jueves. 28.03.2024

Catalunya en crudo

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El escenario no ha cambiado en sustancia, desde el 2015 ni desde el 155. Catalunya sigue en crudo, no se ablanda ni se macera

Los resultados electorales han traído algunas novedades, pero son menores: ERC no ha conseguido el sorpasso; el PP ha dejado de ser una opción para el votante; C's se beneficia del desparpajo y la pasión puesta en el lance por su líder, muy preferible en todo a Rivera; y la “nueva política” se presentó a la liza con tanta timidez que ha conseguido un resultado tímido también. Iceta ha estado en sus votos, y la CUP lo mismo.

Siguen vigentes las mismas coordenadas de 2015 para el independentismo: un poco más del 50% en escaños, un poco menos del 50% en votos. Lo justo para gobernar, insuficiente sin embargo para pasar la página. Tanta posverdad de un lado y de otro han tenido el efecto de anularse recíprocamente. La partida de ajedrez por la independencia ha concluido en tablas. Veremos si sigue el “procesismo”, o cómo negocian los indepes esta nueva ocasión que se les concede.

Ocasión en precario, porque los presos siguen presos, y los huidos, huidos. Hay serias posibilidades de que el 155 se perpetúe. La política seguirá probablemente judicializada. No emergerá del estado central ningún plan de encaje de las autonomías ni de reforma de la constitución. Seguirá la parálisis, porque Eme Punto no tiene capacidad ni imaginación para otra cosa.

No solo eran ficticios los brotes verdes, también lo han sido las mayorías silenciosas. Mariano está solo en medio de un campo de urnas, meditando sobre la magnitud de la debacle. Otra persona, en otra época y seguramente también en otro país, convocaría elecciones generales y dimitiría de forma irrevocable después de un descalabro así (tres escaños sobre 135, en uno de los territorios cruciales para la gobernabilidad del Estado). Es improbable que Mariano lo haga. Apretará los nudos del 155 y arengará a sus jueces. Solo lo echaremos del lugar que ocupa a patada limpia (metafórica).

La izquierda ha salido malparada también. El candidato más desinhibido, Miquel Iceta, ha alcanzado sus límites naturales; el otro candidato, Xavier Doménech, aupado por los buenos resultados de su formación en las últimas generales, ni se ha explicado bien ni ha querido correr ningún riesgo. De hecho, se ha planteado a sí mismo como bisagra para conciliar los puntos de vista de dos posiciones inconciliables. Como el centro geométrico de la figura electoral.

Pero las bisagras y los contrapesos son mecanismos que tienen utilidad en algunas circunstancias, y no en otras; y el centro geométrico no es nada, nunca, si no es además un centro de gravedad, con un peso específico y una capacidad de atracción propia. Perder tres escaños sobre los ya escasos once que se tenían es un fracaso sonado en un momento crucial para las expectativas de una formación plural que nació con ambiciones pero las va dejando por el camino como pierde sus pétalos la margarita que se deshoja.

Catalunya en crudo