viernes. 19.04.2024

La extrema derecha en España: ¿una realidad cercana?

facha

Por Mario Regidor | A raíz de la crisis económica de hace más de una década ya, numerosos movimientos populistas de diferentes tendencias ideológicas empezaron a proliferar por toda la geografía europea. No obstante, en este caso, me gustaría hablar de la situación de la extrema derecha en España.

Desde la muerte de Franco, España ha adolecido de un referente, a nivel electoral, de dicha ideología. Son múltiples las razones por las que no ha cuajado un movimiento de estas características entre la ciudadanía española. Vamos a ir desgranando algunas.

Siempre se ha dicho que una de las principales causas de la imposible consolidación de un partido de extrema derecha en España ha sido el régimen dictatorial en el que vivimos durante casi 40 años, lo cual supuso una especie de vacuna para la sufrida ciudadanía hispana.

No obstante, hay varias razones más, una de las principales es que no hay una única extrema derecha, ni en España, ni en Europa por más que compartan principios ideológicos comunes en casi todas ellas. Esa ha sido una de las principales motivaciones para la proliferación de numerosos grupúsculos políticos que han impedido que exista una extrema derecha unificada en España. Para muestra un botón, España 2.000, Democracia Nacional, 3 partidos distintos con el nombre de Falange entre su denominación: Falange Auténtica, La Falange y Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. y, por último, pero no menos importante VOX, liderado por el dirigente del Partido Popular, Santiago Abascal.

Otra de las razones principales de que no haya cuajado un partido de esta índole en el electorado nacional viene determinada por el proceso de refundación de la antigua Alianza Popular en un Partido Popular con nuevos liderazgos y posibilidades reales de arrebatar el liderazgo electoral al PSOE y que motivó que pudiera abarcar, como buen partido atrapalotodo, una porción importante de votantes que, ideológicamente, oscilaban entre el centro y la extrema derecha, recogiéndolos a todos bajo un mismo paraguas lo cual ejerció un efecto bálsamo en las filas de la extrema derecha.

Además, de la excesiva atomización de partidos políticos extremistas con numerosas siglas que inducen a la confusión de sus votantes potenciales y a la división del voto, nos encontramos con otra incidencia particular que merma su éxito en contiendas electorales. A saber, la centralización de sus postulados ideológicos en dos pilares fundamentales: la inmigración y la repercusión que tiene su auge en la distribución de la riqueza y el empleo en el país y la vuelta a las raíces de una, gran y libre España, en clara sintonía con las reminiscencias franquistas que, para nada, encuentran eco mediático y electoral en los tiempos actuales.

Pero, volvamos a VOX, ¿por qué me detengo en este partido específicamente? Vamos a dar varias razones. La primera y principal es que es el partido que mayor intención de voto atesora en la actualidad, dentro de su espectro ideológico. De hecho, ha habido encuestas, la más reciente del diario digital de Pedro J. Ramírez, El Español, de principios de año que le otorga 1 escaño con el 1,7% de los votos a nivel nacional y más de 500.000 electores. Sinceramente, las posibilidades de este partido de tener una posición relevante en la política nacional en el próximo mandato son realmente escasas, a priori.

De todos modos, no nos engañemos, el hecho de que, aún, falten casi dos años para las próximas elecciones generales (siempre que Mariano Rajoy no convoque elecciones anticipadas) y, teniendo en cuenta que la tendencia de VOX es ascendente y el proceso de afianzamiento de los partidos de extrema derecha en Europa así como el populismo de idéntico signo allende los mares, Trump es un gran ejemplo, pueden ser un indicador lo suficientemente fiable para hacernos pensar que las perspectivas electorales de VOX pueden ser dignas de tenerse en cuenta y de que podamos tener un partido de extrema derecha en España con presencia en el poder legislativo desde la época de la Fuerza Nueva de Blas Piñar y su escaño conseguido en las elecciones de 1982.

Además, conviene tener en cuenta un punto importante. Ya estamos viendo los esfuerzos y encajes de bolillos que se ve obligado a hacer el PP para aprobar los presupuestos desde las ultimas elecciones generales en junio de 2016 y lo mucho que importan los escaños de partidos sueltos, como es el caso de Foro Asturias, Nueva Canarias y Coalición Canaria que están vendiendo muy caro su apoyo en el Congreso. Es en este contexto donde la consecución de un escaño por VOX puede convertirse en determinante para afectar, aún más, la gobernabilidad del país, además, del altavoz que supone el poder tener tu tiempo como partido para dirigirte a ministros del gobierno y a su propio presidente en sede parlamentaria y rentabilizar políticamente y mediáticamente dichas participaciones.

No cabe duda de que el movimiento de la llamada Derecha Alternativa y sus acólitos en toda Europa: Le Pen en Francia, Wilders y su Partido de la Libertad en Países Bajos, el AFD alemán, etc han conseguido, al albur de la crisis económica y de una reorientación de sus postulados ideológicos, un crecimiento más o menos sostenido en sus perspectivas que se ha concretado en un ascenso sin precedentes en los resultados de sus últimas contiendas electorales. Y no hay pruebas en contra de que esta realidad vigente en numerosos países europeos no se vaya a dar también en España. En otro artículo iremos desgranando las causas de este posible ascenso y su incidencia en la política española porque, sinceramente, este siniestro y, hasta ahora, lejano espejismo de que la extrema derecha pueda volver a sentarse en los escaños del Congreso, podría estar más cerca de lo que pensamos.

La extrema derecha en España: ¿una realidad cercana?