miércoles. 24.04.2024

Quizá sea que no me he explicado bien

En efecto, señor Rajoy, es posible que no se haya explicado usted bien en el asunto de Catalunya, pero de verdad que no importa...

En efecto, señor Rajoy, es posible que no se haya explicado usted bien en el asunto de Catalunya, pero de verdad que no importa. La sustancia la hemos entendido. Es: «No». Ampliando su pensamiento hasta el límite extremo, «No a todo», o bien «No a cualquier cosa». Catalunya lleva ya más de un lustro amancebada, o por lo menos como pareja de baile preferente, con el Tribunal Constitucional, debido a la velocidad de que hace gala este organismo para admitir, y su tardanza en resolver, las papelas de inconstitucionalidad que usted y su partido les despachan con tanta reiteración como regularidad. Gracias a sus desvelos, algo que hace algunos años era poco más que una postura testimonial se ha convertido en la opción preferida del 47%, tirando por lo bajo, de la ciudadanía catalana. Si llega la ocasión de que se explique mejor, lo más probable es que el independentismo reciba el pequeño empujón que le falta para disfrutar de una mayoría cualificada.

Es posible también que no se explicara adecuadamente la señora Cospedal en relación con la situación del señor Bárcenas en el organigrama del Partido Popular, pero tampoco es tan grave la cosa, y además nos ha dejado una figura novedosa en la panoplia iuslaboralista: el «finiquito con carácter retroactivo».

Quizá tampoco acabó de explicarse bien el señor Rodríguez, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, cuando culpabilizó a la auxiliar de clínica Teresa Romero de «torpe» por haberse infectado de ébola, a pesar de todos los protocolos que no se observaban. Dijo en aquella ocasión el consejero que personalmente no tenía inconveniente en dimitir por el asunto, pero el caso es que todavía no lo ha hecho. ¿Se lo está pensando? En cualquier caso, en su siguiente aparición en la Asamblea de Madrid fue recibido con una cálida ovación por parte de sus colegas, por motivos que se desconocen. Quizá es que los tales motivos no se han explicado bien.

El señor Gallardón afirmó de forma pública que se retiraba de la política y de inmediato entró a formar parte de un consejo político sustanciosamente remunerado. Ahora ha participado en un acto de defensa de la familia católica celebrado por la AC de P, y declarado que le dan «asco» las razones por las que ha sido retirado su proyecto de ley del aborto. ¿Quizá también nos debe alguna explicación por tanta incoherencia aparente?

El señor Monago afirmó a bote pronto que devolvería el dinero adelantado por el Senado para sus viajes a las Canarias, pero debimos de entenderlo mal porque ahora resulta que no hay nada que devolver. Resulta extraño, si se trataba de viajes de trabajo como afirma, que 32 viajes tuvieran como destino la isla de Tenerife, y en cambio cero viajes fueran a la Gran Canaria. De todos es conocida, no solo la doble capitalidad de las islas, sino las razones históricas y sociales en las que se asienta tal circunstancia. La sedicente (¡Dios, ese adjetivo!) política llevada a cabo por el señor Monago en el curso de sus viajes habrá tenido cuando menos la característica de ser rabiosamente unilateral. O quizá el malentendido se debe a que no se ha explicado bien.

Y tampoco ha dado precisamente en la diana la explicación de la Armada española de que las heridas de los militantes de Greenpeace que intentaban impedir las prospecciones petrolíferas en el océano Atlántico fueron producidas por las hélices de unas lanchas zodiac que carecen de hélices. Por no hablar de las escrupulosas buenas maneras reinantes, según el ministro Fernández, en las devoluciones exprés de subsaharianos que pretendían penetrar en nuestra soberanía saltando vallas o asaltando playas. Son asuntos en los que, de nuevo, quizá los componentes del gobierno del señor Rajoy no se están explicando bien.

Ni falta que hace, la verdad.

Quizá sea que no me he explicado bien