viernes. 29.03.2024

Laura Borràs, la candidata bebé

laura borras

Es impactante leer en el Twiter de la candidata a la Presidencia de la Generalitat en las próximas elecciones catalanas la siguiente declaración o, mejor dicho, confesión: “El 1 de octubre de 2017 fue, para muchos de nosotros, el inicio de la conciencia política, la determinación y un sentimiento de lucha y compromiso con el país. Humildemente, me siento nacida el 1 de octubre. Porque -políticament- nací ese día”. O sea, hasta ese día, cumplidos los 47 años, Laura Borràs no tenía conciencia política y pasaba ampliamente del compromiso con Catalunya. Pero ese día, el 1 de octubre de 2017, como otros miles de catalanes y catalanas, Laura Borras abrazó la causa de la independencia por la puerta de la emoción.

Seguro que este mensaje no es un error de la cabeza de lista de Junts per Catalunya. Sabe que los mensajes que recurren a las emociones (el miedo, la indignación, la ira, humillación), y que apelan a supuestos valores morales tradicionales, la patria, soberanía nacional…, son, siempre mucho más efectivos que aquellos que se dirigen a la razón, al gobierno de “las cosas de comer”, como se suele decir. Y por ello en la campaña electoral los partidos independentistas hacen lo imposible para que esté ausente al balance de la gestión de su gobierno y los programas electorales en los que se puedan medir, pesar y contrastar las propuestas reales de gobierno en terrenos tan prosaicos como son la educación, la sanidad, las relaciones laborales, la fiscalizad, el medio ambiente, etc...

Es más cómodo y eficaz traficar con las emociones que permiten desenfocar la realidad y evitar entrar críticamente en la discusión de los verdaderos problemas que tiene la sociedad y que deberían recibir propuestas y alternativas claras desde la política. Muy especialmente a la hora de pedir el voto en unas elecciones, como en estos días en Catalunya.

Desde las emociones es donde puede anidar mejor el radicalismo excluyente y se puede eliminar el pluralismo de opciones. Porque no hacen falta argumentos, ni debates públicos, ni razones, ni diálogo democrático. Porque no es necesaria la información, ni la pedagogía política. Sobran con la carga emocional alentando resentimientos y despreciaos hacia los infieles, como hacen muchos de los compañeros de la lista de Laura Borràs hacia aquellos catalanes y catalanas no independentistas, adjudicándoles calificativos que por vergüenza ajena no voy a repetir en estas líneas.

La ventaja enorme que tiene la política de las emociones es que no precisa razonar

La ventaja enorme que tiene la política de las emociones es que no precisa razonar. No importan los hechos, sino su interpretación emotiva, subjetiva, acompañado con una buena red de medios de comunicación como caja de resonancia, que en el caso del independentismo catalán no le falta, para hacerlos verosímiles primero y luego incuestionables.

Para explicar lo difícil, por no decir imposible, que resulta modificar la opinión cuando esta se sustenta en emociones o en la fe, nos sirve esa metáfora que se utiliza en los cursos de formación para la comunicación. Alguien que regresa a su casa tras los rezos de ese día en la sinagoga, se encuentra con un amigo y lo primero que le cuenta es que su rabino es un santo porque habla todos los días con Dios. El amigo, escéptico, le pregunta: “¿y tú, como sabes qué habla con Dios?”, “porque me lo ha dicho él mismo” responde. “¿Y cómo sabes que el rabino no te engaña?” le vuelve a preguntar, y, muy seguro y contundente, le responde “¿Como me iba a engañar un hombre que habla todos los días con Dios?”.

Pues así vi yo las afirmaciones y respuestas que dio ayer Laura Borràs en el debate electoral de TVE cuando explicitó que haría una declaración unilateral de independencia de Catalunya, cumpliendo el mandato del 1 de octubre, si las opciones independentistas obtenían más del 50% de los votos el próximo 14 de Febrero. “Eso no te lo crees ni tú, Laura” le respondió Salvador Illa.

Es cierto, eso no sé lo creé ni la señora Borràs, pero atención, tenemos que tener presente que la política de las emociones nunca sabes cómo puede acabar. Ejemplos hemos tenido, aquí y en todo el planeta, el último con Trump pisoteando la legalidad. Mejor será que la movilización electoral les impida alcanzar ese soñado más del 50%, por el bien del futuro de Catalunya. Porque el fanatismo es impredecible y son capaces de todo. 

Laura Borràs, la candidata bebé