viernes. 19.04.2024

Lo que se juega la izquierda

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En las vigentes negociaciones para formar Gobierno, todo el país se juega mucho. Los desafíos que tenemos por delante son mayúsculos y urgentes. Tanto, que cabe llamar a la responsabilidad de todos los actores políticos para investir de inmediato al candidato que ganó las elecciones, por amplio margen y por partida doble.

Pero si el conjunto del país se juega mucho, la izquierda española se lo juega todo.

La ciudadanía española otorgó el pasado mes de abril una amplia mayoría parlamentaria a las formaciones políticas progresistas. Y a pesar del fracaso de la investidura de julio, esa mayoría volvió a darse en noviembre.

Los electores que depositaron sus votos a favor de los partidos de izquierda lo hicieron, seguramente, con una triple esperanza. Que se formara gobierno. Esta vez sí. Que ese gobierno impulsara un programa de progreso. Y que ese gobierno lograra funcionar con una coherencia y una funcionalidad razonables.

Si la izquierda, o una parte de la izquierda, vuelve a fallar a sus votantes, el coste en términos de credibilidad y desafección será muy considerable

Seguramente también, votaron con argumentos en positivo y en negativo. Votaron confiando en el compromiso y la capacidad de sus representantes progresistas para gobernar en clave de equidad y justicia social. Y votaron para hacer frente a la regresión social que ya había llegado a Andalucía, Madrid y Murcia, y que amenazaba con extenderse por toda España.

Votaron una vez. Fallamos. Y votaron otra vez, a pesar de la decepción, la frustración, incluso el enfado bastante generalizado.

Si la izquierda, o una parte de la izquierda, vuelve a fallar a sus votantes, el coste en términos de credibilidad y desafección será muy considerable. Para esa parte culpable, con seguridad. Para toda la izquierda, seguramente.

La incógnita está ahora localizada en Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). En la votación del mes de julio, sus dirigentes actuaron con coherencia. Ahora se trata del mismo candidato, con un programa idéntico, y un acompañamiento que siempre valoraron bien. ¿Actuarán de forma distinta? ¿Cometerán ahora los pecados que reprochaban a otros en julio?

Siempre se ha hablado de la difícil cohabitación entre las dos “almas” de ERC, la izquierdista y la independentista. Para muchos de los que nos consideramos de izquierda, antes que una cohabitación se trata de una contradicción. O se prioriza el objetivo de la equidad social o se prioriza el propósito de la exclusividad nacional. A juicio del modesto entender de quien esto escribe, ambas prioridades no parecen compatibles.

En todo caso, es lo que defienden y es lo que han votado quienes les han votado. Y, por tanto, eso es con lo que hay que entenderse.

Para el alma de izquierdas, el PSOE ofrece un programa inequívocamente progresista. Para el otro, se ofrece diálogo en el marco de la ley. Ni una cosa ni la otra la encontrarán en la alternativa que espera agazapada tras la oportunidad de unas terceras elecciones.

Sean cohabitaciones o contradicciones, ojalá resuelvan de manera que podamos cumplir con las mejores esperanzas de la mayoría de los españoles, catalanes incluidos.

Lo que se juega la izquierda