viernes. 29.03.2024

Sargadelos sí. Derechos y libertades, también

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Durante este verano hemos podido asistir a uno de los ataques a la libertad sindical más descarado de los últimos años. Un hecho que ha sido reconocido por el propio causante, el gerente de Sargadelos, una emblemática empresa situada en Cervo (Lugo) que forma parte de la cultura y la historia gallega.

Me refiero, como imagino ya sabréis, al despido de Rogelia Mariña, presidenta del Comité de Empresa de Sargadelos (elegida por amplia mayoría), y la posterior sentencia del juzgado de lo social de Lugo que declaraba el despido nulo y condenaba así a la empresa a indemnizarla con 30.000€ por daños morales.

Se trata de un ataque a la libertad sindical porque el motivo del despido no tiene razón de ser. Rogelia exigió, después de muchos sacrificios laborales, el cumplimiento del convenio colectivo en todos sus términos y condiciones. Es decir, fue despedida por cumplir con las obligaciones que implican su cargo de delegada electa y representante de UGT en la empresa.

Rogelia no es ninguna desconocida en Sargadelos. Después de 44 años trabajando, este mismo año había sido propuesta para ser parte del Consejo de Administración, hecho que no deja lugar a dudas de su carácter dialogante. Pero defender a los trabajadores ha sido el delito.

A partir de aquí, empezaron las amenazas y coacciones hacia ella y hacia los trabajadores y trabajadoras de la empresa. Este empresario amenazó, incluso, con despedir al 50% de la plantilla si Rogelia continuaba trabajando, instando a los trabajadores a su revocación como delegada. Pero Segismundo García, gerente de Sargadelos, no se ha detenido aquí. En su afán por erradicar los sindicatos de la empresa, ha despedido a 22 trabajadores en tan solo una semana y ha amenazado con el cierre de la empresa si seguíamos presentes en ella.

Como a vosotros, a mí me surgen muchas preguntas al respecto. ¿En qué siglo vivimos, en el XVII? ¿Cómo un empresario (o más bien, cacique) puede amenazar con el despido de media plantilla sin ninguna razón de ser? Más allá de la indefensión en la que nos encontramos los trabajadores y trabajadoras después de la última reforma laboral en cuanto a estos hechos, ¿dónde está la fiscalía que no actúa de oficio contra un delito contra la libertad sindical? ¿Qué criterios se siguen para perseguir a los sindicalistas que participan en huelgas (más de 300 en los últimos años), y que en cambio no se persiga a los empresarios caciques que, como en este caso, ponen en peligro la continuidad de una empresa que da vida a toda una comarca de la Mariña lucense?

Sinceramente, no quiero ni pensar que el Estado prefiera apoyar a los más poderosos y permita, de otra forma, que se pise a los más débiles. Desde aquí quiero exigir a las autoridades que, de manera inmediata, actúen con toda su fuerza para proteger el empleo, así como los derechos y libertades de todos los trabajadores y trabajadoras.
Aún hay a quien le extraña que en nuestro país existan cada día más personas que no creen en el sistema. Un sistema que parece que quiera favorecer y priorizar los intereses privados, aunque pisen los derechos y libertades, antes que defender a las personas honradas, decentes y trabajadoras que defienden el bien colectivo.

Queremos que se entere este empresario cacique, así como los miles de empresarios que día tras día intentan aprovecharse de sus trabajadores y trabajadoras. UGT al completo va a estar detrás de Rogelia, ayudándola sin cesar. Ella es un símbolo de dignidad y de ética para todos nosotros. No quiere indemnizaciones ni ‘apaños’. Rogelia quiere su puesto de trabajo, el que le pertenece, para poder seguir pintando esta cerámica artesanal y artística que es un símbolo de la cultura gallega y un orgullo para todo el país.

Desde aquí quiero expresar no solo nuestra solidaridad, sino también el firme compromiso de toda la Unión General de Trabajadores en defensa de Rogelia, de todos los trabajadores y trabajadoras de Sargadelos, y de la dignidad del conjunto de los trabajadores de Galicia y de España.

Hoy más que nunca, en el 130 aniversario de UGT, debemos unirnos para impedir este atropello constante a los derechos y libertades de los trabajadores.

Sargadelos sí. Derechos y libertades, también