viernes. 19.04.2024

Indultos y AstraZeneca

vacuna astrazeneca

Creo no ser el único capaz de revisar una primera opinión. La mía ha cambiado respecto a dos cuestiones bastante polémicas: la vacuna de AstraZeneca y el asunto de los controvertidos indultos. Ahora soy firme partidario de ambas cosas, tras haber tenido serias dudas al respecto.

Fui presa de una pésima comunicación y, cuando me toco ponerme la vacuna, no dejaba de darle vueltas a esa información con que se nos bombardeaba, según la cual cual podías perecer víctima de un trombo. Luego comprendí que cualquier fármaco tiene sus riesgos y que deben ser asumidos, como cualesquiera otros riesgos aparejados al vivir cotidiano.

Poco después cambiaron las tornas. La vacuna maldita es ahora la preferida por quienes recibieron una primera dosis y no ven claro que sea buena idea combinar vacunas de muy diferente diseño. Las presiones ejercidas a través del intempestivo consentimiento informado se mostraron absolutamente ineficaces y se ha impuesto el sentido común de los destinatarios, lo cual no deja de ser una excelente noticia.

Mi primera reacción com respecto s los indultos no podía ser más negativa. Me parecía un gesto incomprensible. Sin embargo, la reacción de Junqueras y Aragonés me hace ver que son sencillamente imprescindibles. Hasta la cúpula  empresarial y eclesiástica lo han percibido así. Tan sólo sigue oponiéndose con cierta saña quienes apuestan por la crispación y se benefician de la polarización. 

Los indultos pueden tener un benéfico efecto paralelo al de la vacunación y ofrecernos cierta esperanza de que las cosas puedan mejorar en un futuro no tan lejano. Hay que arremangarse para hacer frente a todos los corolarios negativos de la pandemia, en sus vertientes económicas, laborales y psicológicas, entre muchas otras facetas. Pero será más fácil hacerlo con un clima político presidido por el diálogo entre quienes piensan de forma diferente.

Se trata de aportar soluciones a problemas muy complejos y no de complicarlos aún más con protagonismo fuera de lugar o cortinas de humo que ocultan prácticas políticas muy poco edificantes. Resulta llamativo que las dos formaciones políticas más involucradas en temas relativos a la corrupción y el enriquecimiento ilícito, sean justamente las que más vociferan en contra de los indultos, aunque lo hagan en dos direcciones presuntamente opuestas pero finalmente coincidentes. 

Las graves declaraciones de un funcionario integro, como el inspector Manuel Morocho, deberían ocupar a Pablo Casado como presidente de un  Partido Popular en donde ya desempeñaba ciertos cargos, aunque los compatibilizara con su inaudita habilidad para obtener títulos en un tiempo récord. E igualmente los responsables de Junts deberían manifestar su parecer sobre la poco edificante conducta del clan Pujol.

Esas declaraciones resultarían más interesantes que la porfía en sus respectivas huidas hacia delante para precipitarse al abismo. De sabios es mudar de opinión, según se dice. Mi caso testimonia que cualquiera puede hacerlo sin ser sabio. Basta con no dejarse llevar por los arrebatos y el bombardeo sistemático de la Indonesia. Todo parecer debe ser provisional y susceptible de verse revisando bajo una nueva luz o los cambios de las circunstancias. Explicarlo es muy sencillo. Resulta bastante más complicado ponerlo en práctica

Indultos y AstraZeneca