viernes. 29.03.2024

Abierto en canal: la cultura como motivación vital

libros primavera

Por David Buxens Escorihuela | Mucho he tardado en escribir sobre lo que realmente me ha apasionado desde siempre, la Cultura. Para mí resulta complicado definir lo que significa dicho concepto, con lo que pido al lector que me permita citar la definición que del mismo hizo la socióloga canadiense Martha Wykeham; “Cultura es el arte de desarrollar la inteligencia emocional sin perder espíritu crítico. Representa sin ninguna duda el futuro de la Humanidad”. Nada más que añadir, si acaso, que además hay que hacer referencia a la libertad y el espíritu transgresor que emanan de la Cultura.

Mis primeros recuerdos de infancia tienen que ver con los libros, al lector le parecerá raro, pero en la Primaria de finales de los 80 y principios de los 90, era raro que quién se iniciaba en esta etapa escolar llegase aprendido como lector. Yo esto se lo debo a mi madre, que me introdujo en el mundo de la lectura y llegué “al cole” siendo un lector voraz que leía libros destinados a niños más mayores, de unos 8 o 9 años y, además, sabía contar como mínimo hasta cien. Nunca le podré estar suficientemente agradecido a mi madre por esto. Imagine por tanto el lector mi niñez, algo solitaria, ya que mientras otros niños jugaban con juguetes, un servidor se introducía en una narrativa llena de imaginación, color y fantasía. Este país ha dado con grandes autores de libros para niños.

Compensaba esta soledad jugando en casa con mi hermano menor y en verano con otros niños al sol del Sur grancanario. Luego llegó la adolescencia, en la que éste humilde escriba levantó la mirada de sus libros, cada vez más complejos para no descuidar también sus primeros amoríos, porque jóvenes guapas había y no pocas a mi juicio. ¿Cuáles eran los libros que me atraparon en mi adolescencia y juventud? Pues, querido lector, fueron muchos, y sinceramente me gustaría que mis amigos propietarios de la Librería Archipiélago de Las Palmas de Gran Canaria se hayan podido jubilar gracias al dispendio que hacía de los libros que ponían a la venta, pues todos me llamaban la atención. Hecha la broma citaré los siguientes, “La Historia Interminable” y “Momo” de Michael Ende, “Juan Salvador Gaviota”, o “El fantasma de Canterville y otros cuentos” de Óscar Wilde. En esta etapa comenzó a apasionarme también el teatro, por su capacidad para hacerme pasar por diferentes estados emocionales, de la carcajada de un Miguel Mihura, a la congoja de Buero Vallejo, o la empatía y sensibilidad que siempre me ha hecho sentir Federico García Lorca.

Persigo una cultura en la que el consumidor pueda conocer el proceso creativo y valorar la constancia, el talento y la inversión en esfuerzo y tiempo que requiere por parte de los creadores culturales para obtener ese producto que te hace vivir

Finalmente llegué a Barcelona, en el primer mandato de Jordi Hereu como alcalde y me enamoró su febril y aparentemente incesante actividad cultural. Salvando las distancias, en aquella época, Barcelona se asemejaba bastante a “La ciudad que nunca duerme”. En aquella Barcelona que luchaba y en no pocas ocasiones superaba a París como segunda ciudad europea por detrás de Berlín, todo, o casi todo era posible, aprendí a disfrutar charlando con los propietarios de las galerías de arte, la producción audiovisual y el talento de tantos jóvenes que me explicaron por qué se dedicaban al cine o a la producción documental me sobrecogió. Por último, el poder disfrutar de algunas óperas en el barcelonés Liceu de la Rambla es algo que recomiendo hacer a todo el que lea el presente artículo al menos una vez en la vida. En mi caso, soy también un apasionado de la música, especialmente de los 80, década bullente de creatividad y de varias óperas de música clásica. Sepa el lector además que hago mis pinitos al teclado, instrumento que aprendí a tocar de manera autodidacta.

Espero que todos estos datos autobiográficos ayuden al que me lea a entenderme un poco mejor. Actualmente, siento nostalgia de aquella Barcelona que hallé hace casi 15 años a mi llegada, llena de oportunidades creativas, esplendorosa, reivindicativa y transgresora frente a las dificultades -que siempre las ha habido-. Ahora te encuentras a algunos dirigentes municipales de la mal llamada “izquierda pura” encabezados por la alcaldesa Ada Colau que hablan de “Cultura Alternativa”, levantando una ola de carcajadas entre los gestores culturales serios de las principales ciudades europeas, cuando no te presentan en sede de Distrito un PowerPoint en el que revelan con gesto serio que de cada 10 proyectos culturales para Barcelona, muchos de ellos de etapas anteriores y por tanto prorrogados, han terminado a lo sumo 3. ¿Se puede permitir una ciudad como ésta tamaña desidia?

Mi lucha ahora estriba en que la Cultura reciba el reconocimiento social que merece, que las mujeres creadoras, y especialmente las jóvenes, reciban el respaldo que se han ganado, en esto soy profundamente radical y se lo debo a mi madre, que la cultura se democratice y sea accesible e inclusiva sin importar la procedencia, creencias o grado de capacidad del destinatario, que sea considerada un bien de primerísima necesidad y por tanto gravada con un impuesto súper reducido y no como ahora con un 21% de IVA. Por último, persigo una cultura en la que el consumidor pueda conocer el proceso creativo y por tanto valorar la constancia, el talento y la inversión en esfuerzo y tiempo que requiere por parte de los creadores culturales para obtener ese producto que te hace vivir.

Los obstáculos a todo esto no son menores, una escasa inversión por parte de los gestores políticos, en el caso de Cataluña, donde resido del 0,6% del PIB, en el mejor de los casos, Navarra del 1,8%. Sonrojante, si lo comparamos con el 10% de Finlandia o el 12% de Islandia. Además, la excesiva imposición a los productos culturales como dejé esbozado, la precariedad laboral existente en el sector o la escasa exposición mediática de contenido de calidad en la televisión, en general. Además, la Derecha española no ha tenido ningún reparo en recortar en Cultura siempre que ha podido, con la excepción del folklore y la cultura tradicional, poco crítica. Uno siente sana envidia de países como Francia, dónde, ¡Atención! Hubo protestas en las calles porque los contenidos culturales pasaron de estar gravados del 5 al 8% y ello provocó que se revertiera dicha acción gubernamental. Además, mientras en Cataluña los gobernantes destinan 30€ por cada catalán para consumo cultural, en Francia son 200€ y en Suecia 800€. La extrema derecha de VOX, va más allá y alguno de sus seguidores llegó a exclamar ¡Muera la Cultura! delante del domicilio de algún conocido editor.

No sé qué te habrá parecido el presente escrito, amiga lectora o amigo lector, pero lo cierto es que yo escribiéndolo y haciendo un poco de terapia contigo, me siento más liviano, diríase que me he quitado un peso de encima. Acabo diciéndote que la Cultura también va un poco de tomar partido acerca de lo que deseas para el conjunto de la sociedad. Yo, como ves, ya lo he hecho, y tú, aunque no estés de acuerdo conmigo o no me guste tu manera de ver el asunto, serás respetado y bienvenido siempre. Para mí se trata de ser siempre más Don Quijote que Pablo Hasel.

Abierto en canal: la cultura como motivación vital