jueves. 28.03.2024

La jaula de las fieras

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La jaula no es la que Torra ha indicado desde Eslovenia, es la que contenía las fieras de los nacionalismos excluyentes cuyas puertas se abrieron precisamente en ese país violentamente hace veintisiete años y que están llevándonos de nuevo a escenarios que creíamos superados definitivamente

El fenómeno político del nacionalismo extremista reapareció hace ya tiempo en Europa y parece que ahora nos damos por enterados.

Ya a finales del siglo pasado, en la antigua Yugoslavia, la Europa democrática, arrastrada por los intereses alemanes, y la administración norteamericana, apoyaron activamente las autoproclamadas independencias de las repúblicas federadas de Eslovenia y Croacia. Se trataba de llevarse los pedazos que más interesaban de un país en el que, en palabras del historiador Julio Gil Pecharromán, “los pacíficos vecinos de siempre se convertían, por las mágicas artes del nacionalismo, en enemigos mortales”. Primero echaron gasolina al incendio y cuando las guerras internas se generalizaron, con miles de muertos y millones de desplazados, lo apagaron con la intervención de la OTAN.

La gestión de la crisis económica de los últimos años y los efectos de la guerra en Siria, han llevado a fuerzas euroescépticas y contrarias a refugiados e inmigrantes, a obtener importantes resultados electorales. Su máximo exponente es Víktor Orbán en Hungría, donde gobierna con casi un 50% de los votos y lleva al país cada vez más cerca de una dictadura, que él denomina “democracia no liberal”, a pesar de que su partido mantiene una vicepresidencia en el Partido Popular Europeo. La extraña alianza de la Coalición de Centroderecha, que incluye a la Liga Norte y el movimiento Cinco Estrellas, ha permitido también que Salvini pase del independentismo de “Padania" al centralismo xenófobo en el gobierno de Italia.

Las recientes declaraciones de Mike Pompeo, Secretario de Estado norteamericano, en las que ha propugnado la eliminación de los organismos internacionales, incluidos la UE y la ONU y reivindicado la vuelta al mundo de las naciones, marcan esa misma línea ideológica.

En nuestro país hemos de recordar que la larga dictadura que sufrimos hacía gala de un rabioso nacionalismo centralista, desde la autarquía y aquél famoso “si ellos tienen UNO, nosotros tenemos dos” hasta el final.

El centralismo y el separatismo, fueron superados por la Constitución que dio a luz el Estado de las Autonomías, muy parecido, tras cuarenta años de desarrollo, a un Estado federal. Con el progreso de la Unión Europea y la derrota del terrorismo de ETA, pensamos que ya estábamos definitivamente a salvo de ambos problemas. Y no. Ha resultado que, en Cataluña, los nacionalistas, que antes no cuestionaban la existencia del Estado de las Autonomías, intentan ahora conseguir la independencia, mientras vuelven a resonar los tambores del centralismo antidemocrático.

También en este caso, los extremismos se tocan. Los radicalismos centrífugos y los centrípetas, se repelen y a la vez se retroalimentan.

Después de la moción de censura, que nos hizo concebir la esperanza de normalización de la política catalana, el ala dura del nacionalismo parece marcar la pauta de la confrontación política y social. Quim Torra, actuando más como apoyo de los ultras de los CDR que como presidente, acaba de señalar desde Liubliana, que la vía a seguir para salir de la jaula que, según él,  encierra a los catalanes es precisamente la eslovena, es decir independencia autoproclamada y violenta.

La irrupción estelar de Vox en Andalucía, presentándose como la alternativa anticonstitucional, desde el extremismo nacionalista español, es, desde mi punto de vista, algo esperado, aunque no por ello menos preocupante. Más aún si consideramos la acogida entusiasta que le ha brindado el PP a pesar de la sangría de votantes y dirigentes experimentada en su favor. Lo que tampoco es de extrañar observando la actuación de varios partidos del PPE.  Ciudadanos, por su parte, parece haberse uncido al carro de ese españolismo primario y solo concibe en este momento el gobierno de la gran derecha, con el expreso apoyo de los neofranquistas.

La jaula no es la que Torra ha indicado desde Eslovenia, es la que contenía las fieras de los nacionalismos excluyentes cuyas puertas se abrieron precisamente en ese país violentamente hace veintisiete años y que están llevándonos de nuevo a escenarios que creíamos superados definitivamente.

La jaula de las fieras