jueves. 18.04.2024

Pablo e Íñigo, no juguéis con las 32 horas semanales

jornada laboral

Isidor Boix ha publicado en este medio NT un interesante articulo con el título: ¿32 horas de trabajo semanales? Un mal planteamiento para un importante problema” Un título que resume bien el contenido de su reflexión, que comparto al cien por cien, y en el que de alguna forma nos advierte del riesgo de caer en frivolidades, como es la iniciativa anunciada por Pablo Iglesias e Íñigo Errejón de establecer por ley “32 horas de trabajo semanal, semana de 4 días laborables”.

No es que la idea no tenga interés, muy al contrario. Está en la agenda política y social mundial sobre el empleo, la humanización del trabajo y su organización ante la digitalización o la transformación energética. En noviembre de 2019 saltó en la prensa económica internacional la noticia de que Microsoft Japón había indicado una prueba temporal, con resultados positivos, de reducción de la jornada laboral a 32 horas y cuatro días a la semana. La noticia venía acompañada de un comunicado de la empresa que indicaba su voluntad de extender la prueba al invierno. La iniciativa fue valorada muy positivamente por el gobierno de Japón que en la actualidad quiere abordar un importante problema en su cultura laboral, como es la muerte por exceso de trabajo de un número considerable de trabajadores. Un fenómeno que incluso tiene su propia palabra que es: karoshi.

Hace pocas semanas hemos leído que Unilever ha decidido experimentar durante 12 meses la jornada laboral de cuatro días sin recorte salarial en una de sus plantas de Nueva Zelanda. Una experiencia con la que colaborará la Escuela de Negocios de la Universidad de Tecnología (UTS) de Sídney en la evaluación de los resultados del experimento. "Estamos ansiosos por compartir las lecciones de este experimento con otras empresas de Nueva Zelanda, con la esperanza de incitar a otros a reflexionar sobre la forma en la que trabajan" ha declarado el CEO de la empresa.

Ejemplos como éstos los encontraremos a decenas. Sin ir más lejos, en Mengíbar (Jaén) la empresa Software Delso fue motivo de reportajes en la mayoría de nuestros medios de comunicación el pasado enero por ser la primera empresa española en implantar la semana laboral de cuatro días, lo que se traduce en 36 horas semanales en invierno y 28 en verano, sin que afecte al salario de sus empleados.

Como es lógico, este es un debate que está presente en el mundo sindical. Y una vez más la referencia puede ser Alemania, y más en concreto su potente Federación IG Metal que hace pocos meses ha iniciado su reflexión al respecto. Lo resume bien el presidente de este sindicato, Jörg Hofmann, cuando afirma que la semana de 4 días y 32 horas puede ser una opción posible para afrontar la crisis del coronavirus y la gestión del cambio estructural que están viviendo las empresas alemanas del sector del automóvil con la digitalización y la Industria 4.0, o para abordar la transición energética y el cambio climático.

España no es Alemania, entre otras muchas razones porque uno de los problemas más graves que tiene nuestra economía es su baja productividad

¿Cómo afronta esta propuesta el sindicalismo alemán? Pues, en la medida de que se trata de una cuestión de calado, no como un eslogan o una finta de regate entre partidos disputándose publicidad, sino abriendo un debate para dar el protagonismo a quien corresponde, a la negociación colectiva. Por ello IG Metal anunció el inicio de un amplio proceso de discusión entre el conjunto de los representantes sindicales de las empresas de automoción, para incorporar, o no, esta demanda en la negociación del próximo convenio colectivo del sector. Estamos hablando de unos sectores industriales, como son la industria metalúrgica y el eléctrica, que por convenio colectivo hoy tienen 35 horas de jornada semanal en Alemania Occidental y 38 en el Este. En su último convenio colectivo el sindicato conquistó ya potentes instrumentos de “usos horarios” que permiten reducciones del tiempo de trabajo y una amplia flexibilidad de la jornada laboral individual, ligada a la formación, conciliación o formación de los y las trabajadoras.

España no es Alemania, entre otras muchas razones porque uno de los problemas más graves que tiene nuestra economía es su baja productividad, que sólo se incrementa con la destrucción de empleo como hemos podido comprobar en todos los ciclos económicos que hemos vivido. Y es así  por nuestros déficits tecnológicos y de capacitación de la fuerza de trabajo en muchos de nuestros sectores productivos, lo que provoca que en el mercado global sigamos compitiendo desde nuestra ventaja comparativa (bajos salarios) y no competitiva.

Son muchos y urgentes los retos que nos esperan, y muchas las expectativas puestas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Empezando por la necesidad de adecentar el mercado de trabajo, mejorar la salud laboral, garantizar el cumplimiento real de la jornada laboral frente a las horas extraordinarias gratuitas, o la formación continua. Modernizar la empresa es ampliar los derechos de información y participación de las y los trabajadores y sus sindicatos en la marcha de la empresa. Tenemos pendiente reforzar el papel de la negociación colectiva y la utilidad real de los convenios colectivos, o llevar a buen puerto la Ley de “usos horarios” que, junto a un larguísimo etcétera, vemos que está en la ambiciosa agenda del Ministerio de Trabajo. Esperemos que la Ministra de Trabajo siga con paso firme con su hoja de ruta y no le distraigan iniciativas con indiscutible atractivo mediático que acaban llenando páginas y debates en los medios de comunicación, pero que, como ha pasado tantas veces, acaben en nada como han sido el “contrato único”, “la mochila austriaca” o el macguffin de la ministra Báñez sobre la ley de horarios de trabajo.

En España sin duda se instaurará en algunas empresas la jornada laboral de 32 horas y cuatro días a la semana. Pero no desde la subvención del Estado. Hay demasiadas urgencias en nuestro país en el mundo del trabajo para el destino de los recursos anunciados en los Presupuestos Generales del Estado. Se instaurará fruto de la negociación colectiva en muchas o pocas empresas, respondiendo a sus particularidades y características de empleo, proceso productivo, productividad, etc. Se abrirá camino desde la iniciativa sindical y la negociación colectiva. Si no, al tiempo.

Pablo e Íñigo, no juguéis con las 32 horas semanales