viernes. 19.04.2024

Poca cama, poco plato y mucho zapato

Decia Jakobson padre de la teoría de la comunicación que para que esta se produzca hace falta que quien escribe algo lo haga de forma tal que quien lo lee pueda interpretarlo...

Decia Jakobson padre de la teoría de la comunicación que para que esta se produzca hace falta que quien escribe algo lo haga de forma tal que quien lo lee pueda interpretarlo. Lo traigo a colación para mostrar el creciente desinterés con el que asisto a alguna de las recientes “polémicas” que sobre sindicalismo se mantienen en NuevaTribuna.

La causa principal de ese desinterés es que a la tercera o cuarta línea de cualquiera de los artículos que sustentan la controversia, me imagino que desaparecen buena parte de los lectores, sencillamente porque no pueden, o porque les da una pereza terrible decodificar para interpretarlos los mensajes  que lanzan los que escriben. Es decir, o se aburren, o no se enteran.

Lo que planteo afecta, como no, al  periódico, que además de  permitir establecer y mantener la comunicación siendo garante de la libre expresión de todas las opiniones y vehículo para su manifestación, ha de hacer un esfuerzo máximo por ampliar su número de lectores.

A mi juicio para que esa ampliación se siga produciendo habría que empeñarse en hacer cada vez más accesible un código compartido que permita la relación entre el que escribe y el que lee.

Un par de ejemplos pueden ilustrar lo que quiero decir ¿Qué demonios es eso del trabajo decente? La decencia en España no ha tenido nunca nada  que ver con el trabajo, más bien para una inmensa mayoría ha sido y, sonrojantemente  sigue siendo cosa de mujeres, de su recato en la calle y en la alcoba, un concepto con una carga sexual y religiosa difícilmente asociable al trabajo.

Discursivamente hay que ser muy cuidadoso con algunas modas nada bienintencionadas que con un afán omnicomprensivo lo único que persiguen es desvalorizar conceptos que tienen una fuerte carga simbólica ¿Qué trabajo costaría seguir hablando de trabajo digno como se ha hecho siempre?

Qué decir de este concepto tan de moda de la centralidad del trabajo. Cuando lo leo en un artículo de opinión me creo que me están hablando del Centro de la Tierra un lugar al que todavía no ha llegado nadie y no se espera que lo haga en los próximos días.

Para lo que nos ocupa, opino que como llegar al centro del trabajo parece tan difícil como llegar al Centro de la Tierra, igual llegar al centro de trabajo es más asequible, porque en realidad en lo que al trabajo se refiere he llegado a la conclusión de que la centralidad está no en el centro sino en los lados, es decir sales a la calle y esta por todas partes, a un lado y a otro.

En fin lo que quería decir es que  cuando se aspira a construir un discurso socialmente  mayoritario que se oponga al discurso simplificador del poder que cuenta  con la inmensa mayoría de los canales a su servicio, el código utilizado ha de ser totalmente accesible, salvo que la complejidad que venimos utilizando esconda las dificultades para comprometerse con aquello que todo el mundo entiende.

Dicho lo cual como de lo que se trata es de no aburrir, algo que Jakobson debería haber incluido como elemento fundamental en cualquier proceso de comunicación, voy terminando, eso sí, como no pretendo eludir el debate, si me hicieran directamente la pregunta de cuáles han de ser las claves del sindicalismo del futuro, incluso del sindicalismo del presente, por qué no, contestaría con la misma respuesta que escuché a una mujer de 103 años cuando le preguntaron cómo había llegado hasta esa edad: “poca cama, poco plato y mucho zapato”.

Poca cama, poco plato y mucho zapato