jueves. 18.04.2024

Estamos de rebajas

Las religiones se convierten con frecuencia en un intercambio comercial. “Si mi hijo encuentra trabajo, voy de rodillas desde Aluche hasta tu iglesia de Medinaceli”.

Las religiones se convierten con frecuencia en un intercambio comercial. “Si mi hijo encuentra trabajo, voy de rodillas desde Aluche hasta tu iglesia de Medinaceli”  “Si me curo del cáncer, dormiré en el suelo dos veces por semana” Y así la religión se prostituye reduciéndose a un comercio entre una divinidad y el ser humano. Y los representantes de esas religiones fomentan esta faceta de grandes almacenes en rebajas, dando a entender que los dioses satisfacen su divinidad con el sufrimiento humano como si un festín de sangre les aportara un placer tal que los predispone a convertirse en un INEM barato o en un puesto de morcillas en la plaza de abastos. Y hay ciertos días en que esos dioses se brindan como rebajas. Entonces es más fácil obtener sus favores a un precio más barato. Quien observa una cierta conducta los nueve primeros viernes de los doce meses del año, tiene asegurada la salvación eterna. Dios abre una carpeta con los nombres de estos cumplidores y les prepara globos de plumas arcangélicas para que durante toda la eternidad se disfracen de Gabriel o Rafael y paseen su felicidad por todas las ferias del cielo. Son intercambios llenos de chantajes.

Los políticos han copiado a las religiones. Durante la legislatura, el partido de turno, con su presidente a la cabeza, ha llevado al país según sus criterios y los de la economía que le obligan a conducirnos a la miseria. “No había otra alternativa”  ha repetido Rajoy durante cuatro años, refugiando su cobardía en la herencia recibida y en un rescate evitado porque supo meternos en el chiquero y amontonar allí toda la miseria tratando de hacerla invisible y tapándola con un crecimiento económico que no se nota en los hogares con hambre. Los ricos han llegado a ser más ricos a costa de que los pobres sean más pobres. Y D. Mariano levanta el triunfo de la riqueza de una minoría como una medalla olímpica, con el orgullo de un triunfo conseguido porque él es el milagro heredado de aquel Aznar taumatúrgico que nos plantó en la gloria de los países que más viviendas construía.

Estamos ante unas elecciones. Y sin el más mínimo rubor, Rajoy se mete en su traje de chantaje descarado y comienza a pregonar por las plazas su crece pelo, su ungüento maravilloso que cura a los dependientes mediante un cheque de ayuda, y asegura que bajará los impuestos, y que se cuidará a las mujeres maltratadas aunque sólo en este año hayan muerto cuarenta y tantas, y que se acabará el hambre y los desahucios y se crearán cientos de miles de puestos de trabajo, y los parados, los jóvenes, la educación, la sanidad…Pero hay que someterse al chantaje: Te doy todo esto siempre y cuando me votes.

Y los que aspiran a gobernar también recurren al chantaje. Si me votas, te prometo que haré todo lo contrario que hizo Rajoy. Porque Rajoy no quiso, no supo, se empeñó en un cambio social machacado por una ideología contraria a los derechos humanos…

Y los electores vamos de rodillas, papeleta en mano, a pedirle a San Pedro-PSOE, San Pablo-PODEMOS, San Alberto-CIUDADANOS, un puesto de trabajo para el hijo parado con mujer y tres churumbeles, sanidad para el cáncer del padre, una silla de ruedas para el chaval dependiente… Y nuestros santos taumatúrgicos nos aseguran que sí, que con ellos sí, que no con Mariano, que ellos tienen mano con la historia para conseguir eso y mucho más.

Hay un grupo de ateos políticos que tuercen el gesto. Todos son iguales, todos van a robar, todos buscan el poder para enchufar su post-mandato a Telefónica o Endesa. No queda nadie honrado. (Y uno tiene la impresión de que estos contra-políticos añoran una dictadura que los libere de ejercer su protagonismo en la historia de su país).

Este grupo merece un desprecio porque en realidad lo que buscan es evadirse de la responsabilidad creadora del bienestar común. A posteriori son los primeros en criticar y en restregar por la cara de su vecino el triunfo de su mediocridad. “Ya te decía yo…”  Y lo exponen como un triunfo del egoísmo más sangrante.

Los dioses ejercen el chantaje más destructor. Los políticos el chantaje más evidente. Pero les aseguro que yo no compro en rebajas y que mi conciencia asume el riesgo político porque acepta el riesgo de vivir.

Estamos de rebajas