viernes. 29.03.2024

La hepatitis C y la industria farmacéutica

El gran problema estriba en que este fármaco, que no es tan milagroso como afirman, pretenden venderlo por 25.000 euros que lo hace inasequible para las economías particulares...

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Los afectados por la hepatitis C (de 400.000 a 900.000, según distintas fuentes) llevan varias semanas movilizados (marchas, cierres, concentraciones, manifestaciones) para reclamar una correcta atención a esta enfermedad. La demanda principal va dirigida a reclamar de la Administración el acceso a través de la Sanidad Pública a un fármaco (Sofosvubir, de nombre comercial Sovaldi), que es presentado por el laboratorio que lo comercializa (Gilead) como la auténtica panacea. El gran problema estriba en que este fármaco, que no es tan milagroso como afirman, pretenden venderlo por 25.000 euros (mientras el coste de producción es alrededor de 115 euros, para un tratamiento de doce semanas) que lo hace inasequible para las economías particulares y muy costoso para la Sanidad Pública. ¿Cómo se llegó a esta situación? Hagamos un breve repaso.

¿De qué medicamento se trata?

El Sovaldi es un fármaco que Gilead le compró por 11.000 millones de dólares al laboratorio Pharmasset -que había invertido 62 millones de dólares en su investigación-. Gilead presenta Sovaldi como la píldora milagrosa capaz de curar la más del 90% de los afectados, en menos tiempo y con menos efectos secundarios. Pero resulta sospechoso saber que es ese laboratorio el único que posee todos los datos de los ensayos clínicos sobre la eficacia y seguridad del mismo. Esos son los informes que Gilead presentó a la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y son los que también facilitó a las asociaciones de afectados que están, parcialmente, financiadas por este laboratorio. Así pues, es la propia empresa la que tiene la información, que suministra a la Administración y a los propios pacientes de manera sesgada, generando una expectativa de curación masiva y una lógica demanda colectiva por parte de los afectados. Realmente el Sovaldi es una molécula que inicia una vía terapéutica novedosa  pero que, según los expertos, pronto podría ser superada. Pero no se hizo, todavía, una evaluación externa y neutral para saber si esta terapia es superior a las existentes. En cualquier caso el precio del fármaco es injustificable. La farmacéutica Gilead consiguió un acuerdo con el gobierno español (PP) para comercializar el Sovaldi a un precio de 25.000 euros (unas 200 veces su coste de producción). ES difícil encontrar información transparente a este respeto por parte del Ministerio de Sanidad, que tampoco facilita una información fiable a los profesionales sanitarios ni a los afectados, al tiempo que raciona su administración. Este secretismo y este racionamiento son los que provocaron la “rebelión” de los afectados, a los que el laboratorio promete una curación total con esa medicina.

Gilead, la gripe aviar y el Tamiflu

Gilead es un fondo de inversión controlado por grupos de capital riesgo como Capital Group -segundo mayor accionista de Bankia-, los bancos Santander y BBVA, la empresa Inditex, el laboratorio Griffols y la compañía eléctrica Endesa. Este fondo de inversión tuvo en el consejo de administración a personajes como Donald Rumsfeld y George Schultz, que estuvieron entre los promotores de la desgraciada guerra de Iraq.

Esta compañía. que posee fuertes vínculos con el gobierno de EEUU, tiene un historial muy polémico. En su día elaboró el Oseltamivir (el famoso Tamiflu), un antiviral que fue presentado como el remedio necesario ante la gripe aviar primero y, en una segunda ocasión, frente a la gripe A. Gilead le vendió el fármaco a Roche y ambos laboratorios se hicieron de oro con la venta de este producto a distintos gobiernos después de que consiguieran generar un estado de alarma global ante el riesgo de una pandemia que podría provocar una gran mortandad en la población. Ninguna de las dos pandemias llegó, por fortuna, a provocar los daños anunciados, los gobiernos gastaron grandes cantidades de dinero público para hacer acopio del antiviral (que luego fue destruido o enviado al Tercer Mundo) y el Tamiflu demostró ser ineficaz y con más efectos secundarios de los anunciados. Pasados los años todos nos dimos cuenta de que se trató de una enorme estafa colectiva, de un fraude masivo que aún no ha sido castigado por los tribunales de justicia.

La movilización de los afectados

La estrategia desarrollada en aquel entonces tiene ciertas similitudes con la actual: presentan el producto como la panacea necesaria, generan una demanda por parte de la población afectada e imponen un precio abusivo que, después de aprobado por el gobierno, no llega a los afectados. La movilización de éstos, dolidos por la falta de información y por las trabas de la Administración para el tratamiento de los afectados, llevó a que el Ministerio de Sanidad, posiblemente de acuerdo con Gilead, haya creado un Comité de Expertos para elaborar un Plan Estratégico contra la hepatitis C. Una decisión gubernamental que nace bajo sospecha ya que todos los miembros de esta comisión tienen algún tipo de relación con las grandes multinacionales farmacéuticas, con predominio de la empresa Gilead, lo que cuestiona definitivamente su independencia.

Población afectada

Gilead tiene prisa en vender este fármaco, en primer lugar porque existe incertidumbre sobre la eficacia del mismo. La prestigiosa revista Prescribe -ajena a los intereses de la industria farmacéutica- publicó recientemente que, si bien Sovaldi supone un avance en el tratamiento de la hepatitis C, sigue siendo mínima su evaluación clínica, y tampoco está clara su seguridad. Diferentes agencias evaluadoras advierten que la seguridad de este producto es desconocida, dado el poco tiempo transcurrido desde su aprobación y los escasos resultados publicados sobre sus efectos adversos. En segundo lugar, la empresa podría  perder la patente. Debemos recordar que la Oficina de Patentes de la India -país pionero en la fabricación de genéricos a bajo coste- le negó a Gilead el monopolio de Sovaldi por considerar que realmente “presenta pequeñas modificaciones de una molécula utilizada desde hace algún tiempo en el tratamiento del VIH”. Y, en tercer lugar, porque esta enfermedad irá en declive, debido la que la mayoría de los enfermos graves de hoy son personas que tienen entre 50 y 70 años de edad, nacidas en el llamado baby boom, y apenas existen enfermos menores de 30 años con hepatitis C.

Algunas propuestas

La importancia y la gravedad del problema debería llevar a la toma urgente de decisiones que beneficien a los pacientes:

1º. Hacer público, de manera inmediata, toda la información disponible sobre los resultados habidos en pacientes tratados con Sovaldi -tasas de curación, efectos secundarios, mortalidad asociada-.

2º. Crear una comisión realmente independiente que evalúe toda la información científica disponible sobre este fármaco, defina los pacientes que lo precisan así como las prioridades en el tratamiento y los costes económicos -los fijados por Gilead son realmente inasumibles sin que se produzcan graves desajustes en el gasto sanitario público-. No es admisible que se deje sien el tratamiento necesario a los pacientes –sea éste o cualquier otro-, por razones económicas, debido a los recortes en el gasto público que realiza el gobierno del PP.

3º. Explorar todas las posibilidades de abaratar costes, incluyendo su fabricación como genérico, como ya se decidió en la India y en su área de influencia.

Se trata de poner las necesidades de los pacientes por delante de los intereses mercantiles de una industria farmacéutica que cuenta, demasiadas veces, con la complicidad de gobiernos corruptos e insensibles.


(Agradecimientos: a Luísa Lores, Manuel Martín y Javier Peteiro, por sus apartaciones)

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