viernes. 29.03.2024

Que viva Teresa Romero

Quiero que Teresa Romero viva, que se recupere, que deje atrás la pesadilla que está sufriendo y estamos sufriendo nosotros a su lado. Lo merece de sobras...

Que viva Teresa Romero. Porque no quiero ni una sola víctima más de esa “austeridad” que según el jefe del gobierno y la colega del FMI «está ya dando sus frutos en España». Ya se ven los frutos. Los recortes matan, los «sacrificios de los españoles» tienen nombres y apellidos...

Quiero que Teresa Romero viva, que se recupere, que deje atrás la pesadilla que está sufriendo y estamos sufriendo nosotros a su lado. Lo merece de sobras. Su conducta como profesional y como persona ha sido irreprochable en todos los aspectos, en todos y cada uno de los detalles, si excluimos o ponemos entre paréntesis ese pequeño gesto instintivo de tocarse la cara con el guante puesto. Una minucia comparada con la desidia y la incompetencia oficial, con el arrumbamiento sistemático (o sistémico, tal vez) de todos los protocolos establecidos, con la displicencia asesina de quienes se empeñaron durante muchos días en ignorar la existencia de un factor cierto de riesgo y en desatender sus consecuencias previsibles, para luego cargar toda la culpa sobre la víctima. «Haberlo dicho antes.» Pues lo dijo, repetidamente, y no fue escuchada. «Es que no llegaba al 38'6 de temperatura.» Además de incompetentes, necios.

Que viva Teresa Romero. Por ella misma en primer lugar, porque me emocionan su profesionalidad y su solidaridad, su empeño en el cumplimiento de un deber muy peligroso y muy mal pagado, que asumió de forma voluntaria y con todas las consecuencias. «Puesta su vida tantas veces por la ley al tablero», para decirlo con Jorge Manrique.

Que viva Teresa Romero. Porque no quiero ni una sola víctima más de esa “austeridad” que según el jefe del gobierno y la colega del FMI «está ya dando sus frutos en España». Ya se ven los frutos. Los recortes matan, los «sacrificios de los españoles» tienen nombres, apellidos y circunstancias concretas, y me rebelo contra la idea de que Teresa Romero, ella precisamente, vaya a sumarse a la demasiado larga lista de víctimas generadas por los despropósitos de unos poderes insensibles.

Que viva Teresa Romero. Será un éxito muy pequeño pero muy nuestro, una flor preservada por la solidaridad de todos en el desierto inclemente de un sistema que escatima recursos financieros y en cambio despilfarra vidas.

Que viva, que viva Teresa Romero.

Que viva Teresa Romero