miércoles. 17.04.2024

Buenos propósitos de la CEOE para las elecciones

garamendi
Antonio Garamendi.

El empresariado español se concibe a sí mismo como una entidad benefactora sin ánimo de lucro, o poco menos

Leo las propuestas elaboradas por la CEOE para las elecciones del 28 de abril. Son exactamente las que podían imaginar ustedes, pero me agrada en particular su retórica y el tonillo didáctico con el que las imparten.

La “estabilidad política e institucional”, por ejemplo, significa que no se toquen de ningún modo las reformas laborales que tanto bien nos han hecho a los trabajadores. O sea, en sus palabras: "Debe ser una prioridad política el configurar un clima favorable para la actividad empresarial como principal vía para hacer sostenible nuestro crecimiento generador de empleo y la mejora de nuestro nivel de vida. Dado el escenario cambiante en el que vivimos, se debe de mirar hacia adelante y no revertir las reformas que han sido claves para apuntalar la dinámica económica y la confianza de nuestros agentes". (El subrayado es del documento, no mío.)

Resultaría que la actividad empresarial está siendo “la principal vía” para generar empleo y mejorar “nuestro” nivel de vida. Supongo que ese “nuestro” se refiere al nivel de vida de los empresarios, porque todos los indicadores económicos y sociales señalan que, por lo general, el nivel de vida se está deteriorando rápidamente, y las perspectivas para las generaciones venideras son las de un descenso todavía más acusado. Se anuncia ya que la generación que entra ahora en el mercado de trabajo será la primera en España que vivirá peor que sus padres.

Impertérrito ante esos augurios, el empresariado español se concibe a sí mismo como una entidad benefactora sin ánimo de lucro, o poco menos. De ahí que reclame del Estado “sostenibilidad fiscal”, bonito sintagma que no se sabe muy bien qué puede significar hasta que ellos mismos lo explican así: "La consolidación estructural del déficit debe basarse en las partidas que tienen menos incidencia sobre la oferta productiva y la competitividad empresarial, esto es, actuando especialmente sobre el gasto corriente y evitando subidas de impuestos, especialmente de aquellos que afectan a la actividad empresarial, o ajustes de partidas de inversión necesarias para nuestra actividad". (De nuevo el subrayado es de origen.)

Es decir, menos impuestos para las empresas. El déficit debe enjugarse fiscalmente en todo caso con un alza de gravámenes que no afecten a la actividad empresarial, ni a las partidas de inversión. Todo ello, conforme a los dos grandes ejes que sustentan y apuntalan nuestra economía de mercado: "la libertad de empresa y el derecho de propiedad", citando el mismo documento, que como se ve no ahorra ninguna declaración de principios.

El ahorro de cara a los presupuestos podría empezar, entonces, por la “reforma del sector público”. Del enunciado del tema en el documento empresarial no queda claro, sin embargo, si se está hablando de “reforma” o de “liquidación” de lo público. Juzguen ustedes mismos: "Seguir avanzando en la reforma del sector público mediante la eliminación de las duplicidades entre todos los niveles de las Administraciones Públicas, la mayor provisión de servicios públicos por parte del sector privado, así como la reducción de organismos, agencias y empresas públicas de las Administraciones Públicas que prestan servicios que no obedecen ni a criterios de necesidad ni de mejora de la eficacia".

La clave estaría, a lo que parece, en que los servicios públicos fueran dispensados por el sector privado, liberándolo a cambio del pago de impuestos, de modo que pueda redondear adecuadamente su cuenta de resultados ya boyante con la privatización del cobro a los usuarios de los tales servicios (sanidad, escuela, etc. El desiderátum).

La guinda del pastel está seguramente en la propuesta acerca de la jubilación. "Sostenibilidad del sistema público de pensiones y adecuación a las circunstancias actuales, mediante el impulso de reformas en varios frentes simultáneamente, tales como la lucha activa contra el fraude en las cotizaciones y el aumento de la edad de jubilación a medida que lo haga la esperanza de vida, que permitan lograr un sistema equilibrado, sostenible e incentivador del empleo".

No nos merecemos el empresariado que tenemos.

Buenos propósitos de la CEOE para las elecciones