jueves. 18.04.2024

El precio del trabajo

El Instituto Nacional de Estadística ha estrenado un nuevo indicador macroeconómico, el IPT, similar al IPC pero aplicado al trabajo, en lugar del consumo.

De ninguna manera sostendré que la medición del precio de la hora media de trabajo sea pura filfa. Solo deseo señalar que vale para lo que vale, y no para otra cosa.

Los “inputs” son, en este caso, considerablemente abstractos. Se trata de «comparar el salario bruto tipo de un empleo concreto en el año 2008 con otros años posteriores, pero sin tener en cuenta factores como los trienios, los cambios en la estructura de la empresa u otros factores que entran dentro del denominado “efecto composición”. Salario bruto para un puesto de trabajo tipo, sin adornos» (la cursiva es mía).

Si se toma un sector de trabajo homogéneo, como es el de los funcionarios, que gozan de fijeza y estabilidad en el empleo, resulta que su salario bruto por hora desde 2008 ha descendido en un 7,1% por término medio, lo que, añadido al 8,5% de la inflación acumulada supone una pérdida de poder adquisitivo del 15,6%. Es un dato fiable. En cambio, no es posible tomar en serio el hecho de que los salarios se han incrementado en el mismo periodo en un 6,9% en la hostelería, el reino de la precariedad absoluta. Es obvio, por más que el dato forme parte de ese llamado “efecto composición”, que si contrato a una persona por tan solo una hora, su hora de trabajo estará mejor pagada que si lo contrato por un mes, o tres meses, o un año; pero no por esa razón será más afortunado. Con ese 6,9% de más por trabajar una noche de domingo de verbena veraniega, el camarero de un chiringuito playero habrá de tirar toda la semana siguiente y a saber cuánto tiempo más, hasta conseguir otro curro del mismo tipo excelentemente pagado en relación con los precios de 2008.

No me opongo a que se mida el precio del trabajo de esa forma concreta. Me opondría, y doy por sentado que no es el caso, a que el indicador se tomara en términos absolutos, sin ponerlo en relación, por ejemplo, con los resultados de la EPA, que señalan la precarización progresiva del mercado de trabajo y el preocupante acortamiento medio, año a año, de los contratos temporales. No es lo mismo medir el precio/hora del trabajo en abstracto, “sin adornos” como se afirma, que medir además, y en relación con lo anterior, la calidad de la oferta de trabajo. En algunos sectores del consumo se da gran importancia a la relación, o ratio, calidad/precio. Sería deseable un indicador que nos proporcionase datos más reales de cómo está configurada esa relación en el mercado de trabajo.

El precio del trabajo