sábado. 20.04.2024

La herencia que nos dejó el Franquismo

Hablar de Franco, de la distancia de los años que hay entre su muerte y la actualidad es decir poco, porque todo no ha muerto con él...

Hablar de Franco, de la distancia de los años que hay entre su muerte y la actualidad es decir poco, porque todo no ha muerto con él. Hay un poso denso que el Franquismo dejó sobre las mentalidades; sedimento que habla con frecuencia, aunque las palabras que digan los políticos sean diferentes. Son los poderosos de siempre; las mismas dinastías que ponen, quitan y mueven las piezas de ajedrez a su antojo, sin que el Estado de Derecho les mueva de sus feudos. Algunos son baluartes consolidados en el Franquismo que miran la historia con sorna. Otros son herederos del OPUS; esa doctrina que se adueñó de la enseñanza para educar a generaciones futuras; lo hicieron bien. Nos recuerdan que ellos no cesan en su empeño, que España son ellos y que los demás, o se pliegan a sus designios o serán pastos de la ira y de las mentiras; ellos siguen manejando los resortes del poder. La Educación debe ser como ellos la entienden y la Unidad de España como ellos la inventaron.

 ¿De dónde les llega esa fortaleza? Se alimentan de la España asumida y añorada donde no existía más que cárcel y muerte para los que no estuvieran de acuerdo con su doctrina. Exilio, depuraciones, encarcelamientos, presos dedicados a trabajos forzados, fusilamientos y torturas. En definitiva, supresión total de los otros. La oligarquía financiera y  la terrateniente en la cúspide del poder junto a los militares y la alta jerarquía eclesiástica. La Iglesia cumplía la misión legitimadora del régimen; el dictador paseaba su poder bajo palio y a ellos se les dejaba la educación de las nuevas generaciones de españoles. A esos educadores dirigió Franco estas palabras:

“Hay que recristianizar a esa parte del pueblo que ha sido pervertida, envenenada por las doctrinas de corrupción. Para hacer esta labor antes había que luchar contra los gobiernos. Ahora podéis  apoyaros en el poder para realizarla, porque uno mismo es el ideal que nos une”.

Mientras gran parte del pueblo se moría de hambre, se daban brindis al sol y se hacían proclamas patrióticas. El valor de los salarios en las ciudades era la cuarta parte de los de antes de la guerra. La desnutrición y las enfermedades eran cotidianas en las clases populares. Y la caridad católica del Franquismo sustituyó a la justicia.

El año 1947, la Asamblea General de la ONU se ablanda y no ratifica la condena que el año anterior dirigió al gobierno franquista español; EE.UU. hizo ciertas consideraciones, pero votó a favor del régimen franquista. Las propuestas anticomunistas unen al Tadem Franco-EE.UU.; el gobierno estadounidense habla de la importancia estratégica de la España de Franco. Un año más tarde, Francia abre sus fronteras al régimen y el dictador aprovecha la decisión del gobierno francés para hacer declaraciones similares a las que realizó el gobierno norteamericano. El 1950 la Asamblea de Naciones Unidas, deroga el acuerdo de sanciones de 1946 con el respaldo de 38 votos a favor, 10 en contra y 12 abstenciones.

Y así el fascismo inicial se maquilla frente al exterior, pero manteniendo los Principios Fundamentales del Movimiento y del levantamiento nacional del 18 de julio del 36. En las décadas 50-60 del siglo XX son millones de emigrantes los que se alejan de esa España depauperada que no puede garantizar las necesidades básicas de subsistencia. Y el gobierno facilita la salida para resolver dos cuestiones; la económica y los posibles conflictos laborales. Aún así serán años en los que las protestas estudiantiles y la de los trabajadores toman fuerza. Por otro lado,  los tecnócratas y el capital financiero copan gran parte del poder en España, quitando protagonismo a  Falange, partido del que tomó Franco gran parte de su ideario político; así la jerarquía eclesiástica y la oligarquía económica siguieron ostentado los resortes del poder.

El dictador murió, pero El Movimiento Nacional no murió con él; sólo estuvo agazapado. Los ocho años del gobierno de Aznar supuso un afianzamiento del ideario político añorado y, por otra parte,  muy afín a las ideas del gobierno estadounidense de Bush. El ex presidente Aznar, es fiel embajador de la metrópoli estadounidense y de las jerarquías eclesiásticas. Durante su gobierno fomentó el sentimiento nacional-católico extremo, excluyendo de su ideario la compresión de otras nacionalidades históricas. Pero a la vez incurrió en la mayor contradicción; permitió dictados del Imperio estadounidense como si fuese un fiel gobernador de provincias.

Y de nuevo en el poder, los movimientos del Partido Popular están impregnados de añoranzas, de sentimientos intransigentes y de mentiras. Quieren abanderar un patriotismo exacerbado y la defensa de la Constitución; Principios que ellos incumplen constantemente. 

La herencia que nos dejó el Franquismo