sábado. 20.04.2024

De besos

Sus labios huérfanos de besos llamaron mi atención. Si la mirada hacia aquél rostro hubiera sido fugaz, al paso, la intranquilidad revestida de interrogaciones habría inundado la mañana y, a buen seguro, buena parte de una tarde de domingo. Me preguntaría: ¿Serán labios no besados? ¿Nunca labios ajenos los han recorrido, aprisionado, acariciado? ¿Habrán sido sembrados con la semilla de la ternura? ¿Alimentados de amor?

Interrogantes que no tuvieron oportunidad de brotar porque, tras la barra circular de la cafetería que nos separaba, frente por frente, hallé respuestas. Su mirar a ninguna parte, quizás a su interior, permitió que la mía no fuera impertinente para escrutar su rostro con detenimiento.

Unas comisuras sin asomo de rictus ni amargura delimitaban su boca; el entrecejo carente de interrogantes y las mandíbulas relajadas evidenciaban la ausencia de desesperos inútiles. Y el «gracias», acompañado del destello de ojos, hicieron que sus labios esbozaran una sonrisa huérfana de besos del pasado…pero abiertos de esperanzas a los por venir.

Despejados mis interrogantes, apuré el vino de la copa y salí a caminar el frío de la mañana para rentabilizar la vacuna de la gripe.

De besos