jueves. 28.03.2024

La irresponsabilidad y el principio de Peter

El pueblo, la clase trabajadora dejó de ser importante, ahora lo imprescindible es buscar apoyos mediáticos y financiación para que esa nomenclatura pueda subsistir y sucederse más allá de las vidas de quienes hoy la componen.

La decadencia que actualmente viven los partidos socialistas europeos se debe, entre otros muchos factores, a la traición constante y continua a las ideas que fueron causa de su nacimiento. No se puede negar la enorme contribución de los socialistas a la construcción del Estado del Bienestar, la forma más avanzada de convivencia humana hasta ahora conocida, sin embargo, desde    que a comienzos de los ochenta los ultraliberales comenzaron a bombardear los cimientos de ese Estado y a preconizar la privatización de todo lo público, los dirigentes de esos partidos no tuvieron el menor pudor en aceptar y aplicar unas doctrinas que entraban en abierta contradicción con su razón de ser esencial.

Comenzó entonces una separación creciente entre los partidos socialistas y la población, una población escarmentada con promesas incumplidas, con la utilización de la política como instrumento de medro económico y social, con las puertas giratorias y con los trágalas por la patria que sólo beneficiaban a quienes más tenían.

En ningún momento los actuales dirigentes del Partido Socialista Obrero Español estuvieron dispuestos a dejar que Podemos entrase en el Gobierno

De ese modo, al ver que perdían apoyo social, los socialistas europeos crearon su propia nomenclatura -tal como la existente en la URSS hace años o la actual de Estados Unidos-, grupos dirigentes a los que se accede por rigurosos filtros que no permiten que lleguen a la cúspide quienes puedan crear problemas. Se trata de una diminuta clase social muy bien relacionada con los poderes económicos que guarda en su memoria un retrato del Che o una canción de Víctor Jara, pero que se siente mucho más cómoda en los salones de palacio o de las grandes corporaciones. Además, están convencidos de que lo que hacen, aparte de proporcionarles beneficios personales, forma parte de una misión histórica incomprendida hoy por muchos, pero que mañana agradecerá la patria como merece.

El pueblo, la clase trabajadora dejó de ser importante, ahora lo imprescindible es buscar apoyos mediáticos y financiación para que esa nomenclatura pueda subsistir y sucederse más allá de las vidas de quienes hoy la componen.

No puedo negar que he sentido y siento vergüenza propia y ajena ante los más de cuatro meses de no negociación protagonizados por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Pero además siento dolor, un inmenso dolor al contemplar como el actual Presidente del Gobierno en funciones ha buscado el apoyo de las derechas ultras -que si cumplen su programa cuando ganan las elecciones, y van mucho más allá, usando al país como si fuese un coto privado- en vez de haber propiciado la formación de un Gobierno con Podemos tal como pedían quienes votaron a ambos partidos. 

Iglesias tiene su parte de responsabilidad en este teatro bufo, en este juego de escarnio que nos ha montado Iván Redondo con la esperanza de que el PSOE pesque en Ciudadanos en las elecciones de noviembre, sobre todo porque ha caído una y otra vez en las trampas que le han tendido quienes desde el minuto uno siguiente al 28 de abril tenían muy claro que no iban a gobernar con ellos. Las continuas rectificaciones de Pablo Iglesias, que le llevaron a retirarse de la primera línea por petición expresa de Pedro Sánchez, se habrían podido evitar teniendo en cuenta la primera premisa citada: En ningún momento los actuales dirigentes del Partido Socialista Obrero Español estuvieron dispuestos a dejar que Podemos entrase en el Gobierno.

Así las cosas, cabían dos opciones, una pasar a la oposición de inmediato, otra, permitir un gobierno del PSOE basado en los presupuestos generales que fueron rechazados y controlar su acción desde el Parlamento. Todo lo demás, ha sido un desacierto estratégico por parte de Iglesias y sus compañeros. Empero, hablamos de error en el caso de Podemos, no así en el del Partido Socialista, que habría firmado encantado -como ya lo hizo- un gobierno de coalición con el nacionalista extremista Alberto Rivera, y que puede terminar firmándolo dentro de poco con Pablo Casado, dado que Rivera ha decidido suicidarse al adelantar por la derecha al Partido Popular. Eso sí, todo por la patria.

Pedro Sánchez, de acuerdo con su asesor principal, ha decidido que el Partido Socialista Obrero Español sea el verdadero partido liberal del país, un partido de centro-derecha que de sosiego a empresarios y banqueros, que siga aplicando medidas económicas ultraliberales y que no derogue ninguna de las leyes antidemocráticas aprobadas por el Partido Popular; un partido de centro en torno al cual se agrupe el “constitucionalismo”, aunque sea a base de no cumplir la Constitución en los artículos que benefician al pueblo y someten la riqueza nacional al interés general.

Entre tanto, este señor, que se ve investido de misión trascendental como los tiempos jamás contemplaron, va a permitir para culminar su errática estrategia, que el país esté sin gobierno operativo ocho meses, ocho meses en los que el sistema de pensiones, y de seguridad social en general, seguirá aumentando sus vías de agua para regocijo de los privatizadores, ocho meses en los que conoceremos la sentencia del Procés -que según parece será condenatoria, muy condenatoria-, en los que sufriremos las embestidas de esa bestia llamada Boris Johnson y de su paisano Donald Trump, otros dos mediocres endiosados dispuestos a llevar al mundo al desastre porque así se lo ha dicho su guía espiritual, en los que los pobres de España aumentarán su pobreza mientras los ricos acreceránn su fortuna; ocho meses con el país a la deriva, con los hideputa haciendo de las suyas sin que nadie les diga aquí existe la Ley y se respeta.

No se puede ser más irresponsable. Ante los problemas que nos acucian y los que parece que nos asaltarán en los próximos meses porque el capitalismo ha encontrado un sistema perfecto de crecimiento: La crisis permanente, Pedro Sánchez se niega a formar gobierno, no quiere ver a Pablo Iglesias porque como dice la mayoritaria prensa de derechas es un comunista apestado, un estatalista que pretende poner impuestos a las eléctricas, la banca, los mafiosos de internet, garantizar una renta mínima o prohibir los envases de plástico. Todo ello terrible, pernicioso, calamitoso.

Es mucho mejor que todo se pudra y luego formar un gobierno con la derecha más cerril de Europa. Espero, ya casi todo está perdido, que los electores le hagan pagar el muchísimo daño que ha hecho a la izquierda española y a España: El principio de Peter se ha cumplido una vez más, sobre nuestras costillas.

La irresponsabilidad y el principio de Peter