de trato personal y nulo resultado como Presidente.

Ahora bien, su decisión es personal, no lo olvidemos, y en este caso su estado político mental va a ser valorado ante lo que parece inevitable desde el punto de vista político: la presentación de la cuestión de confianza

¿Qué confianza tiene hoy día el señor Don Fernando Clavijo? Ninguna, seguro es así fuera de su formación política y cercana a cero también en su propio grupo parlamentario por lo que volviendo al Quijote es bueno saber si la embestida del personaje contra los molinos de viento es un pasaje literario gracioso o no deja de ser más que eso, destinado a distraer, pero cuyo resultado final es inoperante para la población real y terminará con el atacante por los suelos sin entender lo que ha pasado y su lanza y armadura de hojalata desperdigada de mala forma.

Miguel de Cervantes, a medida que escribía el Quijote se fue encariñando con los personajes. Así, algunos hablan de la sanchización del Quijote y la quijotización de Sancho. A lo mejor sí interesa el pasaje del período de gobernanza de la Ínsula de Barataria para ver hacia donde han de ir las cosas y ver si hablamos o no de Afortunadas, refiriéndonos a las Islas Canarias.

Los Fernando Clavijo han de desaparecer desde ya en la vida política de España, ya está bien de aguantar incompetentes, sembradores de discordia por donde quiera que van e ineficaces gestores de la cosa pública. Ha sido el gobierno regional y solo el gobierno regional actuando en bloque en este caso quien ha sacado las castañas del fuego a tan funesto personaje.

Este es un caso claro de que, quien sobra aquí es usted, Sr. Clavijo.  

Nueva política, viejos problemas